En el momento en que Agustín se despertó pudo distinguir la luz del sol , había dormido todo el domingo y se había despertado un segundo antes de que sonara la alarma para levantarse e ir al liceo. Le pareció extraño, nunca había dormido tanto y menos se había despertado antes de que la alarma sonara. Parecía que el tiempo realmente no avanzaba. De hecho, lo hacía, pero para Agustín las horas pasaban más rápido de lo que normalmente lo hacían. Incluso comenzaba a sospechar de que estaba dormido y de un sueño se trataba, pero el ruido de la alarma, como distractor, hizo que dichos pensamientos se disiparan . Comenzó con su rutina de la mañana y escuchó en silencio como el agua del baño corría por su cuerpo, hoy no se sentía en necesidad de escuchar música. Su rutina terminó más rápido de lo que normalmente lo hace y esta vez, sin darse una media sonrisa en el espejo, bajó rápido por las escaleras. No desayunó ni se despidió de nadie. No agarró sus auriculares y agarró sus llaves. No prestó tanta atención en la calle porque, por primera vez en toda su vida, no había autos en la calle y todos los semáforos estaban en verde. Camino unas cuadras hasta la casa de Federico y espero hasta que él saliera. Salió justo en el momento en que Agustín estaba empezando a escuchar las voces en su cabeza nuevamente. Se silenciaron completamente con la presencia de Federico. Podía acostumbrarse a eso.
En el camino al liceo rozaron varias veces sus hombros, como queriendo estar más cerca uno del otro, o, simplemente, se acercaban para poder dejar pasar a otra gente debido a que la vereda era angosta. En la mente de Agustín la única razón existente para los roces era la necesidad de Federico por rozar hombros. Federico se movía, se acercaba y alejaba en sintonía con sus necesidad de estar cerca de Agustín y disimular dicha necesidad. En realidad Federico no entendía porqué tenía esa necesidad implícita de estar cerca de Agustín.
Una vez que estuvieron por llegar al Instituto comenzaron a hablar sobre cómo había sido su fin de semana luego de haberse visto. Agustín comentó que se pasó gran parte del domingo durmiendo y Federico habló sobre un libro que estaba leyendo sobre un hombre que se había quedado perdidamente enamorado de una chica que había visto en sus sueños, "El síncope blanco". A Agustín le pareció raro el hecho de que un hombre se haya enamorado de una mujer en sus sueños, de una persona en sus sueños. Se prometió investigar al respecto cuando llegara a su casa. Parecía interesante.
En cuanto llegaron al liceo Agustín no podía encontrar a su amiga, por ningún lado. No había traído su celular y no podía enviarle ningún mensaje. Entonces, en vez de quedarse solo decidió que podía pasar una parte del día con Federico. Por lo menos hasta que apareciera Abril.
A medida que avanzaban las horas del día Agustín se preocupaba más y más por su amiga que no había llegado, incluso no había prestado atención a todos los lindos momentos que estar al lado de Federico, solos, le otorgaban. Hasta que Federico decidió intervenir."¿Está todo bien?" dijo Federico mirando de frente a Agustín, juraba que podía perderse en esa mirada.
"Sí, solo me preocupa que no llegue mi mejor amiga" dijo el otro con notoria tristeza en su voz.
"Tranquilo, capaz que se quedó dormida y por eso no vino. No te preocupes" dijo Federico y en total confianza lo abrazó delante de todo el Instituto, delante de sus amigos, de todos. Agustín no podía estar más desconcentrado y encantado con la nueva normalidad. Parecía estar soñando.
Agustín estaba a punto de decir algo cuando una sirena que nunca había escuchado en su vida se hizo eco en las instalaciones del liceo. No sabía si se trataba de un incendio, terremoto, tsunami, error técnico, no sabía de qué podría tratarse ese ruido. Lo único que sabía es que era aturdido y en cuanto el ruido se acentuaba en el ambiente se hacía más molesto. Se abrazó tan fuerte como pudo de Federico, pero Agustín no pudo decidir si fue por la necesidad de contacto con Federico o por el miedo a la situación, no sintió nada. En el momento que más aferrado estaba a Federico no podía sentirlo. Era como si fuera una ilusión, como si no estuvieran realmente ahí.
En el momento en que la sirena se había acentuado en los odios de Agustín pudo sentir como, nuevamente, su cuerpo era descargado con energía, como recorría todo su cuerpo y hacía que sus manos y pies consquillearan.
Luego de que Agustín se soltó del agarre con Federico pudo sentir como en las bocinas del Instituto se escuchaba decir a alguien "El Instituto Eduardo Sánchez está siendo asaltado, se le pide a los alumnos y maestros que cooperen y entren ordenadamente en pánico". Todos se quedaron en silencio sin saber que procedía, en cuanto se dieron noticia de su silencio escucharon nuevamente "Por favor, hagan todo lo que ellos les pidan" era la voz de la mejor amiga de Agustín. Era la voz de Abril.
Antes incluso de que Agustín pudiera reaccionar, los hombres armados cerraron las puertas del Instituto y llevaron a los alumnos a diferentes clases con sus respectivos profesores y un hombre de blanco armado. Agustín estaba en la clase sentado al lado de Federico, sin saber aún cómo no había roto en llanto.
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Cayendo por un, ¿heterosexual?.
Teen FictionDonde Agustín está enamorado de Federico. Donde el mundo entero de Agustín gira entorno a Federico. Donde no hay mejores encuentros que los desencuentros.