Me gustaste desde que entraste por la puerta de mi gran casa. Nunca te había visto antes y me pregunté quién eras, lo supe cuando tu familia entró por la puerta: el hijo del socio de mi padre.
Llamó mi atención tu peculiar forma de vestir. Vans oscuros, pantalones entubados negros, playera de licra y saco del mismo color; resaltaba tu cabello rojizo.
Tomaste mi mano y besaste el dorso de ésta, mis piernas comenzaron a temblar, no pude ocultar mi nerviosismo. Comimos y la charla no se hizo esperar, tú no hablaste y yo no podía darme el lujo de escuchar tu voz; mi prima y yo te observamos, nos descubriste. Sonreiste.
Sentí que fue para mí...