Capítulo 15

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Lunes 19 de junio de 2017, diez días después.

Al igual que todos y cada uno de los días anteriores, Isabella se despertó cuando a las siete de la mañana entró la enfermera del turno de mañana para hacer los controles rutinarios de temperatura, tensión y frecuencia cardiaca y respiratoria que se hacía a todos los pacientes. Su primer pensamiento fue para la quimioterapia.

«Hoy empiezo». Ese pensamiento era reconfortante y aterrador a la vez. Era un primer paso para curarse, pero también para empezar a sufrir efectos secundarios. Pero era un paso necesario, y cuando antes empezase antes acabaría todo ¿No? Por más que costase tenía que mantenerse en esa línea de pensamiento.

Conversó con su padre y la enfermera mientras esta realizaba las distintas pruebas. Media hora después le traían el desayuno.

Isabella se estaba comiendo la manzana que le habían traído junto un par de bollos que ya habían desaparecido de la bandeja, cuando Hannah entró con su habitual alegría y como ya era costumbre: sin llamar.

Se apalancó en la parte baja de la cama de Isa sin reparo alguno.

—Buenos días a vosotros también —exclamó con su jovial ironía habitual mientras se examinaba las uñas con exageración.

—Buenos días, Hannah —la saludó David a la vez que se levantaba de la butaca donde había pasado la noche y tras estirarse se despedía de Isabella dándole un beso en la frente—. Ahora vuelvo. Voy a por un café y algo para desayunar.

—¡Tómate tu tiempo! —gritó la chica de las sonrisas maliciosas cuando el padre de Isabella estaba ya cerrando la puerta. El grito de David se escuchó a través de la puerta cerrada.

—¡Lo que usted mande, señorita!

Ambas soltaron una risita.

—Y que, ¿cuál es el planning de hoy?

Isabella lo tenía claro: —A las once tengo un electrocardiograma y un ecocardiograma —respondió marcando excesivamente las silabas para no saltarse ninguna— y a las cinco empiezo... —no acabó la frase. Sabía que Hannah ya lo sabía—. ¿Y tú?

—Nada de nada. Conque el diablo rojo, eh... Empiezas fuerte —al ver que Isa fruncia el ceño siguió hablando—. Es la quimio esa de los problemas del corazón. Doxorrubicina aka el diablo rojo.

Isabella le regaló una sonrisa tensa mientras observaba atentamente como la chica de las sonrisas maliciosas enganchaba los dos pies de gotero a la silla de ruedas de Isa y le indicaba que se sentase.

—¿Dónde vamos?

—A mi habitación, donde tenemos dos camas y una maravillosa televisión con Netflix pirata.

Isa elevó las cejas levemente, sorprendida. ¿Pero que se esperaba? Estaban en un maldito hospital, no todos los días podían ser una aventura.

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