Dɑndelion. -pt. 1

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||Este capítulo lo dividí en dos partes por que se re bugueaba todo y sí, mucho texto, dandelion shippuden.||


Los días transcurrían tranquilos y a estas alturas, Yuta ya había compartido una que otra misión con todos los nuevos; desde la chica de cabello corto y ruidosa, Nobara Kugisaki. Hasta Fushiguro, el cual aún no comprendía el porqué de su formalidad hacia él.

Itadori Yuuji era totalmente diferente a lo que se había imaginado como "recipiente" de una de las maldiciones más poderosas, o eso era lo que él pensaba. Al comienzo cuando los presentaron no pudo evitar estar nervioso y en guardia a su alrededor, hasta que Fushiguro le explico que Itadori tenía la capacidad de mantener a Sukuna bajo control. Al menos con ello su nerviosismo se fue, pero estar en alerta era algo que no dejaba por más que lo intentara.

Aquella mañana estaba tranquila y Yuta se encontraba en el tejado, a su lado tenía su espada y como era de costumbre observaba el cielo, la mayoría del tiempo ese momento lo compartía con Toge pero por alguna razón no se lo había topado desde que se levantó.

—¡Oi Yuta!

La voz de Gojo lo sacó de su distraída jugarreta con sus manos y se asomó a la orilla de la techumbre para posar su mirada sobre él. Llevaba las manos sobre su nuca despreocupadamente y a su lado se encontraba Toge agitando su mano en saludo. Le causó un poco de curiosidad esta extraña combinación, por lo cual de un salto bajó del tejado, no sin antes acumular energía maldita en sus pies y tener un perfecto aterrizaje. El albino aplaudió aludiendo su salto y el menor no tardó en imitarlo.

—¿Que sucede? —preguntó pasando la vista de uno al otro.

—Una misión, síganme. 

Gojo se giró llevándose esta vez las manos a los bolsillos y mientras caminaban detrás de él, Yuta le dió una mirada confundida a Toge, pero este solo le mostró su pulgar en alto bastante motivado. No pudo evitar sonreír.

—Es un caso a las afueras de aquí, en la zona montañosa de Kamakura. —anunció caminando tomando dirección a la entrada— A los demás ya los enviaron a otras misiones si es lo que te preguntas.

Yuta le dio una mirada inquisitiva, aunque Gojo le estaba dando la espalda se le veía algo nervioso incluso si intentaba ocultarlo. Claramente esta era su percepción. Entre él y Toge, este último era mucho más susceptible con las emociones y por alguna razón no se mostraba inquieto, al contrario, se veía más emocionado que de costumbre.

—Se harán cargo de un exorcismo con maldiciones de grado 2, sin embargo, no solo es uno asi que no bajen la guardia. Como ya dije es en la zona montañosa de Kamakura, aproximadamente a unos 18 km de la ciudad. Hasta ahora solo hay heridos, pero puede que no dure mucho ya que al parecer lo que este tipo de maldiciones hacen es lograr que los humanos se dañen a sí mismos. —Gojo se detuvo en la entrada y se giró con una sonrisa divertida— No está tan difícil la misión así que cuando terminen pueden tomarse el día ¿Qué dices, Inumaki-kun?

El azabache no pudo evitar desconfiar de las palabras del mayor, no por la parte de la misión, si no por darles el resto del día libre según él. Toge asintió obediente y le palmeó el hombro comenzando a caminar, Yuta le siguió detrás dándole una vista rápida a Gojo y en respuesta éste movió las manos simulando tener pompones.

Yuta se dijo a sí mismo muchas veces que debía acostumbrarse a la rareza de Gojo, pero había cosas que aún lo dejaban desconcertado. Aunque lo admiraba por su poder.

El camino hasta la estación fue más silencioso que de costumbre y antes de ir de lleno al tren, ambos pasaron a una farmacia por la medicina de Toge para su garganta que quedaba algo dañada después de exorcizar maldiciones. Durante el viaje el albino le contó su experiencia en la batalla contra la maldición de grado especial  y lo frustrado que se sintió cuando despertó ya que todo había acabado.

—Fushiguro me dijo que lo hiciste volar incluso después de haber vomitado sangre. Te has vuelto fuerte, Toge.

Le regaló una sonrisa amable a lo que el albino recién fue consciente de lo que había sucedido aquella vez. Las palabras de Yuta hacían él eran significativas, sobre todo por su fuerza y habilidad, que lo halagase de esa manera lo llenaba de orgullo. Toge asintió inspirando profundo, llenando cada parte de su cuerpo con la motivación que su amigo le había entregado.




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