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過去の生活
Al principio,
Todo lo que quería era
Poder florecer solo para una persona...
Pero el destino robo mi libertad
Y así será...
Mientras las ruedas sigan girando...
Yoshiwara Lament
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La noche obscura iluminada por gotas de agua rojiza anunciaba que ya era hora de abrir el espectáculo, y con cada brillo carmín que caía al suelo, limpiaba el rastro de ese amor falso enjaulado en el "harimise"; los leves temblores de su cuerpo no se debían al aire que se colaba por las rejillas, sino a la espera de ver a esos ojos de jade, "comprarlo" ...
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El repetido tintineo del reloj en el fondo de su habitación lo ponía ansioso, mientras su ambarina mirada estaba fija en el vestido blanco sobre la cama, su cabeza estaba nublada con los miles de pensamientos que zumbaban en sus oídos, y el sudor que empapaba su cuerpo apestaba por el esfuerzo de si debía o no hacer lo que estaba a un paso de hacer...
"_Vivir por el resto de mi vida así..._". Murmuro, deslizando su mano sobre la seda lujosa de ese vestido puro. "_Sacrificarlo todo..._". Trono la boca, esperando que sus ojos no derramaran mas lagrimas de las que ya habían escurrido sobre sus mejillas esa mañana. "_¡¿Podre soportarlo todo?!..._". Se reclamo mentalmente, dejándose caer de sentón al suelo, ocultando su rostro entre sus piernas.
Pobre, Reki Kyan era un pobre hombre que no había anhelado nada en su vida, mas que el poder tener entre sus manos la diversión que Sakurayashiki alguna vez le relato, aquella, que el pelirosa contaba que era el sentimiento mas burbujeante que surgía entre tus entrañas, pero también olvido que ese sentimiento podía transformarse en amor, un amor que Kaoru rechazo, porque aun esperaba a su primer comprador, aquel inmaduro peliazul que se esfumo como niebla...
Y el oji ámbar no quería perder ese amor, tanto se había aferrado a no querer cometer el mismo error que su superior, que estaba dispuesto a desaparecer del mapa a "pelirrojo" y convertirse en el esposo de Tadashi Kikuchi, o simulando mas bien, ser la esposa de su tan amado "amor falso", como sus compañeros le describían, y como no hacerlo, si todos los varones aseguraban que la cobardía del bronceado lo dominaría y terminaría escapando como lo hizo "Cherry"; y no solo porque fueran amigos, sino, porque el menor era tan inseguro con lo que se suponía se refería a sus propias decisiones.
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Gota tras gota contaba con impaciencia, mirando fijamente al frente, esperando... y justo cuando creyó que esa noche seria igual que el resto, entre todos esos paraguas que florecen, escucho ese tintineo de campanillas que, atados a la cadena enredada sobre el blanquecino cuello de su tan esperado cliente, le anunciaban que su frágil corazón, manchando con el deseo, florecería desbocado...
