Parte 9

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Dedicado a lucip0411.

—Me alegra tanto comprar este lugar, en realidad no fue decisión mía —rio el hombre—. Me lo recomendó mi chófer.

El hombre de probablemente 100 kilos en músculo sonrió enseñando su perfecta dentadura blanca, usaba un traje blanco. Un idiota cualquiera había pensado Kagome en cuanto le volteó a ver. Y la decepción que se llevó cuando supo que no era quien pensaba.
Se burló de sí misma por pensar en ello. En él.

— ¿Tu chófer te pidió que compraras esto? —el hombre que se hacía llamar Ho, abrazó a Jack y le murmuró unas cuantas palabras que no logró escuchar. Entonces asintió—. Bueno, no puedo juzgar a mi comprador.

—Por supuesto que no, y ahora que Jack aceptó el contrato es tiempo de firmar —comentó tomando su pluma de probablemente mucho dinero—. Vayamos a beber algo después de esto, ¿de acuerdo?

—Sí, parece una increíble idea —respondió Kito—. Pero, esta mujer, a ella deberías convencerla.

Kagome sonrió incómoda.

—Tengo un encanto notable, por supuesto que ésta hermosa chica querrá salir a beber algo conmigo.

—En verdad aprecio mucho su invitación, pero, tengo cosas que hacer, y estoy en horario de trabajo, debo volver.

—Bueno, como tu jefe, te doy el día libre Kagome. Acompáñanos —la chica negó trastabillando hacia la puerta.

—Gracias jefe, iré a disfrutar mi día entonces a alguna tienda de helados —bromeó.

—Estamos listos —murmuró la montaña con la que había chocado segundos atrás—. ¿Mi jefe la molesta señorita?

—Sessh —sonrió Ho-!—. Llévanos a comer algo, el mejor restaurante del lugar.

Kagome cerró la boca de golpe en cuanto sintió su toque apacible recorriendo su espalda completa, la mano del hombre viajó desde su espalda baja hasta el hombro, donde palmeó lentamente.

—Llevaré a la señorita a la tienda de helados, usted vaya con el jefe de la chica —Ho asintió y tomó del hombro a Jack—. Nos vemos en la noche.

Un estupefacto Kito se acercó corriendo a Kagome, estaba por tomarla de la mano cuando la propia mano de la montaña desvió la suya.

—No le di el día para éso —reclamó—. Ni siquiera te conoce y mira lo asustada que está.

—Somos viejos amigos, no te preocupes —guió a una Kagome petrificada hacia un coche negro y la hizo subir de inmediato, luego siguió hasta el asiento del piloto y emprendió el camino.

Manejó por diez minutos, en un silencio que ni siquiera sabía si era incómodo o no, ella seguía sorprendida, con la boca seca y un cinturón de seguridad que se hacía chiquito de tanto que lo jalaba. Sesshomaru sonrió, ni siquiera se atrevía a mirarlo, en cambio él, en todo momento no dejó de hacerlo. Y es que, seguía tan hermosa como siempre, el cabello, sus mejillas sonrosadas, incluso aquel cuerpo curvilíneo que desde entonces le llamaba. Sus casi imperceptibles pecas, el rostro que tanto le encantaba ver cuando se enojaba—. Conozco un lugar extraordinario en el centro, venden un muy buen helado, y pastel. Han perfeccionado su técnica. Me gusta ir de vez en cuando, pero, me desagrada que ahora las únicas personas que atienden son mujeres. Es decir, no me molesta eso, me molesta que me quieran atender siempre...

— ¿Qué haces aquí? —murmuró por fin interrumpiendo sus aventuras en Buda sabe cuál restaurante.

—No esperaba esa pregunta.

El amor hace lo que quiere.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora