-Hola, Reinaldo.Genial. Lo que me faltaba para completar el día. ¿Es qué se habían puesto de acuerdo para confundirme o qué? Porque hasta hacía unas horas yo seguía enamorada de Reinaldo, y lo tenía clarísimo. Pero ahora, no sabía ni que sentía. ¿Por qué tenía que aparecer José María, justo cuando mi vida parecía volver a su rumbo? ¿Por qué Reinaldo tenía que haberme pedido matrimonio cuando lo único que quería era lograr mis sueños? ¿Y por qué carajo dejaba que ellos dos me confundieran?
-Si quieres siéntate-le dije de forma neutra, golpeando el mármol de la fuente para que se sentara. Él asintió y se sentó a mi lado. Ambos nos quedamos en silencio, mirando en cielo. Aunque nunca pude descifrar por qué, sentía una paz muy placentera cuando estaba con Reinaldo. Sin embargo, también sentía que el corazón me latía tan fuerte que parecía que a salirse del pecho. Pero en ese momento, me sentía tan confundida como antes. Aunque no quería tenerlo cerca, tampoco quería tenerlo lejos. Parecía que iba a volverme loca tanta confusión. Y el hecho de tenerlo cerca esa noche tampoco ayudaba. Quería desaparecer en ese momento. Deseaba irme lejos, en donde nadie me encontrase.
-¿Y eso que viniste?- le pregunté con frialdad-. Patricia me dijo que te habías ido hace dos días. ¿Olvidaste alguna cosa?
Reinaldo me respondió de manera tajante:
-Hablar contigo.
Lo miré a los ojos y, al hacerlo, deseaba no haberlo hecho. Aunque parecía relajado, sus ojos se veían más azules que el cielo. Tenía el cabello un poco despeinado, y su camisa de chef me recordó la noche que habíamos hecho el amor por primera vez. Sólo que la camisa que usaba ese día era blanca y está era negra, pero era casi lo mismo. El sentimiento de querer hacer el amor con él no había cambiado, pero lo que no sabía era si que el amor que sentía por él sí.
Suspiré al recordar que dijo que quería hablar conmigo, así que le pregunté antes de que terminara el hecho de tenerlo cerca, terminara enloqueciéndome:
-¿Y de qué quieres hablar?
Él suspiró y miró al cielo por un momento. Luego bajó la mirada, se giró hacia mí y me preguntó:
-¿Aún me amas?
Si me sentía confundida, aquella pregunta me hizo sentir más confundida de lo que ya estaba. Además, la desesperación que veía en sus ojos y la intensidad de su voz me hizo sentir muy mal. Ya me sentía bastante culpable por lo que había pasado hacía unas horas, y la pregunta de Reinaldo me hizo sentir peor. Me sentía como la peor de las mujeres y que, con toda razón, no merecía a un hombre tan maravilloso como Reinaldo.
Él suspiró y tomó mis manos, apretándolas suavemente, antes de decir, con la misma intensidad que antes:
-Griselda, si aún me amas, olvidaré todo lo que pasó, y te pediré que comencemos de nuevo. Pero si no me amas...- cerró los ojos y tragó saliva. Luego me miró con más desesperación que antes-
Sentí que las lágrimas resbalaban en mis mejillas después de que él dijo todo eso. Sabía que él estaba sufriendo con aquella situación, y en parte yo tenía la culpa. No quería herirlo, pero sabía que lo estaba hiriendo. Y eso, era algo que no podía soportar.
Reinaldo tomó mi cara entre sus manos, y secó mis mejillas con los pulgares. No pude evitar sonreír. Realmente amaba a Reinaldo, pero sabía que lo estaba hiriendo. Tenía que ser sincera con él, antes de que la situación se saliera de control. Aunque decirle lo que pasó entre José María y yo significara que lo perdería para siempre.
-¿Quieres que pasemos y tomamos algo?
Asentí. Para ser sincera, el hecho de tener la compañía de Reinaldo en la casa me reconfortaba un poco. Ya que Antonio y Patricia no estaban, Reinaldo me era muy buena compañía. Después de que entramos, empezamos a tomarnos una botella de whisky. De repente, la tensión entre nosotros se había disipado bastante. Era como si todo lo que había pasado entre nosotros los últimos días había desaparecido en cuestión de minutos. Me sentía bien en su compañía, y no podía negarlo. Pero sabía que no la tendría más cuando le dijera la verdad.
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Marido en Alquiler: Después del final
RomanceDespués de que a Teresa Cristina y a José los declarasen muertos, y que Amalia y Rafael se casaran, Griselda sentía que todo volvía a tomar su rumbo y que no podía ser más feliz. Sin embargo, no todo es tan perfecto como parece, ¿verdad?