25| Secreto

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El castaño no entendía cómo las cosas habían terminado así. La habitación se sentía tan sofocante, el aire denso con el calor de sus cuerpos entrelazados. Un extraño, pero agradable calor recorría su cuerpo, llevándolo a una sensación de vulnerabilidad y deseo que no podía explicar completamente. Sentía cómo las manos del pelinegro apresaban su cintura con una firmeza suave mientras permanecían recostados en la cama, sus cuerpos tan cerca que apenas había espacio entre ellos. El roce de la piel del pelinegro contra la suya lo hacía sentir una mezcla de hormigueo y calor, cada pequeño toque parecía resonar en lo más profundo de su ser. Las mejillas del castaño ardían con el rubor de la vergüenza, pero también con un deseo nuevo y desconocido, mientras mordía su labio inferior, intentando mantener el control.

El pelinegro escondió su rostro en el cuello del castaño, el suave aliento contra su piel hizo que el menor se tensara, su corazón acelerado, y sus manos inconscientemente se apretaron contra las sábanas. A pesar de la cercanía, aún sentía la necesidad de que todo fuera perfecto, de que su novio no viera su vulnerabilidad, su temor a lo desconocido. Las manos del pelinegro seguían explorando suavemente su cadera, y un estremecimiento recorrió su cuerpo al sentir su tacto tan cercano.

-Will... -susurró el pelinegro, su voz baja y cargada de una mezcla de ternura y deseo, el sonido de su nombre en sus labios resonó como una dulce melodía en sus oídos. La calidez de su aliento hizo que su piel se erizara. La pregunta que siguió casi lo desbordó-. ¿Aún quieres seguir?

La pregunta lo tomó por sorpresa, pero no tanto como la intensidad con la que la sintió. Quería decir algo, algo que lo tranquilizara, algo que aclarara sus pensamientos, pero el único sonido que salió de sus labios fue un leve jadeo, suave pero evidente. La proximidad del pelinegro, el toque constante de sus manos y la fragilidad de la situación lo hicieron sentir más vivo que nunca. ¿Estaba listo para dar este paso? ¿Era demasiado arriesgado?

La verdad es que, aunque se sentía abrumado, entendía la pregunta. Sabía que el pelinegro se preocupaba por él, que era consciente de las dudas y los miedos del castaño. Pero algo en su interior lo impulsaba a seguir adelante. Algo en su interior le decía que este momento podía ser el principio de algo más profundo, algo que solo él podría compartir con él. Quería arriesgarse, no solo para él, sino también por ellos. Sentía que, por primera vez, tenía la oportunidad de ver ese lado oculto del pelinegro, ese lado lleno de pasión y vulnerabilidad que solo él podía despertar.

-Sí... quiero -respondió finalmente, su voz quebrada, pero segura. Podía sentir la energía en el aire, la conexión entre ellos, como si el universo los hubiera unido en ese instante, sin retorno. No solo se trataba de deseos físicos, sino también de una necesidad de sentirse amado, de dejarse llevar, de descubrir todo lo que podían compartir.

Solo su novio podría ser el único capaz de provocarle miles de reacciones con solo un simple toque, y esa idea lo aterraba y emocionaba a la vez. El castaño cerró los ojos, dejando que las emociones lo desbordaran, sintiendo cómo el pelinegro lo guiaba suavemente, como si cada uno de esos gestos estuviera marcado por un deseo sincero de conectar más allá de lo físico. Era un momento lleno de promesas, de complicidad y, sobre todo, de un amor que se expresaba en cada caricia, en cada respiración compartida.

Demian se posó suavemente encima de Will, asegurándose de sostenerse con sus brazos para no aplastarlo, mientras el castaño rodeaba su cuello con las manos, buscando acercarse aún más. Cuando sus labios se encontraron nuevamente, la suavidad de ese contacto se transformó en una necesidad compartida, un impulso de estar más cerca. El sonido de sus bocas entrelazadas, la mezcla de saliva, fue algo nuevo para ambos, algo que no solo los sorprendió, sino que los cautivó por completo.

Will apretó a Demian con desesperación, su agarre se intensificó al sentir cómo las manos del pelinegro recorrían su cadera, bajando lentamente hacia sus muslos, apretándolos con firmeza. Sus lenguas se encontraron y juguetearon, explorándose fuera de sus bocas, creando una danza de deseo y complicidad que los envolvía completamente.

𝐓𝐮 𝐜𝐨𝐦𝐩𝐚ñí𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora