Chocolate I

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Era una hermosa y tranquila mañana de domingo cuando Emira Blight se despertó por un fuerte ruido proveniente de la cocina.

Al inicio, la mayor de los hermanos Blight no le prestó mucha atención. Después de todo, era normal escuchar varios ruidos fuertes en la mansión. Ella y su gemelo, Edric, eran los responsables de los muchos desastres que ocurrían. Desde las varias fiestas que organizaban cuando sus padres estaban fuera, que era bastante a menudo, hasta sus experimentos con varios tipos de hechizos que podían mezclar.

Emira volvió a cerrar los ojos, creyendo que Edric probablemente estaba jugando con las pociones en la cocina. Después de todo, su hermano había pasado toda la semana intentando crear algo que lo ayudase a hacer trampa en los exámenes. Hasta ahora, no había tenido éxito, por lo que tuvo que tragarse su orgullo y pedirle ayuda a Emira. Aprovechando que sus padres habían salido de viaje y no regresaría en una semana, podrían hacer cualquier cosa sin preocuparse de limpiar su desastre.

—Aunque ahora que lo pienso bien, —Se dijo Emira a sí misma—. Edric y yo pasamos toda la noche intentando crear esa estúpida poción de invisibilidad. Y nos dormimos hasta tarde porque Amity insistió en que limpiáramos la cocina para evitar otro accidente como el del mes pasado. Y Edric y yo compartimos habitación porque nuestros padres son demasiado tacaños como para darme un cuarto para mí misma. Y Edric está a mi lado porque puedo escuchar sus ronquidos.

Emira se quedó mirando el techo por unos segundos mientras su mente procesaba lo que estaba ocurriendo. Por unos segundos pensó en lo que estaba ocurriendo y cerró los ojos con fuerza para poder concentrarse mejor. De repente, se levantó, se acercó a la cama donde dormía Edric y le empezó a dar de golpes en el hombro para que él se despertara.

—¡Despierta, idiota! —Emira le siguió pegando en el hombro, nada demasiado fuerte para no lastimarlo, pero lo suficientemente doloroso para que no siguiese dormido. Su hermano tenía la mala fama de tener el sueño pesado—. ¡Alguien se metió a la casa!

—Deja que se lleven lo que quieran... —Edric sonaba adormilado y parecía no entender la gravedad de la situación. O simplemente no le importaba—. Mientras me dejen dormir no hay problema.

—Por el Titán, ¿no te importa que nos puedan secuestrar o algo parecido?

—Si no me despiertan, me pueden llevar a donde quieran.

—Hermano. —La peliverde dibujó un círculo en el aire sobre la cabeza de su hermano. Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas, se dijo a si misma Emira mientras evitaba no sonreír—. Recuerda que tú me obligaste a hacer esto.

Una cubeta llena de agua cayó sobre la cabeza de Edric, mojándolo y haciéndole un moretón grande en la frente. El chico se levantó inmediatamente, gritando maldiciones y sujetándose la cabeza con las manos. Edric observó a su hermana abriendo la puerta de su habitación antes de voltearse y dirigirse a él.

—¡¿Qué demonios te pasa?! —Gritó Ed.

—No sé si te has olvidado, querido hermano, pero tenemos una hermanita menor con nosotros. Manoplas podrá protegerse a sí misma, pero no quiero tomar ningún riesgo. Así que ponte tus pantalones, deja de lloriquear por el golpecito en tu cabeza y vamos a patear traseros.

—Ya entendí, ya entendí. —Edric agarró un bate con el que solía jugar y salió del cuarto junto con su gemela. Mientras despejaba su cabeza empezó a entender la gravedad de la situación. Pocas personas en las Islas se atreverían a asaltar la mansión Blight, generalmente enemigos de Odalia o Alador Blight. Y de las pocas personas lo suficientemente locas para hacerlo, la mayoría eran peligrosas o dementes.

Mientras bajaban las escaleras, un pensamiento le cruzó por la mente—. Oye, ¿no crees que deberíamos avisarle a Amity?

—Deberíamos. Pero confío en que nosotros podamos resolver esto solos. No quisiera preocuparla por nada.

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