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El viernes ya había llegado, tuve que salir a las diez de casa para asistir a mi última clase de la semana y aunque debía haber vuelto para el almuerzo, no había podido poner un pie en el departamento sino hasta las tres y media de la tarde, después de ser retenida sorpresivamente por Petra, quien se ofreció a pagar mi almuerzo si le hacía compañía hasta que llegara la hora en que debía ir a practicar al auditorio de música.

Me habría opuesto, pero debido a su insistencia y a su inigualable poder de convencimiento—para no llamarle grotescamente como manipulación emocional, alias "me quedaré tan solita como un pingüino que perdió a su alma gemela" y poner ojos de gatito triste— opté por brindarle mi compañía, aunque no pensé que duraría cerca de tres horas o un poco más si no le hubiesen llamado por teléfono exigiendo su presencia en algún otro lugar dentro de la universidad.

Si bien estaba con un buen ánimo gracias a las ocurrencias de la chica de ojos ámbar y a lo deliciosa que estuvo la comida, este se vino abajo en cuanto antes de abrir la puerta del departamento pude escuchar que del otro lado había un alboroto.

Lo primero que vi fue la cara afligida de mi amigo rubio, quien me miró buscando ayuda para calmar el caos que se desarrollaba casi en el centro de la sala de estar. Muy pocas veces había visto a Mikasa realmente molesta y esta era una de esas.

No solo miraba a Eren con furia, sino que movía sus manos para ampliar su descontento y alzaba la voz de vez en cuando para, no siendo novedad, regañar al de ojos verdes por algo que aún no lograba comprender. Dejé mis cosas sobre el sofá individual y caminé unos cuantos pasos hacia Armin.

Lo primero que hizo fue tomarme del brazo, si a mí me resultaba atemorizante Mikasa en modo enojado a él definitivamente la asustaba, incluso si se había vuelto así para defenderle de algo.

Algo que todavía no sabía.

—Eres un verdadero idiota ¿Qué crees que haremos ahora?

—Ya me disculpé muchas veces, más contigo que con él, por favor ya no me vuelvas a gritar. —respondió Eren, viéndose indefenso a pesar de los 183 centímetros que se cargaba de estatura.

La pelinegra llevó una mano a su cabeza, masajeando su sien. Todos sabíamos qué significaba ese gesto, sobre todo en medio de una discusión.

El ojiazul salió disparado hacia Mikasa para impedir que un nuevo estallido de regaños sucumbiera, y fue ahí cuando me di cuenta de porqué había tanto alboroto, no me hizo falta preguntar para entender por qué mi amiga estaba tan molesta y a pocos segundos de reprender al posible culpable.

Cuando Armin caminó lejos de mi lado, para tomar los hombros de la chica, vi como en su precioso cabello rubio hacía falta un gran mechón de la parte de atrás, arruinando aquel estilo que llevaba desde hacía bastantes años. Esa melena hasta por solo un poco debajo de la barbilla que le caracterizaba, ahora estaba dividida por un descuidado corte que le hacía ver desprolija.

Armin se sentía muy cómodo llevando su cabello de ese modo, le otorgaba seguridad, era su zona de confort. Y algo—o alguien— lo había echado a perder.

Entendía el enojo de Mikasa.

Pero antes de seguirla, para también regañar a Eren, tenía que saber qué había pasaro realmente. El cuento completo.

Suspiré tomando a Armin del brazo para apartarlo de aquel par y sustituí su sitio poniéndome detrás de Mikasa, tomarle de los hombros y tironearla hasta que, con todas mis fuerzas, logré que se sentara justo en medio del gran sofá, encontrándome con esa mirada que mataría a cualquiera si pudiera hacerlo.

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⏰ Última actualización: Jun 04, 2021 ⏰

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°Symphony° |Levi Ackerman|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora