Capítulo 1; Arjé.

3 0 0
                                    


Demeter generalmente se concentraba en realizar sus rutinas de trote las cuales duraban entre las -6 y 8- de la noche.
Se mudó a Tenecí (un pueblo muy tranquilo y hermoso, que poca gente elegía para vivir) al emanciparse de sus padres con la edad de 17 años. (Próximamente estaría cumpliendo dieciocho en un mes).
Necesitaba un aire nuevo y propio espacio, el cual no hallaba en su antigua casa.
Muchas personas la criticaron por el hecho de emanciparse. Sus familiares cercanos la llamaban "rebelde". Ella tenía su propio trabajo, ya no los necesitaba y tampoco necesitaba seguir aguantandolos más. Aunque no descartaba lo de "rebelde", tampoco sería una puta santa, claro.

Una fría tarde de otoño, Demeter gozaba en el interior con una sonrisa en su rostro, mientras, sus padres luego de firmar se vieron a los ojos con una amarga expresión. Al fin y al cabo, le hicieron caso a su hija, tal vez haciendo esto podrían nostrarle que estaban de su lado y ella los "perdonaría".

Diecisiete años llenos de abuso verbal, falta de amor y atención, no iban a pagarse con nada. Lo hecho, hecho está.

Demeter al poco tiempo empacó sus cosas y decidió irse lejos de una maldita vez para escapar de ellos.

Las miradas rotas de sus padres estaban en agonía. Pero aún así... la dejaron ir.

Con los medios que tenía a su alcance logró encontrar un lugar. Navegando en internet encontró una página que contenía lugares de viviendas no tan cercanos. Le sorprendió el hecho de que no no tenga reseñas positivas ni negativas. Pero no fue de impedimento, sólo necesitaba un lugar para subsistir, así que le pareció la solución más viable.

Se despidió secamente de sus padres -los cuales estaban lagrimeando, casi rogándole que se quedara- y concluyó su viaje por medio del transporte público tranvía.

Se mantuvo aproximadamente 5 horas viajando y, con sus huesos adoloridos por el largo tiempo sin levantar el culo del asiento, concluyó su viaje bajándose en la última estación. - Stils, Tenecí-.

Al observar su alrededor extenso y lleno de árboles altos, contempló el cielo compuesto por tonalidades rosa y moradas con siluetas blancas de las desgastadas nubes. Los árboles largos -y de hecho sus favoritos; los pinos- , rodeaban todo el lugar.

El sol se estaba escondiendo, ya casi ni se notaba. Acomodó la mochila negra sobre su buzo verde oscuro mientras se adentraba al pueblo, caminando con ganas y disposición, como si estuviese experimentando una nueva sensación, una nueva aventura.

"Bienvenido a Tenecí, un lugar para descansar", decía el cartel de bienvenida, parecía algo terrorífico pensar que era un lugar para descansar. ¿Descansar igual que los muertos? Espero que no.

Demet, observaba todo con agrado. Suspiraba de emoción y trataba de encontrar a alguien de su edad. Pero, al parecer no había mucha gente. Aunque, realmente no le gustaba socializar y odiaba a casi todo su grupo de compañeros de la escuela, pero quería renovar los aires y encontrar gente como ella.

Al llegar a la puerta de su nuevo hogar, la persona responsable que le vendió la casa, no se presentó de forma física. Lo único que halló fue una carta sobre un estante que se encontraba en el piso de la casa.

"Señorita Demeter Zeth, disculpeme el atrevimiento de este medio comunicativo. No me es posible estar presente en estos momentos y deseo que su entendimiento me complazca estas palabras.
Espero pueda gozar de su nuevo hogar, no se preocupe por nada en lo absoluto, usted ya ha pagado y no hay qué deber.

Que tenga un buen día.

William Town."

Al lado de una maleta se encontraban las llaves. Las tomó y se adentró. Su primera impresión fue de gran gusto, las paredes se encontraban bien pintadas. Los muebles estaban vacíos pero en buena forma.
Esa casa era un lujo. Al dar unos pasos hacia adelante observó la cocina, que estaba impecable y los colores perfectamente mezclados le daban una vista estética.
Las cortinas eran muy lindas también, con detalles blancos de vestido de novia, bastante antiguo.

La heladera estaba vacía, pero ya era costumbre en su antigua casa, así que no había problema.

Luego de una hora transcurrida. Decidió inspeccionar su baño. Nada mal, nada mal. Era más de lo que pedía realmente, hablando de la casa en general. Al ser el primer día allí, decidió no salir a trotar. Al menos hasta que se acostumbrara, no sabía cómo funcionaban las reglas de aquel lugar, si eran muy estrictos, etcétera, etcétera.

Pasó la primer noche ahí y todo era perfecto. Ni un alma haciendo sonidos molestos, todo era absoluta paz.

Aprovechó la noche de la mejor manera y, no durmió nada.

la casaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora