El inicio

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El esplendor del silencio

Título original: The Splendor of Silence

Historia ©Anica.

Personajes de Hannibal ©Bryan Fuller, basados en los de Thomas Harris.

Personajes de Valhalla Rising ©Nicolas Winding Refn.

Traducción ©Αγάπη.

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Traducción autorizada por Anica, prohibida su reproducción por cualquier medio y/o sin mi autorización previa.

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Notas del(a) Autor(a): ¡Por y para KoolJack1!

Me encantó su historia Humane —amé la idea de Un-Ojo y Will—, y ella fue tan amable de compartirlos e, incluso, revisar y corregir mi escrito.

Nota de la Traductora: Debido a que al traducir del inglés al español se pierde cierto sentido y/o el ritmo de Anica, la traducción no es 100% fiel, aunque respeté y mantuve la intención/contexto del original.

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El inicio

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Will Graham soltó una risita mientras tomaba el palo del pitbull mestizo, volviéndolo arrojar por el sendero, se limpió la baba del perro en la chaqueta y metió la mano en el bolsillo, aunque el invierno estaba llegando a su fin, seguía entumeciendo sus manos.

Uno de los terriers más pequeños volvió con el palo, lo tomó y, con la mano libre, le rascó la cabeza.

—¿Lista para volver a casa, pequeña? —Se giró hacia su hogar, a unos veinte minutos de distancia, lanzó el palo, los perros lo pasaron corriendo, se detuvo cuando contó seis, volviéndose, encontró a su más reciente adquisición, Winston, rascando el borde del camino—. Déjalo chico. —Silbó para llamar su atención, Winston no hizo caso, chasqueó la lengua, sin respuesta, suspiró—. Vamos, amigo, es hora de volver a casa y ver a papá beber un poco, ¿eh? ¿Qué...? —Jadeó al ver unas botas, al instante siguiente, estaba corriendo hacia Winston, preparándose mentalmente para encontrar un cadáver, no sería el primero y, si Jack se salía con la suya, tampoco el último.

Entre la maleza y la hojarasca yacía un hombre unos años mayor que él, sin camisa, con una larga gabardina y unos viejos jeans. Will volvió a jadear, estiró los dedos temblorosos hacia el grueso collar de cuero y metal en la garganta del hombre, no llegó a tocar la piel, su mano fue interceptada antes, tratando de alejarse, miró por primera vez al rostro del hombre: estaba lleno de cicatrices, el ojo izquierdo no era más que un amasijo de tejido, pero el ojo derecho, el ojo derecho abrasó a Will con tal intensidad que aceleró su corazón.

—Está bien. —Se escuchó decir—. Todo va a estar bien, te ayudaré. —El hombre parpadeó y el agarre en su muñeca cedió—. Quédate conmigo. —Inclinándose sobre el hombre, le palmeó la mejilla y tiró de la manga de la gabardina—. Necesito que te mantengas despierto, ¿vale? No puedo cargarte.

Logró que el hombre le pasara el brazo por un hombro y lo arrastró hasta que se puso de pie. En todo el camino a casa, mantuvo una charla constante, sin recibir respuesta, creyó que el hombre estaba guardando sus energías para no desmayarse. Siguió hasta la puerta del pasajero de su auto, abrió y prácticamente lo lanzó al interior. Un gemido escapó de su boca cuando el peso sobre su hombro desapareció. Se apresuró a la parte trasera, a las botellas de agua que siempre guardaba (un hábito adquirido al crecer en el abrasador calor del sur), e hizo que bebiera un poco antes de que se desvaneciera.

El esplendor del silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora