II. Pasen y vean

62 42 38
                                    

Tras pasar unos momentos de tensión siendo el blanco de miradas al salir del coche, todo pareció encontrar su sitio nada más Oliver gastó la primera broma. 

—¡Mirad quienes están aquí!—gritó Oliver con sus típicas muecas—¡Las Supernenas!

No le faltaba razón, muchas veces íbamos Iria, Lauren y yo por un lado ya que Sarah era un alma libre.

—No cambias, eh.

Lauren fue la primera en acercarse al grupito, avanzando con seguridad y dándole un abrazo a Oliver. Detrás de ella íbamos Iria y yo cual pollitos, percatándose Sarah de nuestra timidez y presentándonos a los demás participantes de la casa rural. 

Me fijé en el primer chico, que era rubio y de ojos azules y parecía misterioso a primera vista. Resultó ser Julian, uno de los amigos de Oliver. A su lado, se hallaba un chico con los rasgos opuestos: más bajo, con el cabello negro y unos ojos verdes amarronados que contrastaban con su tono de pelo. A decir verdad, ambos parecían bastante enigmáticos. Cuando Sarah nos presentó a este último, Adrian, ella me guiñó el ojo y ahí entendí la conversación que mantuvimos en el coche.

 —Tengo aquí las llaves—Oliver enseñó el manojo de llaves, donde había dos o tres como mucho—Vamos a probar si abre la puerta, si no habrá que tirarla a patadas.

Todas nos reímos y dejamos a los chicos ir a juguetear con la cerradura. Ahí fue cuando me di cuenta de que había una chica de más y Sarah no nos la había presentado.  Debía de ser la novia de Oliver, y en verdad era muy guapa. 

—Tu eres Anna, ¿no?—me presenté así de la nada. Ella posó su mirada color miel en mí y me dirigió una tímida sonrisa. 

—Sí, encantada—se acercó a darnos dos besos a cada una—Perdonad, no sabía como presentarme.

Le sonreí cálidamente para que estuviese tranquila, al fin y al cabo solo conocía a Sarah y Oliver y tampoco quería que se sintiera apartada. A pesar de parecer una Barbie, no tenía nada de arrogancia en su tono sino todo lo contrario,  lo cual me sorprendió en su momento.

—Chase va a llegar un poco más tarde—Sarah interrumpió la conversación y se acercó a nosotras de nuevo ya que estaba hablando por teléfono.

Justo en ese momento oímos voces desde dentro de la casa, entonces ahí supimos que al fin lograron abrir la puerta. Nos acercamos rápidamente y nos quedamos paradas en el marco de la puerta, observando como adentrarse en esa casa significaba teletransportarse a los años 80.

 Nos acercamos rápidamente y nos quedamos paradas en el marco de la puerta, observando como adentrarse en esa casa significaba teletransportarse a los años 80

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¡Esto va a ser mejor que Project X!—Oliver dejó sus llaves del coche en el recibidor y Sarah hizo lo mismo —Pasen y vean.

Al poco nos dimos cuenta de que había que repartirse las habitaciones y camas, entonces fue aquello un sálvese quien pueda. Por dentro, la casa era gigante y tenía una distribución algo extraña, los pasillos eran infinitos y me sentía como si me estuviese yendo de campamento. Incluso en algún momento tuve una sensación de deja vu. Lauren, Iria y yo tuvimos la suerte de encontrar un dormitorio con tres camas.

Después hicimos un house tour, siendo Oliver el guía. Nos enseñó la sala en la que se haría la fiesta y nos quedamos un poco asqueados con los baños ya que parecía que no se limpiaban desde el siglo pasado.

—No pidáis mucho, esto es un lugar de batalla y fiestas—comentó Oliver al ver nuestras reacciones generales—Tenemos total libertad para hacer lo que queramos.

Me fijé en que la puerta número seis era diferente a las demás y, sin pensarlo, intenté abrirla. Todos se me quedaron mirando.

—Esa puerta no abre, me dijo la propietaria que bajo ningún concepto la forzásemos—añadió algo autoritario—Debe de ser el trastero o la despensa. 

—Perdón—dije sonrojada—Fue un acto inconsciente.

—Inconsciente vas a quedar luego seguro—Oliver soltó una de sus perlas y todos rieron, pero al menos en ese momento cada uno fue a su habitación a prepararse. 

De camino a nuestro dormitorio, noté a Lauren algo enfurecida. No fue hasta que cerramos la puerta que se expresó libremente.

—¡Esto parece la casa de la matanza de Texas!—chilló con los brazos cruzados—¡Se pegan los pies al suelo y está casi todo sucio!

—A ver, no es lo ideal—me encogí de hombros sin saber que decir, al fin y al cabo Lauren era bastante hipocondríaca—Pero por lo que pagamos no iba a ser esto Versalles.

—Todavía iré a dormir al coche—replicó mientras desdoblaba su saco de dormir encima de la cama. 

—No seas tonta, que luego cuando uno está borracho le da igual donde caerse muerto—Iria abrió su maleta y sacó su ordenador—Yo la verdad que tengo miedo de me roben el ordenador. 

—Bueno, parecen buenos chicos—incluí con un tono inocente, a lo que ambas arquearon las cejas.

—Sí, pero seguramente luego se comporten como animales—contestó Lauren—Ya sabemos cómo funciona esto.

Aquello último se refería a Sarah, ya que de día era una chica muy normal pero luego de noche no la reconocíamos casi. Le intentamos explicar un par de veces que se tenía que controlar, pero como quien oye llover.

A la hora de la cena, decidimos llamar a una pizzería, pero nos dimos cuenta de que no teníamos cobertura. Justo en ese momento de incertidumbre apareció Chase, quien fue nuestro salvador ya que trabajaba en un restaurante y se había traído unas cuantas para el evento. 


LAGUNAS©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora