Capítulo 3.

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-Respira, cariño, lento y pausado. Tú puedes, tengo toda mi confianza en tí. Ahora, ve- mi mamá me

dió un pequeño empujón, me dí vuelta y la miré enojada, casi regañándola por el mini-empujón,

ya que tengo entre mis manos un pequeño almohadón rojo, con detalles en encaje dorado, en 

medio del cuál están los anillos de casamiento de mi tía, y futuro tío.

-Ups, lo siento- sonríe apenada y se da media vuelta, para entrar a la Iglesia desde la puerta para

invitados, es decir, la puerta que está al costado. La gran puerta de entrada está reservada para

la especial entrada de la novia, las damas de honor, para mí (la que lleva los anillos), y para las 

mellis, mis primas, que son mellisas, tienen 11 años y ellas entrarán dejando pétalos de rosas en

el camino por el que mi tía caminará hasta llegar al altar.

Miro nuevamente mis manos, mi vestido, intento acomodarme un poco el pelo, me seco la gotita

de sudor que se deslizaba lentamente por mi frente, empapando un pequeño mechón de mi 

flequillo alisado. Respiro lentamente, pausadamente, poniendo toda mi atención en llenar mis 

pulmones de oxígeno y luego sacarlo lentamente.

Empieza a sonar el coro, la música, se abren las puertas y mis primas entran, dejando los pétalos

de rosas que había en sus canastitas hacia el suelo, una alfombra aterciopelada roja.

Entran las damas de honor, que son mis otras dos tías, y la mejor amiga de mi tía. Las tres vistiendo 

vestidos de distintas formas y detalles, pero el mismo color rosa salmón.

Doy un paso hacia adelante, y mi mamá, desde los asientos del costado, me hace una señal con

las manos, dándome a entender que llegó la hora de que camine.

Inhalo, exalo, camino, enfocando mi vista hacia adelante, intentando olvidar que hay más de 

trecientos invitados sentados, mirándome expectantes. La música se detuvo,

tal y como lo habíamos planeado con mi tía y mamá, porque si tengo que caminar con el coro de

la iglesia cantando a todo pulmón sus cánticos, eso me pondría aún más nerviosa. El silencio hace

que pueda escuchar mi propia respiración y los latidos de mi corazón, como un tambor dentro de

mi pecho. Mis sandalias chocan contra la alfombra roja de terciopelo, causando un sonido molesto,

casi inaudible, pero aún así lo puedo oír. Doy los últimos pasos que faltan para llegar a mi ubicación,

y estoy luchando contra mi propio instinto de ponerme a llorar como una bebé. Hace calor, ¿o soy

sólo yo la que lo siente?. Me detengo en seco, dándome cuenta de que ya llegué, sólo tengo que 

dar dos pasos a la izquierda y quedarme allí, parada. Mis piernas tiemblan, mis manos también,

oh Dios, por favor, que no se note tanto que estoy temblando. Frunzo los labios y enfoco mi vista a la

gran puerta, donde acaba de entrar mi tía. Tan hermosa, con un vestido blanco, con detalles dorados

en la parte del busto, una cola larga y un ramo de rosas rojas entre sus manos. Su sonrisa se 

-Hi, i like you. (#wattys2015)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora