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Judie:

—¿Cómo llegaste? ¿El hotel es bueno?—Pregunto viendo la pantalla de mi teléfono, como respuesta, Scott me muestra los interiores de su habitación.

Estoy en la cama, sentada y apoyando mi espalda en el respaldar de esta, teniendo una video llamada larga con el ahora que los dueños del museo por fin lo soltaron, en su llegada solo nos alcanzó a hablar por mensaje, me aviso que había aterrizado y no volvimos a conversar hasta ahora, algo que me hace temer por los días que se vienen y en los que quizás no tengamos tiempo hasta estas horas.

—¿Qué hora es por allá?

—Las 10.

Hago una mueca.—Aquí son las 4. —Intento no bostezar, no quiero verme cansada, aunque mañana tengo que asistir a una cita con Emir, pero quiero seguir hablando con él.

—¿Y estas despierta?

Sonrio, con mi corazón acelerándose.—Vale la pena.

Agranda los ojos y una sonrisa divertida se forma en sus labios. Lo veo dirigirse a la cama y acostarse sobre ella, todo esto sin soltar el móvil, aunque la imagen se vea borrosa.

—¿Y no tienes sueño?

Niego. —Estoy muy despierta, Scott.

—¿Despierta para sentirme?

El calor sube a mis mejillas y los fluidos que desprende mi sexo producto de sus calientes palabras baña mi ropa interior, me muerdo el labio con ganas y lo suelto, volviendo a sonreír, mientras mis piernas se abren como si él estuviera presente y mi zona intima siente que algo grande le falta.

—¿Estas mojada?—Me provoca.

—Lo estoy.—Digo sin vergüenza.

—¿Qué tanto, mi ninfa?.—Descubrir el nivel de mis fluidos lo excita sobremanera.

Dejo escapar un suspiro y le contesto.

—Muy, muy empapada.—Menciono casi sonriendo y la orden sale enseguida de sus labios.

—Quiero ver.

—¿Mi sexo?

—Quiero ver todo de ti.—Me aclara.—Tus senos, tu cintura, tu hermoso culo.—Enumera y las palabras solo me calientan más.

Guio mis dedos sobre la blusa de dormir y quito botón por botón, mientras me acaricio la piel que se va descubriendo en el proceso.

—¿Qué más?.—Insisto, siento la sobrecarga de calor en mi garganta y en mi zona baja.

Él me sonríe.—Tu piel expuesta para mí, toda la figura perfecta de una ninfa y tu rostro mientras te corres.

Alcanzo a abrirme todos los botones y los ojos en la pantalla me recorren la abertura entre mis senos, no los libero para el, pero los pezones me duelen y se han marcado bien sobre la tela.

¿Qué más?—Mi voz revela mis deseos y él sonríe.

—Y si, tu sexo.

Sigo bajando, ocupándome de mi short pijama, tiro de la tela hasta colocarlo debajo de mi culo y meto la mano entre mis piernas. Scott no se queda atrás y sigue mis movimientos, veo que se libera el miembro duro y se toca frente a mí, con un movimiento constante deslizando la mano por todo el tronco hasta el glande.

Me encanta y me moja más, me siento como una puberta en una video llamada con su novio, pero no me importa, sigo tocándome y en el afán de moverme, mis pechos quedan ante su vista.

Somos Arte (#1 Bellas Artes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora