IV. ¿Qué pasó anoche?

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A la mañana siguiente, conseguí abrir a duras penas los ojos y me sentía como si una apisonadora me hubiera pasado por encima. Lo poco que recordaba de la noche pasada era que fue una fiesta por todo lo alto y que me debí de acostar tardísimo.  La resaca estaba haciendo su acto de presencia y ninguna de mis amigas parecía estar despierta, así que me levanté a por un vaso de agua. 

Aquella sensación era horrible y sentía que iba a desfallecer de un momento a otro. La resaca se me notaba tanto que nada más Oliver me vio llegar a la cocina se asustó.

—Joder Alice, pareces un fantasma—estaba tomándose un café junto con Adrian, quien ni me miró. 

—Me encuentro fatal, la verdad—me puse la mano en la frente, que estaba ardiendo—Nunca me había encontrado tan mal.

Adrian carraspeó y salió de la cocina, y yo suspiré mientras pensaba: hombres. 

—Te lo tiraste, ¿no?—yo asentí con el vaso de agua entre las manos y él reaccionó llevándose la mano a la cabeza—Iba drogadísimo ayer.

—¿Qué?—arqueé una ceja.

—Qué inocente eres, Alice—negó con la cabeza—Es amigo mío pero tiene una personalidad un poco histriónica, hay que saber llevarlo.

Al volver a mi habitación, mis amigas ya estaban despiertas y llegó el momento de recapitular. De repente, surgió la pregunta clave: ¿Qué pasó ayer?

—Pues ayer creía estar bien, pero ahora me doy cuenta de que solo recuerdo fragmentos de la noche—me contestó Iria a punto de morirse—No tengo ni fuerzas para hacer el trabajo.

—Me pasa igual—comentó Lauren mirando a la nada—Qué raro.

En ese momento, se levantó de la cama y nos ofreció ibuprofenos, ya que decía que calmaban la resaca. Si no me quería pasar el resto del día en cama, no tuve más remedio que aceptar y tomarme esa pastilla.

Ese rato estuvimos tumbadas en la cama, recapitulando algunos momentos de la noche pasada. Ahí me di cuenta de que había sufrido un blackout porque a medida que iba avanzando la noche mis recuerdos se volvían inexistentes.

—Pero recuerdas haberlo hecho, ¿no?—cuestionó Iria.

—Eso es de lo último que me acuerdo, a partir de ahí todo se vuelve negro—miré el techo, cubierto de humedad—Aunque tengo el recuerdo de haberme acostado tarde.

—Alice—Lauren se giró hacia mí algo extrañada—Fuiste la primera en irte a dormir. A eso de las cuatro de la madrugada.

—Imposible—negué con la cabeza.

—A lo mejor te levantaste para ir al baño y se te quedó el recuerdo—reflexionó Iria—La memoria es selectiva, créeme. 

—Ojalá olvidar que casi nos intoxicamos—incluyó Lauren, e Iria se rio pero yo no entendí nada y mis amigas se percataron de ello—Alice, tuvimos que salir de la casa porque Chase estaba borracho y abrió un extintor.

—Ahí fuera perdimos la noción del tiempo, tengo el recuerdo de que fue una de las mejores partes de la noche y con la música a todo volumen. 

—¿Llegué a estar ahí?—pregunté confusa.

—Estábamos todos y luego te fuiste—me contestaron con obviedad—La verdad que bebiste bastante anoche, ten cuidado a la próxima.

La conversación quedó ahí y volvimos a caer rendidas a los cinco minutos. Me desperté sobresaltada al escuchar que alguien estaba en la habitación, cayéndosele algo metálico.

—¿Sarah?—dije con los ojos entreabiertos. Parecía estar recogiendo unas llaves del suelo y las volvió a colocar dentro de la mochila de Lauren. 

—Tía, no encuentro mis llaves del coche—explicó con un tono preocupado—Ayer estaba super borracha y pensé que a lo mejor las había cogido y dejado por aquí.

—Siento no poder ayudarte, estoy igual—le dirigí una sonrisa forzada y ella se sentó en el borde de la cama, desesperada.

—Al menos te lo pasaste bien. Yo tuve que aguantar a Chase buena parte de la noche—suspiró—¿Te cayó bien Adrian?

—Sí—repliqué secamente, no sin antes decirle lo ocurrido por la mañana.

—Es un poco especial, yo creo que las drogas le han dejado un poco trastocado. Pero las veces que coincidí con él ha sido muy simpático. Eso sí, no te encoñes con él, es mejor tener a los de ese grupo como amigos.

—Hombres—concluí, esa vez en voz alta. Sarah contempló como las demás dormían plácidamente y se volvió a su dormitorio. 

Me quedé pensativa en la cama, ya que aquel sonido metálico me evocaba algo que no podía reconstruir por falta de hechos. La pastilla de Lauren hizo sentirme mejor, así que di una vuelta por la casa, dándome cuenta del desastre y destrucción que habitaban. 

—Cualquiera diría que ha pasado por aquí el huracán Katrina—comentó Oliver, quien estaba recogiendo el salón, y yo asentí algo perpleja por el estado de la casa—Tienes mejor cara, eh.

—¿Y el extintor?—pregunté así de la nada.

—Ahí—señaló el sofá en el que yacía este—No podemos estar mucho tiempo en la salita ya que la espuma es tóxica, vamos.

Me llevé la mano a la cabeza ya que otro recuerdo quería hacer acto de presencia, pero el proceso se quedaba a medio camino. Oliver y yo salimos fuera de la casa para respirar un poco de aire puro, pasando por delante de la habitación prohibida, así era como la llamábamos. 

—¿Nadie forzó ayer esa puerta?—me fijé en la manilla, y Oliver negó el hecho—¿Entonces de dónde sacó Chase el extintor?

—Ni idea, creo que de la cocina—contestó con franqueza—La verdad que yo ayer también estaba bastante ausente. No recuerdo ni haberme tirado a Anna.

Ya en el exterior, Oliver sacó un cigarrillo y observamos el soleado día, no sin antes fijarnos en las sillas que habíamos dejado fuera la noche anterior.

—Esto parece un aquelarre—ambos reímos ante la gran verdad que yo había soltado. 

A los diez minutos, Oliver dijo que se iba para dentro pero yo decidí quedarme allí disfrutando de mi soledad. Me fijé que en el aparcamiento quedaban solo cuatro coches, lo que me hizo recordar que hubo más gente en la fiesta. 

—Se está mejor fuera que dentro, la verdad—encontré a Anna con los brazos cruzados en el marco de la puerta. Me daba bastante vergüenza las pintas que yo llevaba yo en comparación con lo divina que iba ella nada más levantarse—Vaya nochecita la de ayer.

—Ya te digo, ¿tienes resaca?

—Bastante, sí—contestó algo avergonzada, sentándose a mi lado—Esto me recuerda a mi infancia—dijo con los ojos cerrados mientras le pegaba el sol, como si estuviese haciendo la fotosíntesis. 

—Espero que no te refieras a la resaca—bromée y ella se rio, luciendo su sonrisa de modelo.

—Me has caído muy bien, Alice—dijo con resignación—Yo tuve una infancia algo díficil y estos momentos eran los únicos que conseguía algo de paz.

—Te entiendo—empaticé como mejor pude—Yo era algo violenta y mis padres pensaban que estaba loca. De repente, un día me volví la chica mas tranquila del mundo, y así hasta día de hoy.

—Qué curioso—se me quedó mirando intrigada—Y ahora estudias algo relacionado con los niños.

Detrás de nosotras notaba la presencia de alguien, y casi me caigo al ver que era Lauren la que nos estaba observando.

—Perdón por interrumpir esta bonita conversación—comentó algo vacilona—Pero necesitamos ayuda con la limpieza.



LAGUNAS©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora