Prólogo.

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The House

La respiración era agitada, miles de voces murmuraban detrás de los árboles y el sonido del raspado entre las hojas causaba un escalofrío completo de pies a cabeza.

Ni una sola alma presente, visible alrededor. Pero esa sensación extraña permanecía allí.

Casi las ocho de la noche y la joven comenzaba a preocuparse.  Sus latidos se aceleraron, sus pupilas se dilataron y la piel se le erizó. Podría jurar que alguien la seguía o estaba siendo observada fijamente. Una sensación espeluznante.  Era la única en las calles de Tenecí y, al sentir tanto miedo decidió volver a su hogar. Se giró de sí y comenzó a trotar, como si nada ocurriese, tal como uno canta al estar solo por sentirse en desconfianza.

Pero, el miedo que traía consigo, subió hasta su garganta y le hizo sentir aún más fuerte, que alguien la estaba persiguiendo. Por lo que comenzó a correr con todas sus fuerzas, casi llorando y sin aire.


Abrió rápidamente la puerta y cerró  con llave.
Asustada, como si sintiera la respiración de alguien en su nuca, cubrió como pudo las ventanas del cuarto, pero, en ese instante pudo observar una casa, la cual pertenecía a su vecino de en diagonal; era terrorífica.  La cerró de inmediato y se acostó sin quitarse los zapatos ni el buzo, tratando de no darle atención de más a sus pensamientos. Al pasar unos minutos pude verse  plasmada en un sueño profundo.


En un oportuno momento, se oyó un ruido de bocina que le hizo exaltar su corazón. Al saltar del susto su primer plano de vista fue la ventana. Pero ésta se encontraba ahora, abierta.
No le dio mucha importancia a eso, lo que más extraño era que no había camión ni otro automóvil.
  De repente, se desvió su mirada hacia aquella casa grande y rara, tan vieja, tan percudida, una figura grande y atemorizante, presentarse sobre la ventana de la casa del frente -en diagonal- como si la estuviese vigilando o algo por el estilo. De un espasmo se giró y sin alcanzar a ver, alguien la ahorcó mientras cubría todo su rostro y cabeza con una bolsa espaciosa.


Lentamente, iba perdiendo el aliento y su vida se desvanecía poco a poco sobre el mismo aire. 
En el instante en el que pareció haberse muerto… Despertó. Había sido solamente, un mal sueño.
Estaba completamente agitada y todo su cuerpo transpiraba.
Sentándose sobre las frazadas de su cama, quitó el suéter húmedo jalando de los puños y se cambió de ropa mientras sintió un cortante frío sobre su espalda. Al voltearse, observó que la ventana se encontraba plenamente abierta. La cortina flameaba con el viento. Con miedo y presión se acercó para taparla.

Era una sensación de nudo en el vientre, parecía que algo malo iba a suceder. En la casa de diagonal, no se veía absolutamente nada, por lo que, todo lo que había soñado era pura ficción. ¿Pero…? ¿Por qué la ventana estaría abierta si ella la cerró?

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