Capítulo 2: ESTOY CONTIGO

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No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.

Isaías 41: 10

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Era un día maravilloso, el cielo estaba despejado, el sol comenzaba a brillar con gran intensidad. La suave brisa del océano acariciaba mi rostro.

Junto a mi hermana habíamos salido a dar un recorrido por la playa, queríamos conocer perfectamente aquel lugar para así lograr adaptarnos.

— Deni, mira esos pájaros — dijo mirando hacia el cielo y señalando una bandada de Pajaros que hiban volando.

— ya vi, son muchos — le respondí

— ¿a dónde crees que van?

— no, lo sé, quizás van a su casa

— ¿dónde viven?

— no sé Sara

Saray es una niña muy curiosa, siempre quiere obtener respuestas. A veces eso me molesta, pero igual, ella es una niña extraordinaria.
Es la mejor hermana del mundo, le agradezco a Dios por su vida.

— van buscando refugio — nos dijo un señor que hiba cruzando justo a lado de nosotros — en tiempo de Tormentas, los pájaros vuelan buscando un lugar en donde estén a salvo.

— oh, entonces ¿va a haber más tormentas? — lo cuestiono mi hermana

— si, así es pequeña, pero por ahora disfruten de este bello día, disfruten que aún pueden disfrutar del sol — nos dijo y luego se marchó de aquel lugar

— Denisse ven, ¡vamos! ¡quiero sentir el agua en mis pies — Saray me tomo del brazo y me condujo hasta las orillas del mar

Era una vista increíble, el océano era tan inmenso, a lo lejos se podía divisar la línea de horizonte.

En el centro del mar, había unos enormes barcos.

Saque mi cámara y comenze a tomar varias fotografías.

Saray estaba en la orilla, juntando caracoles y jugando con el agua.

— Hola ¿te acuerdas de mi? — escuche que alguien habló detrás de mi, Volteé y lo vi a él parado.

— ¿Josh? ¿Cierto?

— si, así es — dijo mostrando una gran sonrisa de oreja a oreja

— ¿qué haces aquí?

— lo mismo que tu

— vienes a pasear

— si, se podría decir que si, más que eso, vengo aquí todas las mañanas, me encanta sentir la brisa fresca soplar en mi rostro, aquí vengo a hablar con Dios.

— ¿eres Cristiano? — le pregunté

— si, así es ¿y tu?

— wow que bien, yo también lo soy — respondi con una sonrisa en mi rostro.

EN MEDIO DE LA TORMENTA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora