Somos y siempre seremos nosotros mismos

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*Draco*
Lograba sentirla con una intensidad que nunca llegue a imaginar, su dolor y el miedo que la inundaban me estaban volviendo loco, las ganas de salir de aquella prisión de agua e ir con ella para menguar aquellos sentimientos que seguía transmitiéndome, ni siquiera me importo lo que sucedía en mi cuerpo y mi corazón, solo pensaba en ella... hasta que, poco a poco mi dolor destruyo al de ella, alejándola y logrando crear en mí una sensación de vacío inexplicable. Grite, y al mismo tiempo el agua entro a mis pulmones como cuchillas. Doloroso, demasiado aunque no tanto como dejar de sentirla.
Mi cabeza se llenó de imágenes que no recordaba haber vivido, ella alejándose de mí para siempre. Sonreía a sus amigos, y al mirarme solo vi indiferencia, el brillo que resplandecía cada vez que me miraba, desapareció. ¡Cuánto me dolió! Quise ir hasta ella pero mis piernas no respondían, nada en mi era lo mismo.
[...]
Las esferas se llenaron de luz con rapidez, y solo unos segundos estallaron dejando en libertad a sus prisioneros. Ambos jóvenes cayeron con suavidad, como si fueran plumas. Ninguno parecía haber estado bajo el agua, no se les veía diferentes exceptuando por su semblante de dolor marcado en ambos, el cual solo duro unos cuantos instantes para después relajarse. Nyx dio un paso hacia el rubio, pero se detuvo al ver la mirada que les brindaba la diosa. Estaba adolorida y una lágrima había escapado de su ojo derecho.
- ¿Sucede algo mi reina? – se adelantó a preguntar Nim. La diosa entrecerró los ojos y negó con la cabeza. Ese gesto no convenció al peliblanco.
- Es doloroso para mi deshacerme del amor, es como un puñal atravesando mi interior... en fin, nada se podía hacer... - su semblante cambio en unos instantes, volviendo a ser el mismo arrogante y orgulloso que poseía comúnmente – Regresa Nim, te estaré esperando con ansias en mi templo, el que mi hijo ya no este no significa que ya no te recibiré con alegría – una sonrisa pícara se tatuó en aquellos labios carnosos y apetecibles, logrando un ligero escalofrió en el peliblanco, quien solo hizo una reverencia.
Nyx arqueo una ceja ante aquello, se cruzó de brazos y espero a que la diosa desapareciera del lugar para poder acercarse a Nim y golpearle el hombro con su puño. El chico se giró y le miro molesto, más sin embargo no le dio tiempo de articular palabra, ya que los ojos de Malfoy se abrían de nuevo. Nyx se acercó con rapidez, poniéndose de rodillas a un lado de él. Se miraron por unos minutos, sin decir nada.
- ¿Cómo te encuentras? ¿Diferente? ¿Normal? – pregunto la chica con rapidez. Draco desvió la mirada hacia Hermione, que aun yacía inconsciente. Hizo una mueca de fastidio, desagrado... se puso de pie, se arregló el uniforme para después salir de la sala de los menesteres. Nyx volvió a su forma natural y salió tras él.
[...]
*Hermione*
Mi despertar fue de lo más incómodo y doloroso que pude haber imaginado. Parpadee con rapidez, no había luz a mi alrededor solo sombras. Respire hondo y lleve mi diestra a mi frente, estaba algo sudorosa. ¿Había estado soñando? Me pregunte. Me revolví en la cama que tenía asignada desde mi primer día en Hogwarts, ya no era tan cómoda como siempre, algo había cambiado, o quizás... era yo la que no era la misma.
- Hermione, ¿estas despierta? – escuche desde el pasillo, me levante y corrí hacia la puerta, al abrirla vi a Ginny, mirándome extrañada.
- ¿Qué pasa? – la pelirroja me escaneo, después sonrió - ¿tengo algo raro? – pregunte de nuevo al no escuchar respuesta.
- No, te vez bien... de echo pareces la misma de siempre – la pelirroja llevo su siniestra al cabello y sonrió divertida – no me hagas caso, ando algo sensible con lo de fin de cursos, será extraño ya no verlos el siguiente año – soltó un suspiro y dio unas palmadas amistosas en mi hombro – descansa, aún falta para que amanezca –
Le mire alejarse por el pasillo, aquello había sido tan extraño. Me encogí de hombros y regrese a la cama, mañana seria mi penúltimo día, mi última cena en el Colegio Hogwarts de magia y hechicería.
[...]
- ¡Sabia que no debíamos confiar en ella! ¡Lo sabía! – gritaba Nyx, completamente fastidiada y echando maldiciones a todos lados. Parece una loca, pensó el peliblanco mientras observaba el espejo donde apareció por última vez su señor - ¡esa bruja maldita! Si regresas con ella, te juro que... -
- Déjalo... -  le interrumpió sin muchas ganas de discutir, ciertamente... la voz de aquella mujer comenzaba a sacarle de quicio, y vaya que eso era muy difícil de lograr – es lo mejor, ninguno recuerda nada de lo sucedido y si lo hizo fue para no exponernos, para seguir en el anonimato, donde deberíamos de habernos quedado – la rubia se acercó a Nim, le miro a través del espejo, su semblante mostraba enojo pero también tristeza. Ya habían pasado años desde la última vez que vio esa mirada en ella – sé que no te parece justo, pero es lo mejor... tú lo sabes, aquí – él señalo su corazón con el índice. Nyx rompió a llorar.
- Yo quiero que Draco me recuerde, que me vea y me regañe como siempre... no me gusta ser invisible de nuevo, no quiero estar en las sombras de nuevo... – lloriqueo, Nim bajo la mirada, odiaba verla así. Ese día al igual que muchos anteriores después de su libertad, el peliblanco  deseaba escuchar palabras de aliento de Eros, esas que siempre lograba animarle no importando que tan arrogantes, hiriente o egoístas eran.
Nim y Nyx se observaron a través del espejo, ambos sabían que eso significaba que no volverían a estar juntos nunca más, cada uno iría tras aquel ser con quien tenían una conexión, ese era su pago por jugar con una emoción tan pura como lo es el amor. La rubia rodeo el cuello de Nim con sus brazos, él le respondió con una pequeña sonrisa.
- Lo siento, siempre es mi culpa... - dijo en un susurro – la primera vez y ahora, no debí jugar con las emociones de Draco y Hermione, mi juego llego a límites que no logre controlar, incluso perdiste a tu señor por ello – las lágrimas comenzaron a descender por sus mejillas hasta tocar la pálida piel de Nim.
Los recuerdos del peliblanco emergieron tan claros dentro de su corazón, desde el primer momento en que la conoció, cuando se enamoró de ella a pesar de ser un objetivo más de Eros, cuando las circunstancias los separo hasta volverlos a unir nuevamente con un solo propósito... volver a alejarlos. No pertenecían el uno al otro, bien lo había dicho Afrodita hace tantos años.
[...]
*Draco*
La ultima cena de mi vida como estudiante estaba por finalizar, por fin me alejaría todas aquellas personas de las cuales no merecían siquiera que recordara sus nombres, además de que yo... Draco Malfoy, dejaría ahí mi soltería. Una vez llegando a casa, mi familia concluiría con los planes de boda con la familia Greengrass. Desvié la mirada hacia un extremo de la mesa de Slytherin, sonreí de lado al ver como lloraba la mujer que se convertiría en mi esposa mientras se despedía de sus amigas, tan absurdo y divertido era ver esos detalles. Mire el plato lleno de gran cantidad de deliciosa comida, aun sin ser probada, por extraño que pareciera no tenía apetito. Aspire aire e hice una pequeña mueca, que nadie a mi alrededor noto, mi pecho seguía doliendo, ¿la razón? Aun la desconocía.
"Tin, tin, tin", el sonido del ligero golpeteo a una copa me atrajo de regreso de aquellos confusos pensamientos. Observe alrededor, y antes de fijar mi vista a la mesa de profesores, los ojos contemplaron la silueta de aquella sangre sucia perteneciente a Gryffindor, ¿Por qué continuaba mirándola? ¿Quizás le había tomado un cierto cariño? No, eso sonaba tan absurdo.
*Hermione*
La cena, fue de lo más nostálgica. Casi rompo en llanto cuando el director termino con sus acostumbradas últimas palabras del curso, enfatizando en la despedida hacia los de séptimo, nosotros. Agarre las manos de mis mejores amigos, para darme la fuerza suficiente de soportar la despedida a mis maestros y a aquellos recuerdos que ahora quedarían grabados en ese gran castillo.
- Los recuerdos no desaparecen – escuche a mi espaldas, conocía esa voz. Desvié la mirada y vi a Luna sonriéndome. Esa frase retumbo dentro de mí, tanto que me perturbo durante todo mi trayecto hacia la torre de Gryffindor.
Esa noche no pude dormir, me revolví en mi cama por un par de horas, ¿Qué me quitaba el sueño? Me pregunte una vez que salí de la cama, camine hasta la enorme ventana de la habitación y mire al exterior, primero mis ojos fueron directo a la hermosa figura de la luna llena que estaba en lo más alto del cielo cubierto por una infinidad de estrellas. Lo segundo que atrajo mi mirada fue un resplandor proveniente del bosque prohibido. Seguí observando hasta que aquella luz dejo de brillar, segundos después una figura humana emergió entre los árboles, no lograba distinguir de quien se trataba.
"¿Me ves?", escuche una voz masculina, gire la cabeza con rapidez en busca del dueño pero no había nadie, seguía siendo la única de las chicas despiertas en la habitación, "¡Eres un alma pura!", aquella voz de nuevo, esta vez un escalofrió recorrió mi columna. Comenzaba a asustarme, alguien me hablaba o... ¿creía que me hablaba? No estaba segura, quizás la falta de sueño comenzaba a afectarme. "Soy un Ndaktel", de nuevo lo escuche aunque esta vez era casi un susurro. Y por extraño que pareciera, sentí la necesidad de pedirle que no se alejara, que no desapareciera. ¿Por qué? ¿Qué pasaba conmigo?
- ¿Dónde estás? – pregunte en un susurro, me sentía un tanto loca, aunque desde el fondo de mi corazón albergaba la esperanza de una respuesta – Muéstrate... no te hare daño- dije, pero nada ocurrió, la habitación continuo en silencio, no había respuesta o señal de algo extraño. Mi interior se sintió extraño y con un vacío que apenas logre comprender, en especial al darme cuenta de que mis parpados permitieron que escaparan unas lágrimas que cayeron con rapidez por mis mejillas hasta mi cuello. No había explicación para aquello, solo simple confusión.

Mi pesadilla🔥😈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora