Cap. 21: "Una razón para seguir"

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En el momento que vio a Yibo parado en la puerta con el ramo flores, su corazón comenzó a correr, pero nada más se movía. Las palabras no salían. Palabras como "viniste", "te extrañé", "te amo", quedaron atoradas en su garganta. A lo lejos escuchó la voz del doctor Park y sintió como algo lo envolvía por su cintura. La imagen de Yibo girando y alejándose una vez más lo sacó por fin de su trance. Corrió hacia Yibo y sintió como un dolor punzante en su bajo vientre lo hacía arrodillarse. Sintió su vientre duro y todos sus pensamientos se fueron hacia su bebé. Sintió cómo Yibo lo tomaba de la mano y lo ayudaba a levantarse para llevarlo al auto que los llevaría al hospital. Sentir de nuevo a Yibo, le demostraba que no era un sueño, el estaba ahí junto a él. El camino al hospital fue silencioso, las contracciones sólo dejaban lugar para una respiración controlada y cada vez que aparecían el apretaba fuerte la mano que no lo soltó en ningún momento. Podía sentir el nerviosismo de Yibo y en su mirada podía ver todas las preguntas que el quería hacerle. Ahora no era momento de pensar en la conversación que le debía, tenía que concentrarse en que todo saliera bien y que su bebé esté bien. Una vez en la camilla, tuvo que soltar la mano de Yibo, para que lo llevaran al quirófano, dejar de sentir su calor le apachurró su corazón, tenía miedo de no volverlo a ver. Ver el rostro de Yibo angustiado y confuso, no ayudaba tampoco. Una vez en el quirófano, vio como el Dr. Smith se preparaba, lo tranquilizó y le dijo que no se preocupara. También estaba el Dr. Park, quien le aseguró que todo saldría bien. 

Pronto la anestesia comenzó hacer su efecto y Zhan se sumió en el mundo de los sueños. Despertó y se vio de nuevo en la cabaña a las afueras de Shanghai, ese  lugar y los recuerdos que tenia del tiempo que Yibo y él habían pasado allí, eran los que más atesoraba. Caminó por sus pasillos y se dirigió al camino detrás de la cabaña que llevaba a la cascada. El sendero era como lo recordaba, cubierto de una arboleda interminable y frondosa. Al llegar al final del sendero dos figuras se levantaban en la orilla de la desembocadura de la cascada. Un hombre y un pequeño niño. Zhan se detuvo al borde del sendero y observó a la pareja. En en ese momento el hombre se giró. Era Yibo, quien le sonreía y lo llamaba con su mano, en eso el pequeño niño se voltea a verlo. Tenía su cabello negro, sus ojos tenían la mirada de Yibo y su sonrisa era como verse en un espejo. Zhan sintió su corazón como comenzaba a latir, en el momento que quiso alcanzarlos sintió como todo a su alrededor se volvía negro y el bosque comenzaba a envolverlo. Estiró sus manos para alcanzarlos, pero cada vez se alejaban más, en eso escuchó el llamado del niño "ven papá, vuelve con nosotros" y sus pequeñas manos lo alcanzaron. 

Cuando Zhan abrió los ojos  la claridad de las luces blancas de la habitación lo enceguecieron. cerro de nuevo sus ojos volvió a abrirlos lentamente. Una sensación de vacío lo inundo cuando toco su vientre y lo encontró plano, pero en ese momento unas manos tomaron las suyas. Miró hacía arriba y se encontró con la sonrisa de WanYin y los ojos llorosos de XiChen.

"Hey... te tardaste mucho..." la voz tranquila de WanYin, lo tranquilizó a pesar de no saber como todo había salido. Con una voz ronca preguntó.

"¿Mi bebé?"

"Todo salió bien, A-Zhan, no te preocupes... descansa... pronto lo traerán." Zhan quería preguntar por Yibo, pero tenía miedo de la respuesta. Sólo asintió y volvió a cerrar los ojos. Sintió como se despedían y salían de la habitación. Volvió a escuchar como la puerta se abría, pero no abrió lo ojos, pensando que era alguna enfermera o el médico. Sintió como volvían a tomar sus manos y abrió lo ojos, para encontrarse con la mirada de Yibo. Vio como los ojos de su amado se llenaban  de lágrimas y ocultaba su rostro sobre sus manos y estas comenzaban a humedecerse.

"Perdóname, perdóname, perdóname... tarde demasiado... nunca deje de amarte... fui un estúpido..."

Las palabras de Yibo calaron hondo en su corazón. Quien debía pedir perdón era él. Una de sus manos acarició el cabello de Yibo.

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