Aurora 2-5

40 3 0
                                    

Actuaron sin percatarse de la princesa de fanales escarlatas, meció su abanico púrpura refrescando su carita.

Dos territorios tan diferentes cómo el día y la noche. El mago koga dejó cae un cáliz boca arriba, luego abrió sus labios recitó plegarias, con hombros tensos sustrajo del sombrero infinito una navaja de plata que deslumbró a la luz del sol arrastró la cuchilla de un lado a otro en la mano abierta la sangre espesa rodó llenando el cáliz en el proceso.

¡Mago! ¡Mago! Aplaudían alegremente admirando como las flores blancas se teñían de rojo.

¿Lloviendo? Interrogó deductivo un niño a su papá, se lastimó al mirar el sol repentinamente, cubrió con pesar sus fanales. Papá escuchó un día tormentoso con el sol. Informó reduciendo su manito a un puño, alzó la cabeza observando una nube de oso.

Esperemos un poco más. Respondió el papá. Hoy es un día soleado. Objeto enojado.

¡Papi me quiero ir!, hizo una rabieta en la plaza, bisbiseó, lo veo hoy es un día tormentoso con el sol. Apretó la mano de su progenitor recalcando la petición.

Agobiando a ver a su hijo preocupado, desganado suspiró, satisfecho la caprichosa advertencia no disfrutaría la función principal.

Las gentes chismotear de esa criatura tan desobediente e irrespetuosa dándole orden a su progenitor, pese a que ya transcurrieron 30 min, el descabellado padre y su hijo dejaron mucho de qué conversar, los murmullos cesaron al captar La brillante puerta que emergió hasta tomar la apariencia de un portón detrás del castillo de flor. El circo de los dioses.

Me siento enferma, una mujer cayó al suelo, en un ruido sordo.

¿Qué le sucedió? ¡Llamen a las sacerdotisas! Oh, aun sanador…

¡¿qué ocurrió?! Llevando las dos manos en la cabeza con remordimiento cuestionó en un latido amargo al auditorio huir desesperado, pisando todo a su paso.

La energía vital de los presentes eran absorbidas reduciendo la longevidad, siendo un sacrificio vivo. Los espectadores más ancianos y enfermos cayeron al suelo retorciéndose por la tierra hasta quedar seco…
La gente con menos posibilidad de sobrevivir fallecían; anciano, enfermo y lactante, otros sufrían mareos, lágrimas de preocupación y dolor descendía *un día tormentoso con el sol*

Kagura sintió tanta curiosidad que se disponía a perseguirlo, paró en seco a ver de reojo a Midoriko.

No. hay cosa más importante, mejor ayuda al pueblo.. Recomendó la gobernadora

El mocoso nos estaba mirando, ¿cómo?, afirmó Kagura.

Fue a la nube en forma de osito. Aseguró Midoriko.

¡Ayúdennos diosas! Exclamaron con lágrimas en los ojos mientras abrazaban los cadáveres de sus seres queridos.

El corazón de la princesa kagura duro como el hierro, no se conmovió por el devoto pueblo capaz de ofrecer la vida, por el bien de ellas, sus diosas. –“Tienes razón, tenemos la Aurora. Debido a el auxilio del pueblo aguardemos que se mueran los ancianos y enfermos, en cambio a los que queden vivos les damos vitalidad"- Con la simplista decisión vieron irse a los intrusos, para una tierra de confusión.

Meciendo el abanico un segundo más Levita veloz dejando a Midoriko sola, Quién al cerrarse el portal, ronroneó, algún día iré.

Chocando con las nubes miró todo desde la altura, con el filo de una diadema detuvo el avance de la muerte, ya es suficiente, ¿o no? Creo que sí pensó. Cerrando su escarlata imaginó al niño de 10 años humano gritando como loco. ¿Será que ve el futuro? Siguió y siguió cruzando por la colina, tengo que investigarlo. Kagura con el dedo índice y medio sujetó una pluma que siempre dormía en su rizado cabello, la pequeña pluma aumentó siendo utilizada como medio de transporte., pluma guiarme hacia él.

Amor Sobreviviente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora