Capitulo 2

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Capítulo 2

Confrontación y recuerdos vergonzosos

Volteo de un solo movimiento, golpeando su baja espalda con el lavamanos, sosteniendo su peso con el mueble porque sus piernas temblaban a causa del miedo al notar dos cosas perturbadoras.

La primera era que la puerta se encontraba cerrada a cal y canto. Con su bisagra desgastadas junto con su cerradura rota iba a ser imposible abrirla sin hacer un estruendo o echarla abajo porque incluso con su fuerza sobre humana iba ser una tarea difícil.

Se volvió algo imposible cuando la persona o, mejor dicho, ser que custodiaba la puerta parecía trasmitir en silencio un claro e irrefutable mensaje: "no te dejare salir" mientras se acercaba a él a cortos pasos que solo hacían aumentar la tensión del ambiente.

¿Cómo estaba aquí, él? - se preguntaba casi en pánico, apartándose del lavábamos como si quemara, retrocediendo a pasos nerviosos a la pared más cercana al cuarto de duchas.

Era posible que le hubiera seguido el rastro, un perro azul corriendo con el pánico grabado en el rostro, no pasaba desapercibido. Solo debía preguntar a las personas correctas o fijarse en las grabaciones de las cámaras, abundantes en los pasillos cuando bien hacía falta algunas en los baños.

Su cuerpo temblaba, parecía un poste cual le impacto un rayo, con los músculos contraídos para prepararse para ¿huir? ¿atacar? No lo sabía, pero algo haría: admitir que su ruda mirada lo estaba derritiendo, tal helado, no estaba entre sus opciones.

Hombros erguidos, músculos flexionados para dejar marcadas las venas hinchadas, por el ejercicio, mientras mostraba sus dientes tan afilados como navajas en una sonrisa mordaz mientras cerraba y abría sus puños, demostrando sus ganas de encentar un golpe o fingiéndolo así intimidarle aun más.

Se veía mucho más grande de lo que en verdad era. Lo intimidaba con aquella mirada, con esa postura y sonrisa: le dejaba claro sin palabras que su resistencia no sería bienvenida, más bien seria contenida de la manera menos amable posible.

Todos los machos, incluso aquellos creados en sus fantasías, serían incapaces de blandir tal mirada: dominante, seria y fría tan lejos de la actitud tan jovial como alegre que mayormente presentaba aquel "tonto agradable" quien resulto ser su nuevo compañero.

Te estabas escondiendo de mí- afirmo con un tono de voz neutral antes de embozar una peligrosa sonrisa- o buscabas un lugar donde me fuera más fácil castigarte por tus pecados-

Esa frase despertó un indicio de rebeldía, uno que siempre le impidió mostrar su debilidad ante quien una vez considero rival, tragando saliva para humedecer su garganta reseca antes de con ira, fingida, por supuesto, se paró firme mientras mostraba sus afilados colmillos.

Aleja...- sus palabras quedaron mudas cuando la distancia que les separaba fue disminuida de forma brusca, dejando sus hocicos separados por unos centímetros: suficiente para chocar sus alientos, y dejar erosionado el concreto con sus garras. Muy cerca de la cabeza de Gaomon, casi haciendo que se orine a causa del temor, quien sintió como algunas piedras le impactaban en el rostro y provocaban pequeñas heridas en su mejilla derecha.

Quien manda aquí soy yo, tu solo eres el pulgoso quien solo hablara cuando se lo indique, ¿te ha quedado claro? – Gaomon mantuvo la mirada fija en los ojos de reptil, pero fue incapaz de mantenerla, demasiado poderosa para alguien tan débil, acabando mirando al costado con sus mejillas teñidas de un intenso rojo. Estaba seguro que él estaba sonriendo complacido por su victoria, mas no se animaba a ver- no te he escuchado decir: "por supuesto, amo"- esas palabras comprobaron su parecer al instante.

El problema de Gaomon (Yaoi/Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora