—¿Reunirnos todos? ¿Dónde, aquí? —Yuji señaló a su alrededor.
Satoru caminaba a lo largo del cuarto, tomando algunos libros, ojeandolos y luego volviendo a dejarlos en su lugar de antes. Ante esa pregunta se cruzó de brazos, apoyando la barbilla sobre una mano.
—¿Aquí? No... No, este sitio es más personal.
¿Personal?
Yuji se sintió extraño, sintió que estaba invadiendo el espacio de intimidad de Satoru a la fuerza y que él era demasiado educado para echarlo.
—Gojo, de verdad, si quieres estar solo... ¡No me importa irme!
Satoru se acercó a él y levantó una mano, Yuji se puso bizco, siguiendo la extremidad con la mirada, sacandole una sonrisa a Satoru.
—No acostumbro a mentir ni a consentir a la gente por pena, si te he dicho que te quedes, es porque quiero que te quedes. —Yuji sintió como Saturo revolvía su cabello, los dedos albinos enredandose en los hilos rosados y luego retirandolos con suavidad.
Itadori sintió sus orejas enrojecer y elevó sus manos para taparlas.
—Pero es tu sitio personal, al que vienes a estar solo...
—Bueno, entonces ahora es el sitio al que vengo a enseñar magia a un alumno de primer año al que le cuesta el aprendizaje rápido. —La sonrisa de Gojo se hizo aún más grande.
Ahora Yuji ya no sabía si era natural que el corazón le palpitara a más no poder en la cabeza, o si era normal sentir tanto calor al punto de querer quitarse la túnica. Ya no sabía nada, solo era consciente de que su cara estaba tan caliente como la lava.
—¡Pero ya no me cuesta tanto! —Alcanzó a decir. —Aguamenti no se me da tan bien, pero Incendió me sale de maravilla, mira...
Satoru levantó las manos rápidamente para detener a Yuji, que ya tenía la mano metida en el bolsillo para sacar la varita.
—¡No, no! Te creo, no hace falta que me enseñes. Quizá la próxima, cuando no estemos en una habitación cerrada, si lo hacemos aquí los libros seguro que arderían enseguida. —Apretó el brazo del menor.
Éste frunció el ceño, y su labio inferior sobresalía un poco.
—De acuerdo... Pero prometelo. —Yuji se abalanzó a él, rodeando con los brazos la anatomía alta del mayor, hundiendo la cara en los pliegues verdes de su túnica, Gojo se tenso un poco al principio, pero pronto Yuji sintió las manos del albino se posaban en su cabello.
El revoltijo en su estómago aumentó, sintiendo como el mundo se ponía en blanco y negro ante las simples caricias del contrario. Entonces Yuji se preguntó si Satoru se sentiría de la misma manera que él.
—Seguro.— Alcanzó a escucharlo. —¿Sabes que sala esta?— Satoru sintió como el menor negaba, todavía manteniendo la cabeza apegada a su cuerpo. —Es gracioso, en mis dos años aquí, nunca vi que alguien más entrará aquí.
Yuji se relajó aún más, separándose del más alto.
—¿Nunca?
—Nunca.— Repitió como una grabadora. —Es extraño que dos personas coincidan en esta sala.
Itadori se quedó pensando en todo lo que Satoru le había dicho, pero éste continuó hablando.
—Así que supongo que, si apareciste aquí, es que en el fondo ya me había cansado de estar solo.— Le dijo el albino, bajando la cara levemente, sus lentes oscuros se deslizaron por el puente de su nariz, dejando ver los ojos azules que poseía. —Eres entretenido.
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♡⃕ Estrellas Fosforescentes.
Fanfiction» Yuji no puede creer que un hechizo tan simple le cueste tanto trabajo, así que en medio de su pánico y sus pensamientos llenos de ansiedad, no se da cuenta de que un par de ojos de mar lo miran con gracia a través de un profundo cristal negro. « ♡...