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La sonrisa de Min Yoongi era aterradora.

–Otra demanda, colegas.

La noticia fue recibida con un coro de suspiros desganados.

–¿Por qué no respetan el tedio del lunes y esperan demandarnos los martes?

Continuaron con sus tareas hasta la pausa de sus labores donde se reunieron a tomar café en la cocina. El laboratorio se construyó en una casa familiar que Min Yoongi pudo costear y anexar un par de habitaciones extra. Lo cual, facilitaba tener servicios básicos como gas para cocinar y contar hasta con una habitación en caso de quedarse la noche para controlar algún experimento.

–Tené –Seokjin extendió una taza de café a Hyejin, que agradeció con un asentimiento.

Ambos tomaron asiento en la mesa redonda, viendo cómo Jung Hoseok declinó la oferta de cafeína y apostó por tomar su almuerzo tardío. En la cocina flotó el abombado aroma de carne y salsa, lo que hizo apretar los labios a Seokjin que sintió hambre. Su dieta no era vegana como la de Jimin, aunque estaba resignado a unirse a su plan alimenticio para no tener que cocinar. Ahora, en presencia de un trozo jugoso de carne tuvo que replantearse tal decisión.

–¿Podés leérnosla? –Pidió Kang Seulgi cuando ingresó a la cocina junto a la pasante del laboratorio, Jiyoung–. Oh, aun no iniciaron.

–No es nada nuevo tampoco –explicó Hyejin, viendo con diversión cómo Hoseok degustaba su platillo sin el menor interés en la reunión–. Estamos, después de todo, atentando contra la naturaleza.

La ética y la moral, dos conceptos de peso a tener en cuenta. Luego de ver los beneficios de cualquier proyecto científico, claro. Por supuesto, era una picardía omitir o profundizar en aspectos que competen a la bioética cuando se estaba inmerso en estudios, análisis y proyecciones beneficiosas para la sociedad. O, sin adornos convenientes, cuando el proyecto auguraba un prestigio y reconocimiento cuantioso.

Ninguno de los allí presente, desde el jefe y líder del Proyecto Egomet, sus colaboradores Kim Seokjin, Ahn Hyejin y su hermana Jiyoung que realiza sus pasantías en el laboratorio, Jung Hoseok, Kang Seulgi, ignoraban los estatutos legales con los que se sostenía su trabajo. Y las restricciones correspondientes. Las cuales se reducían a, o bien podía resumirse en, el uso probado y eficaz del material génico humano luego de previas indagaciones en animales; que ninguna intervención comprometiera lo que comprende las características humanas fundamentales, como es el caso de la inteligencia, la capacidad de raciocinio y, por sobre cualquier otra, la libertad; que toda práctica génica tendría que prometer una motivación y finalidad sustancial.

–El doctor Choi se ocupará mañana mismo con el protocolo estándar para el caso.

Hyejin, que había estado leyendo los argumentos acusatorios, rio alto al leer:

Humanitos, por favor, ¿cómo un representante legal se permitió el absurdo de utilizar el término humanitos?

Yoongi encogió los hombros, y aunque lucía tranquilo, su semblante pálido –más de lo habitual– denotaba sus ojeras y las líneas de estrés estropeando los alrededores de su boca. También delató su estado la inquietud yendo de un lado a otro en la cocina y el temblor de sus manos que buscó ocultar al entrelazarlas. Todos sabían que estaba interviniendo en las Comisiones de la Ciencia para postular el actual proyecto, Egomet, a un galardón y establecer a nivel mundial los alcances de años de investigación y pruebas. Incluso, y esto solo lo sabía Seokjin, estaba dispuesto a revelar algo que dejaría a todos boquiabiertos y haría que los gritos de protesta resuenen alto y claro.

Pero el impacto, sabían, solo era el punto de inicio. Era la ruptura necesaria para ejercer presión y permitir los verdaderos cambios. El caos como motor creador, y otras metáforas disponibles.

Egomet² [JinMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora