Diversas y posiblemente extensas historias en las cuales los personajes de countryhumans te acompañarán tanto como protagonistas o secundarios.
Así que, si deseas, eres totalmente bienvenido/a a leer este libro. Espero que te guste y te sientas a gu...
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──¡Papá!
Un niño, de no más de seis años de edad, corría con una enorme sonrisa decorando su pequeño rostro. A su lado, venía una linda niña de largos y lacios cabellos rojos. Aunque esta pequeña venía mucho más tranquila, su rostro indicaba lo emocionada que estaba por encontrarse con el mayor.
El hombre al escuchar la voz de su hijo dejó de mirar por la ventana y se levantó del sofá dejando con cuidado en la mesita del frente la tasa de té que hace un momento estaba tomando. Se acercó a ellos y les dio la bienvenida con un abrazo y un beso en la frente a cada uno.
Se alegraba de verlos, hace tiempo su madre se los había llevado a sus territorios a pasar un par de semanas y UK se había quedado solo en su hogar. Fueron días tranquilos y relajados, pero lo que más abundaba en la casa era la soledad. UK ya estaba acostumbrado, pero últimamente le estaba afectando más que otros días la ausencia de sus hijos.
──¿Qué tal les fue?── preguntó a los dos pequeños que se sentaron en la alfombra al frente de la chimenea, la cual estaba brindando el calor a la habitación.
──¡Bien! Hicimos muchas cosas en los territorios de mamá. Aunque no pudimos visitar todos, nos llevó a muchos lugares que antes no conocíamos. En uno de esos lugares, había un jardín inmenso de flores violetas donde Australia se perdió y terminó llorando.── Rió al recordar a su hermano menor lloriqueando en medio de las flores.
──También te trajimos muchas cosas, papá.──Sonrió la pelirroja.
──Ya veo, muchas gracias.──devolvió la sonrisa a su hija── Y... ¿dónde están sus maletas? ¿Y su madre?
──No me vendría mal un poco de ayuda.
Los tres voltearon a la dirección por donde provenía aquella voz. Por la puerta se asomó una mujer. Sus ojos azules obscuros se posaban en el hombre, buscando ayuda con la mirada.
La ayudó a cargar las maletas de sus hijos e incluyendo la suya a sus respectivas habitaciones, mientras ella se encargaba de que sus pequeños estén cómodos a la reciente llegada.
──Te ves cansada, ¿tanto lío te hicieron?──Le preguntó a la mujer mientras bajaba las escaleras.
──Ni te lo imaginas, estuvieron muy inquietos desde que partimos de París.──Respondió la contraria cargando a su hijo menor, un bebé de un año con estrellitas adornando su rostro azulado.
──No lo dudo.──Rió y se acercó a la mujer para acariciar la mejilla del bebé, quién al reconocer a su progenitor, levantó las manitas con el fin de que lo cargara.
