Capítulo 33

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Sábado 2 de julio de 2017, veintitrés días después.

—¿De excursión? —preguntó Isa instantes antes de que Hannah colocara la nota encima del cojín de la cama permitiéndole verla. "Nos hemos ido de excursión (con permiso ehh). Isa se lleva el móvil" decía. Isabella elevó una ceja—. ¿Tenemos permiso?

La chica de las sonrisas maliciosas se encogió de hombros mientras su característica sonrisa se asomaba entre sus labios.

—Lo tendremos.

» O no —añadió uno segundos después.

Sin dejarle replicar se colocó una mascarilla -que también sacó del bolsillo de la sudadera- y se dirigió a la puerta con paso seguro. Isa no tuvo más remedio que seguirla. Estaba casi encima de sus talones cuando esta se paró en seco. Isa estuvo a punto de comérsela.

—¿¡Qué haces?! —exclamó con el corazón martilleándole en el pecho.

Hannah le indicó que guardara silencio. Comprobó que no hubiese nadie que les estuviese prestando atención y con un movimiento rápido se coló detrás del mostrador de enfermería. Con sorpresa Isa contempló como escribía algo con rapidez y posteriormente se dirigía hacia ella montada en una de las sillas con ruedas del escritorio que había pispado.

—¿Nos vamos? —preguntó. A pesar de la mascarilla su sonrisa se intuía perfectamente.

—Vámonos —contestó a regañadientes, aunque era muy consciente de que la seguía porque quería. A fin de cuentas, no la estaba obligando ni nada.

Hannah le regaló una sonrisa maliciosa antes de guiarla hasta la sala de espera. Ganándose unas cuantas miradas curiosas de aquellos adres y niños que esperaban salieron al jardín. Isa siguió a Hannah por todo el sendero hasta llegar a la puerta principal del hospital. Y allí, colocando la silla y sacándose la sudadera para quedarse en top, se sentó tan pancha, elevó el rostro y cerrando los ojos se puso a tomar el sol. Así como si nada.

Muerta de vergüenza Isa contempló la gente que las observaba al entrar o salir del edificio.

—¡Hannah! —susurró entre dientes mientras su rostro iba tiñéndose de rojo. Todo el mundo le estaba lanzando miradas curiosas, podía ser por su extremada palidez, por la vista del catéter que llevaba, por encontrarse una chica tomando el sol en la entrada del hospital, por la sonda nasogástrica y la mascarilla que le cubría medio rostro, por su cabeza calva o por la suma de todas las anteriores, Isa no lo sabía del cierto, tampoco le importaba. Se llevó las manos al rostro mientras deseaba que la tierra se la tragara—. vámonos, por favor —le suplicó mientras le tiraba de la mano.

—Isa, Isa, Isa... Pero si se está de muerte, disfruta de los pequeños placeres de la vida —le contestó sin abrir los ojos. Y en ese momento abrió solo uno de ellos y lo clavó en ella. Isa soltó una risa nerviosa.

—Ay Dios mío, Dios, Dios... —empezó a murmurar mientras presa del impulso se colocó a su lado y elevó el rostro hacia el sol—. ¿Qué narices estoy haciendo? —se lamentó cerrado los ojos con excesiva fuerza. A su lado escuchó una risa, y bueno, los comentarios susurrados de todos aquellos que pasaban por su lado.

Unos minutos después, donde Isa se había retorcido los dedos hasta tal punto que empezaban a dolerle, incapaz de relajarse, su teléfono le avisó de un nuevo mensaje. Agradecida por la excusa se incorporó para observarlo. Se colocó una mano encima de los ojos para lograr ver la pantalla y entonces deseó de corazón no haberlo hecho. Se trataba de una foto de ellas dos tomada desde arriba. Elevó la mirada hasta encontrar a Lena en una de las ventanas. Isa apenas era capaz de verla, pero se imaginaba perfectamente la sonrisa divertida que estaría poniendo.

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