ʙᴏʏғʀɪᴇɴᴅ

08

Un mes más pasó. Curioso, ¿no? La manera en la que algo se desvanecía poco a poco. No, no hablo de los sentimientos que Kim había desarrollado por el Castaño, hablo de la cercanía que ambos tenían.

Se desvaneció en el aire, así nada más.

Minying continuaba con su plan macabro —como le decía Taehyung— usando a Jungkook como anzuelo. Kim había seguido conversando y cruzando palabras con Ji-hu y se le hacía algo curioso que el palido Park aún no haya hecho el intento de "matarlo".

Justo en ese instante, estaba viendo su libreta de matemáticas. Las odiaba. Pero odiaba más el sentimiento del vacío que en su estómago comenzaba a formarse.

¿Será que se había hecho dependiente de esas estúpidas mariposas?

Después de mucho bla, bla, bla y algunos que otros números concurridos y complejos, dejaron salir al rubio a su muy merecido descanso. Bueno, no lo veía así. Prefería estar encerrado en un aula, con alguien que le enseñara algo, a estar sentado en una mesa de la biblioteca recordando a Jeon.

O aún peor, en la cafetería viendo como Minying lo sujetaba por la cintura.

¿Qué le había hecho al mundo para merecer aquello? Cuidaba a los animales, regaba las plantas, ayudaba a gente que no conocía. Lo único malo era su actitud fría y aislada. Era casi, casi un buen chico.

De nuevo nos encontrábamos en aquel lugar silencioso. ¿Por qué le gustaba tanto la biblioteca? No le gustaba mucho leer. Quizá era el recuerdo del chico o que ahí podía pensar sin nadie hablando estupideces.

— ¿Sabes que eres muy tonto? —la voz de Min resonó delante de él.

Levantó la vista entre divertido y ofendido, pero terminó rodando los ojos con exageración. Mr. exageración era su nombre. Claro.

Ji-hu había estado observando a Jungkook y a Taehyung. Logró llegar al punto al cual se había propuesto desde un inicio. Sabía que no era el único que notaba la tensión entre Jeon y Kim, y también sabía que no era el único que notaba cuanto se deseaban el uno al otro.

— ¿Ahora por qué? —soltó Kim gracioso enterrando su cabeza en el libro que había escogido por su delgadez.

— Estás aquí —apuntó Ji-hu al lugar espacioso que olía raro—, ahí sentado. Ha pasado un mes y ni si quiera se han dirigido la palabra.

Ji-hu llegaba a ser realmente inteligente. O lo era siempre, mejor dicho. Podía comprender cosas muy rápidamente si así lo quería.

En cuanto a Taehyung... Este tema lo tenía demasiado mal como para comprender lo que pasaba.

— ¿Por qué le tengo que hablar yo? —cuestionó Taehyung curioso—. Él fue el que no me aclaró nada.

Ese era su pensar. Suponía que aquella falta de aclaraciones era la razón perfecta para mantener distancia. Eso había entendido de todo, y aunque deseaba con todo el corazón saber qué le pasaba a Jeon, no podía

Quería respuestas cuando él ni si quiera había dado las preguntas.

Se sentía algo mal por estar pensando en Jeon, pero después de todo tenía que afrontar el problema. Pues sí, estar enamorado era un completo problema. Todo le resultaba tan extraño y tan conocido a la vez. Una sensación de caer y volar.

— ¿Y tú le aclaraste lo que sientes?

La pregunta hizo pensar a Kim. Por un segundo se le hizo estúpida pero después de repetirla en su cabeza, todo cobró razón.

Había muchas de posibilidades, muchísimas. Mundos donde quizá ellos estuvieran juntos después de la muerte o donde nunca se conocieron.

¿Qué tal si Taehyung le hubiera dicho lo que sentía? ¿Algo cambiaría en el pensar de Jungkook?

— ¿Qué me estás diciendo, Min? —se sentó bien en su lugar y dejó de prestarle atención a otras cosas.

— ¿Por qué no le dices lo que sientes? —Ji-hu volvió a cuestionar.

Raro.

Había muchas razones. ¿Jeon Jungkook con Kim Taehyung? Pocas posibilidades.

Jungkook estaba un poco fuera de su límite, era alguien que era demasiado para tan poco. No se consideraba bueno para él. También estaba el hecho de no saber qué demonios ocurría entre Park y Jeon.

Eso le comía la mente a cada segundo. Celos, eso eran exactamente. Tenía celos de no poder ser esa mano que Jungkook sujetaba.

Se repetía constantemente que él mismo podía ser su novio, que necesitaba uno nuevo. Y es que Jungkook era de alguna manera tan adictivo. Estaba seguro que Jungkook podía conseguir algo mejor que lo tratara de correcta manera.

— Él está fuera de mi alcance —respondió con una sonrisa rota—. ¿Entiendes?

[...]

— Hola, mamá —habló entrando a su casa.

Estaba cansado y solo se quería tumbar a dormir todo lo que restaba de la tarde. Ya no le importaba absolutamente nada, ni si quiera tenía hambre.

Su madre lo vio decaído y automáticamente se acercó a él, importándole poco que la comida que tanto se había tardado en cocinar de quemar.

— ¿Estás bien, Tae? —le tomó por la mejilla y le dedicó una sonrisa completamente genuina.

Su madre era espectacular. La amaba.

— Problemas con... Ya sabes —arrugó la nariz restándole importancia.

La señora Kim dejó pasar esa vez el estado de su hijo. No le gustaba verle así y algo le decía que tenía que ver con ese chico del que le había contado hacía algunas semanas.

Taehyung subió a su habitación y se tumbó en la cama a admirar la belleza de sus cortinas, eran largas y azules. Un tono de azul poco común que alguna vez vio usar a Jungkook.

Ahí vamos de nuevo.

Todo lo llevaba al castaño de sonrisa de conejo. Se colaba en sus sentimientos a cada segundo y eso le resultaba irritante. Hasta en la comida de su mamá se aparecía.

— ¿Y si Ji-hu tiene razón? —preguntó al aire, a él mismo.

Se le daba por tener conversaciones con él mismo a menudo. Se tardaba así horas y horas y horas. Suponía que era sano, pero a veces se explotaba la cabeza con sus propios problemas.

— Deberías hablar con Jungkook—tocaba su barbilla de lado a lado.

Y después de mucho, mucho, mucho pensar se dio cuenta sobre lo que era correcto.

Tenía que hablar con Jeon Jungkook y aclararle las cosas.