WILLIAM
Daniel me llama con mucha insistencia así que debo contestar.
–Lo siento, debo contestar esta llamada.– le digo a Paula mientras me adentro en la casa.
– Dime Daniel, que quieres ahora.
– Sabes que no estamos en muy buenos términos, pero somos socios en esto querido amigo. Ya te tengo parte de la información que me pediste.
– Y? Que conseguiste?
– Esto tiene que ser de frente. Hay demasiadas personas en este sitio.– cierto, se escucha la música de fondo, todo un gallinero de mujeres locas detrás y apenas su voz.
– Sigue, por el pasillo lateral, estoy en el balcón pequeño. Apresúrate
– Ya voy– me dice y cuelga.
Los minutos pasan y Daniel no aparece. Debe andar enroscándose con alguna fulana. Me desespera esperar, así que voy a su encuentro y veo como viene caminando con sus aires de grandeza por todo el camino.
Daniel no es un mal tipo. Todo lo contrario. Pero es necesario por estos tiempos que no nos relacionemos mucho. No deben vincularnos.
– Hasta que al fin – le digo.
– Es que tenía una bella pelirroja que necesitaba de mi presencia– dice tocándose el cabello y llegando hasta mí.
– Pobre chica.
– Ey porque dices eso, yo soy un buen chico– dice sonriendo.
– Daniel, a lo que vinimos
– Ya ya, no te enojes. A ver, Guerra, está mezclado con algo más fuerte. Está en una organización mucho más grande que lo está amparando, más grande de lo que esperábamos. El tiene su vicio y lo va a seguir manteniendo a costa de sus "trabajos de limpieza"
– Ese tipo está muy loco si piensa que se va salir con la suya, limpiar la basura es necesario para ellos y así, llegaremos a los que forman el reguero. Los que dan las órdenes. De alguna manera tenemos que desmantelar toda esta mierda de las calles.
– Sí, está vez espero encontrar algo mejor.
–Ayudaaa, auxilio!! – eran frases que se oían tenuemente a lo lejos pero que me hizo recordarla. Una opresión en el pecho me atacó, y me hizo reaccionar y ver que alguien estaba en problemas.
Corríamos en dirección al balcón, cuando siento otros zapatos corriendo a nuestra espalda en dirección contraria, zapatos o al menos no parecían el taca taca de los tacones de mujer. Pero no le presto atención solo mira en el balcón y no la veo, no puede ser, no puedes ser tú.
Con unos pasos más veo una débil mano sosteniéndose al frío metal. Aunque ya no se sentían los gritos, un jadeo sofocado se escuchaba levemente. Me acerco lo más rápido que puedo al balcón y veo a una débil Paula. Sin pensarlo me lanzo a su mano para sujetarla, en el momento justo antes de que sus dedos soltaran las barandas. Daniel me imitó y juntos subimos su delicado y desplomado cuerpo. Pero terminó tropezando con el metal y echándose encima de mí. Sus pechos aprietan el mío, y su respiración agitada la siento cerca de la clavícula, es un momento tenso pero aún así, ese instante me descolocó. Mi instinto solo me obligó a pegarla a mi pecho y rodear la con mis brazos como si no hubiera un mañana. La luz de la luna nos abrazaba con su manto, logrando que su ritmo cardíaco disminuyera poco a poco.
Vuelvo a mis sentidos cuando veo un Daniel mirando hacia todos lados, hasta que se posiciona frente a nosotros y le tiende la mano a Paula para que poco a poco se coloque de pie. Cuando la situación se calmó y ella miraba hacia el balcón de arriba con los ojos como platos, Daniel y yo nos miramos con una mirada cómplice, cuando él decide romper el silencio.
– Ya estás más tranquila hermosa? Me quieres decir que sucedió o simplemente quisiste admirar el paisaje más de cerca?– le dice a Paula intentando ablandar la situación.
Paula ya está más relajada y le regala una sonrisa tenue.
– Nada, solo tropecé con mi vestido y bueno, ya saben como terminó.
– Segura hermosa? – le dice mirando fijamente la maseta rota de una forma peculiar para haber sido un tropezón, tiene la parte de abajo totalmente quebrada y el cintillo de la parte superior intacto. Aquí hay algo más. Él levanta la mirada hacia ella con la ceja arqueada. –Nada más?
– S-sí, claro, no sucedió nada más, la maseta, s-solo fue un daño colateral en el accidente, lo siento mucho n-no quería romperla– dice ella apenada cambiándole la mirada y mirándome a mi con ojos de súplica e incomodidad. Se veía que su tobillo molestaba, tendría que arreglar eso primero después aclararía ese pequeño accidente.
– No te preocupes, no creo que si quiera se acuerden de que aquí existía una maseta, son tantas que ya perdieron la cuenta donde están cada una. Así que, tranquila y déjame ver tu tobillo que es más importante que una planta– le dice Daniel con su expresión mandato.
Ella intentó alejarse y su tobillo se dobló un poco, haciendo que se tambaleara. Me moví deprisa, reaccionando por un reflejo, la sujeté por la cintura, pegándola a mi cuerpo para sujetarla. La brisa pegó de frente y el olor de su piel terminó impregnado a mi nariz con una tenue nota de vainilla.
*Esta chica va a ser tu perdición*
– G-gracias....William. – me dice mirándome a los ojos estando completamente ruborizada por el contacto. Reacciona un poco y nos mira. Gracias a los dos por salvarme. Tal ves, hubiera arruinado mi peinado si cayera, y después Alexa me mataría otra vez – dice como burla, haciendo un gesto raro, intentando quedar como una señora de la alta sociedad que solo se preocupa de su estilo antes que la misma vida.
– No fue nada linda. Para eso estamos los príncipes azules. Para salvar a la princesa del villano.– dice y ella baja la mirada.
– No pasa nada. No tienes que agradecernos por todo. Aunque no me alegra donde tu cabello. Creo que suelto se ve mejor
Daniel se agacha y le mira el tobillo. No escuchó esa última parte sino, hubiera reaccionado. Estira su pierna y la observa, a lo que ella responde mirándolo con los ojos como platos. Toca el tobillo hinchado,y Paula solo reacciona con una expresión de dolor de sus ojos achinados, no se queja, no grita, solo se tensa. Se nota que le duele, pero no va a mostrar su dolor.
– Te duele si lo giro un poco?– dice y hace Daniel y ella me aprieta la mano como un acto de tensión y dolor. Pero solo le responde.
– Me molesta un poco.
– Querido amigo, creo que deberías llevarla hasta el botiquín y ponerle una venda para evitar que se le tuerza el pie con esos taconazos, que por lo que creo, no tiene intención de quitarse.
Ella lo mira como dándole la razón. Claro que no se los quitará. Fina y divina siempre.
– Ven Paula, vamos arriba, en el que era mi cuarto de niño tengo lo necesario para atenderte– le digo sosteniendo su mano. Intento cargarla en brazos pero ella insiste en que no es necesario. Pero ni siquiera podía dar un paso.
*Esta chica está muy loca, ya va a ver las consecuencias de esto*
Me agacho, la tomo de la cintura y termino colocando su cuerpo sobre mi hombro. Ella no grita por lo bajo, pidiendo que la suelte que no es necesario, mientras Daniel se ríe con sonoras carcajadas.
– Esto lo guardaré para la historia, así que hermosa, compórtate y deja que el jefe te cure el tobillo.– dice mientras nos enseña una foto tomada con su celular mientras estábamos en la discusión – Él no muerde, ni hará nada que no quieras, a menos que tú se lo pidas claro.
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Deja que la vida te sorprenda
RomancePaula Somers es una chica algo excepcional, rara, desenfrenada, un poco excéntrica y grosera, pero aún así, muy insegura de sí misma. Tiene oculto un corazón de oro, que no confía en los hombres e intenta mantenerlos alejados, su camino al éxito es...