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Y es así como algunas cosas van bien, y otras mal. Cuando todos los ven caminando por el pasillo con un Kim cabizbajo y a Jeon sonriente viéndole. La realidad era tal; no se esperaban ninguna de aquellas cosas desde un principio.

Y en aquel instante, estaban en la biblioteca esperando a que Taehyung terminara de leer para comenzar a escribir su ensayo. Jeon se había separado por unos momentos tan solo para ir a conversar, y le había comentado a Taehyung que no regresaría hasta dentro de un rato.

— Bla, bla, bla —comenta Taehyung aburrido y se plasma la cabeza en la mesa de madera con rudeza, sin llegar a golpearse.

— ¿Puedo sentarme?

Le parece un poco reconocida la escena, biblioteca, más él aburrido, más Jeon, más un intercambio de palabras. Taehyung sonríe enternecido ante la belleza de su lindo novio a la vez que asiente enérgicamente.

— ¿Qué quieres, Kook? —pregunta en tono duro, fingido a su novio.

— Ugh, te vi algo solo —responde fingido—. Vine a hacerte compañía.

Por un momento, todo a su al rededor se congeló. Los ojos de ambos parecieron centrarse en el otro, como si ninguna otra alma existiera. Taehyung apreciaba el arte que tenía al frente suyo, le resultaba inútil creer que valía algo para su novio, porque Jeon realmente era invaluable, único a su rara manera de ser.

Y Jungkook apreciaba a Taehyung. Todo en él, comenzando por su lindo cabello hasta lo que llegaba a ver de su figura. La sonrisa que le dedicaba, juraba pronto le haría estallar en miles de tonos rojizos. Prono sería deseador de esos labios suaves y carmesí a los cuales se había hecho completamente adicto. Le gustaba saborearlos entre sus labios, y morderlos como si de un dulce se tratara.

— Es gracioso —mencionó Taehyung regresando a su bella realidad—. La primera vez que hablamos te pregunté sobre Minying.

— Eras muy raro, Jeon —dice Kim con una sonrisa—. En realidad, en aquel instante lo que menos quería era hablar de Jimin.

No habían sido buenos días, pero increíblemente Taehyung había subido el ánimo de Jungkook. No había pasado demasiado tiempo desde aquello, y por lo tanto era un copo de nieve sin derretir. Jeon sabía lo mucho que Taehyung odiaba a Minying, pero nunca había sido fan del odio. De igual forma, Minying se había intentado disculpar de formas distintas, claramente Min había contribuido, pero lo apreciaba de todas maneras.

— Minying me parecía mal novio para ti —vuelve a hablar el mayor—. Y en mi mente pensé que yo podía ser mejor novio que él.

— Y lo eres.

Taehyung le sonrió a su novio, quién le miraba atento buscando una imperfección inexistente. Era simplemente hermoso, en todos los sentidos de la palabra.

— Odiaba a tu novio.

— Lo sabía —ríe Jeon —. Pero ya qué, de no haber sido por Minying, quizá no hubiésemos hablado. Mírale el lado bueno.

Mirarle el lado bueno. Comenzando desde el punto en el cual Kim se sintió volar. Cuando todo comenzaba a mejorar, y Jeon se comportaba de una manera exuberante que adoraba. La vez en la que se dio cuenta que está completa y perdidamente enamorado del chico de la sonrisa conejo, que tenía miles de cosas por decir. Tonterías, Park Minying había sido de muchísima importancia.

Y se lo agradecería después de darle un buen golpe en la nariz. Porque sí, se lo tenía muy bien merecido. Nadie tenía por qué romperle el corazón a Jeon Jungkook, si él era un rayo de sol en medio de toda la lluvia que las demás personas cargaban; y no importaba que tan opaco fueras porque él te haría brillar.

— Soy una nube gris de agua, y tú un rayo de sol —dice Taehyung en voz alta a su novio. La sonrisa de Jungkook se ensancha más y presta atención recargándose en la palma de su mano—. Soy la nube que todos odian, la que trae lluvia y tormenta y tú el sol que alegra a las personas.

Jungkook sabía a lo que se refería, pero no estaba de acuerdo del todo. Su novio no lograba entender que su manera fría de ser, junto con su timidez eran total y completamente bellas. ¿Cómo se lo podría hacer entender? Kim era tan terco, y testarudo.

—Taehyung —llama a su novio a la vez que toma su mano—. Yo amo la lluvia —musita. Música para los oídos de cualquiera, su melodiosa voz—. Además, lluvia más sol, igual a arcoíris.

Una sonrisa emerge de su cara. Es a lo que Kim se refería, su novio, su alegre y hermoso novio lograba sacar lo mejor de ti en pocos segundos; les veía el lado bueno a las cosas, aunque estas parecieran malas. Todo para él lograba ser perfección, a pesar de ser más que imperfectas. A los ojos de su novio no había algo horrible, o feo. Todo era bello, un edén.

— Jungkook, me gusta tu novio —dice Taehyung abrazándolo con fuerza.

Lo sentía entre sus brazos. Como si el chico intentara apegarse cada vez más, y todo siempre con él. El pelinegro temía por su corazón, pero le confiaba todo a Taehyung. Sabía que lo cuidaría bien, y si no era así, el precio que tendría que pagar estaría en cuenta.

— A mí también me gusta mi novio —responde Jungkook viéndole. Sus labios, demonios, son deliciosos.

Así se acerca a besarlo en plena biblioteca, sin importarle que posiblemente todos los vean y les intenten decir algo. Eran ellos dos, y nadie más. Los labios de cada uno chocando sincronizadamente, sintiendo el sabor del otro como cuando quieres tener en tu boca el sabor de algo que te agrada. Un beso que expresa más que palabras, nada que sea posible fingir. Un beso de amor, y no ese tonto amor del que todos hablan y parlotean. Si no, de ese amor que logra hacer que tu corazón se acelere a la vez que intenta tranquilizarse. Un amor que nadie podría explicar. 

ʙᴏʏғʀɪᴇɴᴅDonde viven las historias. Descúbrelo ahora