iv

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A la mañana siguiente, Ashton no era capaz de mantener una expresión sería por aunque fuera un segundo.

Había quedado tan feliz con la búsqueda, que hasta había soñado que la conocía.

En el sueño, estaba en el día que tanto había estado anhelando. Finalmente, se habían puesto de acuerdo para encontrarse en uno de los tantos lugares que Baltimore tiene. Finalmente, se iban a ver cara a cara, face to face. Finalmente, Ashton iba a poder abrazarla, besarla, decirle lo bella que es, sentir su aroma. Hacer y decir todo lo que se ha estado aguantando por el simple hecho de no conocerla en persona.

En el sueño, Ashton se encontraba cerca de un centro comercial. Estaba sentado en una de las pocas bancas que el lugar había dispuesto para que las personas descansaran después de hacer las compras o para que simplemente los transeúntes pudieran sentarse.

Ashton estaba sentado en una de esas bancas. Sus piernas estaban separadas por unos centímetros. Sus muslos soportaban el peso de sus codos. Su celular estaba entre sus manos, su dedo índice apretaba el botón en la parte de superior para encender la pantalla. Veía que el minutero no había avanzado desde la última vez que lo vio y apretaba nuevamente el botón, apagando la pantalla. 

La ansiedad y el nerviosismo le estaban jugando una mala pasada. Miles de malos escenarios llenaban su cabeza, dándole falsas esperanzas, deprimiendo su estado de ánimo.

Podía sentir, literalmente, como el sudor comenzaba a apoderarse de su nuca. Capas de sudor comenzaban a colocarse una sobre la otra, los pequeños pelos adheriendose a la piel de su cuello.

Pero no tan solo había sudor en su nuca, si no que también en su frente, las patillas, sus manos, sus axilas. Prácticamente en todo su cuerpo.

La ansiedad y el nerviosismo, juntas, le hacían creer que cualquier voz de chica que escuchaba se trataba de su querida Adeline. No conocía su voz. Nunca le había aceptado una llamada de teléfono, ni siquiera las que hacía desde uno de los celulares de sus amigos. Se dejaba engañar pensando que la voz de una chica desconocida podía tratarse de su Adeline.

Estaba a punto de llamarla para preguntarle donde se encontraba, si estaba por llegar cuando una voz femenina gritando su nombre lo detuvo.

Ashton rápidamente levantó el rostro, encontrando a unos metros de distancia con el rostro de su chica. El rostro que con tan sólo cerrar los ojos, lo continuaba viendo perfectamente, sin dejar un detalle atrás.

Se levantó de un salto de la banca y salió corriendo en su dirección. Evitaba a las personas que se interponían en su camino. Adeline lo imitó, chocando con algunas personas en el proceso.

Andy saltó a sus brazos, Ashton agarrándola a tiempo. Sus brazos rodearon su cintura mientras que las piernas de Andy rodeaban la suya, afirmándose mientras que sus brazos rodeaban su cuello. Ashton cerró los ojos, disfrutando del momento. Lo único que su nariz captaba era su olor, un olor que ya amaba. 

Podía sentir su risa nerviosa en sus oídos mientras que sus manos pasaban por su cabello, deshaciendo más de un rulo en el proceso. 

Pocas personas podían tocar su pelo, pero ahora no le importaba. Finalmente la tenía en sus brazos. Finalmente había llegado el momento que tanto deseaba.

Se abrazaron por unos minutos que parecieron segundos para el chico. Cuando Adeline intentó separarse, Ashton mantuvo firme sus brazos sobre su figura, apreciando los últimos segundos. 

Sostuvo su rostro entre sus manos, manos que parecían gigantes alrededor de su pequeño rostro. Admiró sus ojos azules y lo contrario a que lucían en las fotos. Junto sus frentes y cerró sus ojos por unos segundos. Al abrirlos, no pudo evitar sonreír.

catfishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora