Sonríe, eres preciosa.

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Cuando ya he conseguido dormirme un ratito, oigo risas y pasos que se acercan. Alguien abre las tienda y rápidamente se tiran encima de los que duermen dentro mientras otros tiran de los sacos para despertarlos y que les entre frío.

-Va chicos, vamos a pitar para la reunión en cinco minutos- oigo que dicen desde lejos- que nos hemos dormido y tenemos muchas cosas que hacer- todos los días igual, y siempre con prisas a vestirnos y prepararnos para el día, el largo día -.

Me pongo el uniforme que consta de una camisa azul, que estoy deseando cambiar por la roja, y la pañoleta. La miro. Que bonita es. Es de un fondo azul con rallas rojas y blancas, pero esta sucia y el blanco ya es gris. Por lo menos no la he perdido, porque de normal el segundo día ya ha desaparecido y el último, al levantar el campamento, está donde la deje, por ahí tirada. Suelo ir dejando las cosas por ahí y las encuentro cuando ya no las necesito.

Cojo un palo con una tela y el sucio lobo cosido- aquí lo llaman bordón- y corro cuesta abajo. Bajar la cuesta es fácil, pero subirla...

Donde deberían estar todos ya, no hay más de cuatro personas, de las cuales ningún monitor. Después de tanta prisa y ni ellos están a la hora que toca. A ver si vienen ya todos, acabamos esto de una vez y nos vamos a tomar el apetecible desayuno que consta de dos tostadas quemadas y leche, con nata y todo.  Me lo comeré igual ya que hoy será un día de trabajo, como el de los catorce siguientes.

Están hablando de lo que vamos a hacer hoy, pero no escucho, estoy demasiado pendiente en no dormirme, hasta que oigo mi nombre. Están repartiendo las cartas del buzón, me acerco vacilante, nunca me envían cartas.

Es un papel arrancado de una libreta cualquiera.
No pone de quien es, solo mi nombre en letra algo ilegible, nerviosa la abro y leo: sonríe, eres preciosa. 

Inevitablemente lo hago. 

Aunque enseguida me pongo seria, pensando que quien podrá ser, seguro que no habrán sido más que mi hermana y sus amigas. Las miro, ellas van a lo suyo. 

Lo releo y lo vuelvo a leer por tercera vez, es increíble.  Tanto que paso, seguro que es una broma pesada, no soy guapa y menos preciosa. 

Noches de desvelo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora