09. Secreta vulnerabilidad

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Mayo.

Durante aquella mañana los rayos del sol entraron destellantes por la ventana de Kim Taehyung. El muchacho se removió incómodo sobre su almohada al sentir un resplandor que le pegaba en el rostro sin compasión alguna, pero fracasó en su búsqueda por encontrar algún sitio de su cama que no fuera iluminado por la luz del sol. La única solución que encontró fue taparse con las sábanas hasta arriba, y cuando volvía a quedarse dormido, el inquietante sonido de su alarma hizo que pegara un respingo molesto. Sin más decidió levantarse y en un salto ya estaba fuera de su cama.

Luego de haber implementado su rutina mañanera dentro de su habitación, bajó al primer piso para prepararse un desayuno ligero, entró a la cocina y se detuvo abruptamente; su padre sabía muy bien como arruinar sus días desde temprano, esa mañana su primer acción fue sonreírle con sorna mientras estaba al pendiente de la cafetera.

—Buen día, ¿Quieres un café? —ofreció Kim Chulmoo y el castaño negó en una pieza, por el momento, no quería nada de aquel hombre que se mantenía frustrado con la vida.

—Ya voy tarde al trabajo —fue lo único que dijo, y aunque era una tonta excusa decidió salir de casa al instante, así que subió hasta su hombro la mochila que llevaba consigo.

Se giró sin titubear, no pensaba despedirse de aquel hombre insensato, pues la única realidad existente era que al señor Kim no le importaba en lo más mínimo la vida de su hijo fuera del tema laboral, o al menos eso creía el fisioterapeuta.

—Ojalá pudieras dejar de hacer tonterías Taehyung —soltó Chulmoo antes de permitir que su hijo diera siquiera un paso.

Y ahí, dándole la espalda a su padre, sintió como en su corazón era enterrada de manera violenta una pequeña daga, provocando una profunda herida que no tardaría en sangrar.

En menos de un segundo se le ocurrieron miles de palabras y reclamos con los que hubiera podido contestar al reciente comentario de su padre, pero por el respeto que aún le tenía y por qué sabía que era una total pérdida de tiempo discutir con una persona así: simplemente se limitó a respirar con profundidad llenando sus pulmones de todo el oxígeno que podía, y con la frente en alto abandonó la rústica casa postrada al pie de la calle inclinada.

Caminó rumbo a la parada del autobús que lo veía irse cada mañana y arribar durante cada ocaso. Iba perdido en sus pensamientos hasta que vio aquella florería que a su madre le gustaba visitar. Sonrió enternecido al percatarse que había en exhibición unos lindos ramos de orquídeas, la flor que una vez fue la favorita de su madre y hoy en día era la preferida de él. Le encantaba ver aquella complejidad en la forma de las flores y lo hermosas que resultaban a la vista por ser tan distinguibles entre las demás, añadiendo a ello su perceptible dulce fragancia cuando el clima yacía cálido por doquier.

Decidido compró el ramo de orquídeas y durante todo el transcurso sobre el autobús se dedicó a admirar aquel encanto que en las flores se apreciaba. Inhaló un par de veces ese aroma suave y meloso que desprendían y pensó en ellas como un perfecto regalo que entregaría antes de comenzar su turno en el área de rehabilitación.

Mientras tanto, Jeon Jungkook había llegado anticipado a su cita con Kim Taehyung. Estaba un poco ansioso por comenzar, pues aunque ya llevaba unas semanas siendo atendido por el castaño de hebras onduladas, aún no veía ninguna especie de mejoría en su pierna, y no por que no hiciera los ejercicios planteados por su profesional, al contrario, los trabajaba a diario en casa, siendo monitoreado por su madre. Más bien la espera le comenzaba a afectar, últimamente se daba cuenta que la paciencia ya no era una de sus virtudes; además de que le gustaba asistir temprano a sus terapias, de esa manera podía divertirse con Jimin y Namjoon jugando videojuegos más tarde.

Noche Oscura || KooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora