Extra.

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—¡Kacchan, si no llegas en cinco minutos yo mismo te voy a castrar!- Izuku gritó por el celular, cortó la llamada y lo tiró a su cama, el pobre rebotó y casi cayó al suelo.

El pecoso se movió a pasos lentos por la habitación y fue hasta la sala, su enorme panza le era un impedimento para muchas cosas. Aunque la verdad no sé quejaba mucho de ella, pues que su vientre esté grande por tener vida en el le era una bendición.

—Tengo hambreee...- Izuku berrió como cachorro mimado mientras se sentaba en el sofá más cómodo, pasó su mano frotando con cariño su templada panza de siete meses.

Tenía siete meses, pero parecía como si tuviera nueve, pues no tenía un solo cachorro en su vientre, habían dos.

Dos pequeños cachorros, frutos de su amor con su Kacchan, no podía estar más feliz por eso, además eso también le había comprobado a los demás, y al mismo Kacchan, que si podían tener una familia.

Izuku actualmente tiene veintesiete años, se casó con Katsuki cuando se graduó de la universidad. El beta rubio heredó la empresa de sus padres, y el pecoso siempre estaba su lado para ayudar, además de que también estudió modelaje y era uno de los más importantes en la empresa de diseño.

Aunque algunos de los otros modelos le miraban mal, osea era un Omega con un beta líder de una gran empresa, ellos solo creían que era un interesado.

Sin embargo, aunque le miraban mal no le podían decir nada pues él era el Omega y mano derecha de Katsuki, decir algo malo sobre el sería como pedir que te echen directamente en la basura.

Así que ellos se morían por dentro, llenos de veneno y envidia. Y a Izuku le importaba un comino lo que ellos dijesen, él era feliz con el beta rubio y a Katsuki tampoco le importaba lo que ellos dijeran.

Aunque lo único que si le molestaba era que en la empresa se comenzó a esparcir un chisme el cual decía que sus cachorros no eran de Katsuki. E Izuku con su mal genio a causa del embarazo les gritó a todos a mitad de la sala en donde estaban la mayoría de los trabajadores.

"¡Miren malditos idiotas, el próximo que diga que mis cachorros no son de Kacchan, se gana un maldito golpe en la entrepierna, aparte que me voy a encargar de que se quede en la calle!"

Había llegado a su límite ese día, estaba súper molesto y sus hormonas alborotadas no lo tenían mejor. Katsuki terminó por abrazarlo y llevarlo a su oficina para calmarlo.

Si por calmarlo se refería a sentarlo sobre su escritorio y follarlo.
Katsuki le dijo que había sido muy "jodidamente caliente" el escucharlo gritar blasfemias para defender a sus pequeños y a su dignidad.

Por suerte su vientre aún era pequeño por lo que les facilitó el hacerlo sobre la madera.

A Izuku le molestaba que hablaran así de sus pequeños porque él y Katsuki sabían que eran de ellos y no necesitaban ninguna prueba.

El pecoso recuerda haber echo el ambiente perfecto ese día. Era un fin de semana libre de trabajo, su celo había llegado y solo se tomó un supresor para bajarlo un poco, con la excitación aún latente en su cuerpo.

Había llegado el primero a su hogar así que también hizo otra sorpresa, compró lencería sexy, con ayuda de Ochako, que consistía en un trajecito de maid con orejas de conejo.

El pequeño vestido de sirvienta se abrazaba a su cuerpo resaltando todas sus curvas, después de ponérselo fue hasta el pasillo y se sentó al frente de la puerta a esperar.

Sabía que Katsuki estaba por llegar y no podía estar más ansioso, pero sobre todo excitado. Por sus muslos se escurría su lubricante natural mojando la madera bajo suyo, su respiración agitada y su sonrojo, quizás Katsuki no lo podía oler, pero todo el apartamento olía a un Omega en celo y listo para una camada.

Te amo como eres. (Katsudeku./Omegaverse.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora