Corro descontroladamente, siento que mi cuerpo va a caer inerte al suelo en cualquier momento, no sé a dónde ir, no sé dónde pisar o perder a lo que sea que me siga, solo logro escuchar fuertes pisadas e imponentes gruñidos que me hacen estremecer, cada vez se escuchan más fuertes. Mi respiración se agita, se descontrola.
—¡Corre no te detengas, no dejes que la bestia logre atraparte!—escucho el eco de una voz, mi cuerpo entero tiembla al procesar esa palabra <<Bestia>>
Mis pies se detienen al sentir su presencia más cerca que antes, mi cuerpo no responde. Me giro lentamente ya rendida, el temor se apodera de mí más fuerte que antes. Observo sus grandes garras, un pelaje negro que brilla con la luz de la luna, sus ojos rojos como la sangre. Intento moverme y esto causa un imponente gruñido animal de la bestia.
Despierto agitada por mi último sueño, mi cuerpo entero reacciona, el sudor frío se resbala por mi nunca. Me levanto derrotada, sin ánimos de ir hoy a la Universidad, me sentía terrible. Al lado izquierdo de mi cama, en la mesita de noche, se encontraba una fotografía de mis padres enmarcada en un cuadro, les echo tanto de menos. Sin duda mi genética se la debía a mi papá, pues ambos teníamos cabello castaño y ojos tan azules como el cielo, la diferencia es que los de él tienen un brillo inigualable.
-Los extraño tanto - susurré con melancolía mientras una sonrisa triste brota de mis labios.
Me encamino al baño prácticamente dormida, lavo mis dientes y levanto la mirada encontrándome con mi demacrado reflejo en aquel espejo. Me observo detalladamente, siento decepción al verme y darme cuenta que soy un desastre, mi largo cabello está más enredado que un nido de pájaros y tengo grandes bolsas debajo de mis ojos los cuales no contenían brillo alguno.
Después de tomar un baño y tratar de arreglar mi demacrado aspecto escojo un atuendo sencillo. Siempre me he considerado una persona sencilla, tranquila, introvertida, tímida, poco sociable ya que siempre me ha costado socializar y la mayor parte del tiempo callada. Casi todo mi tiempo se reducía a mis estudios y libros, me cuesta mucho depositar mi confianza en otra persona, quizás y sea yo misma que construyo muros para no interactuar con las personas, me gusta mi soledad.
Unos minutos después de haber tomado mi desayuno, escucho el claxon del auto de Thelsey.
—Buenos días —la saludo sin ánimo alguno tratando de hacer una falsa sonrisa que parecía más una mueca.
—Buen día —me contestó alegre como siempre, a veces quisiera ser como ella, realmente es admirable su felicidad.
En unos minutos llegamos a la universidad, no tenía ganas de entrar a clases, solo quiero dormir todo el día, aunque no dudo en quedarme dormida en pleno turno.
—¡Hay no por Dios, en serio!—exclamó mi amiga con cierto enojo.
—¿Que ha pasado?—le pregunto con intrigada.
—Me toca matemáticas con el insoportable viejo, no lo soporto —dijo con su ceño levemente fruncido.
—Te comprendo —Es más fácil tragar vinagre que ha ese viejo cascarrabias.
—Bueno nos vemos en la cafetería en unas horas —dijo mientras hacía una ademán con su mano despidiéndose.
—Muy bien alumnos, vamos. La psicología infantil es la ciencia que estudia los fenómenos y regularidades del desarrollo psíquico del niño o niña, incluye el desarrollo de su actividad, también las cualidades y la formación de la personalidad...—así continuó mi mañana, mi mente se desviaba pensando en las pesadillas que había tenido y las cosas que sentía y pasaban.
No me di cuenta que ya había sonado el timbre para el primer recreo, tomé mi libreta de notas y lo guardé para encaminarme a la cafetería en la cual seguro Thelsey me espera.
Y como lo suponía allí se encontraba, totalmente concentrada en la pantalla de su celular.
—Ya estoy aquí —anuncié para que notara mi presencia.
—Ufff al fin, muero de hambre —dijo mientras hacía su drama tocándose su plano abdomen.
—No seas dramática —reproché rodando mis ojos.
—Sorry, sabes que eso no lo puedo evitar, es de nacimiento —soltó una pequeña sonrisa "inocente".
Ordenamos nuestro refrigerio y caminamos a una de la mesas del fondo. Mientras comíamos Thelsey me contaba sobre lo mal que le fue con el viejo bigotudo.
Íbamos por el largo pasillo camino a la próxima clase que nos tocaba juntas cuando siento un fuerte dolor en mi cabeza que hace que caiga de rodillas al suelo escuchando muchas voces que hacen que mi dolor aumente todavía más. Escucho la voz de Thelsey a lo lejos, parece muy asustada.
—No lograrás escapar, tu fantasía apenas comienza — susurró esa misma voz que escuché en uno de mis sueños —Estás atada a la Bestia, este es tu destino. —Escuché ese susurro por última vez antes de caer en la inconsciencia y que todo se volviera completamente negro.
Abro mis ojos de golpe, pero los cierro rápidamente y hago el mismo procedimiento varias veces hasta acostumbrarme a la luz de la habitación. Thelsey se encontraba a mi lado tomando mi mano mientras yo observaba a mi alrededor dándome cuenta que nos encontrábamos en la enfermería.
—¿Te encuentras bien? —preguntó con preocupación.
—Solo me duele un poco la cabeza, nada más —hablé colocando mi mano derecha en mi cabeza ya que esta dolía como nunca.
—¿Que fue lo que ocurrió? —me preguntó.
—No lo sé, solo sentí un dolor muy fuerte que causó que me desmayara.
—Vamos a casa, la doctora dijo que necesitabas descansar —dijo mientras me ayudaba a ponerme de pie.
Al llegar a mi casa, subí a mi cuarto a descansar ya que Thelsey decidió quedarse conmigo hoy para que yo pudiera dormir y no dejarme sola. Y así rápidamente caí en un profundo sueño.
Camino por una habitación totalmente oscura, sin ningún tipo de luz. Cada paso que doy hace eco en el silencio haciendo de este un lugar más tenebroso.
—Hola...—susurro con una voz apenas audible y temblorosa.
Sin obtener respuesta, comienzo a caminar buscando una salida sin éxito alguno. Veo una silueta en una esquina de la gran habitación.
—¿Quién eres? —pregunto con más miedo aún.
Retrocedo algunos pasos alejándome de esa sombra, giro sobre mis talones y corro todo los que mis piernas me permiten, pero es inútil.
—No puedes escapar, no puedes esconderte. ¿Sabes por qué ?—pregunta es voz que siempre escucho.
Tengo miedo de responder a su pregunta, pero las palabras salen por sí solas de mis labios.
—¿Por... qué? —hablo en un susurro casi inaudible.
«Porque estas atada a la bestia»..
ESPERO QUE LES GUSTE 😁,MUY PRONTO EL PRÓXIMO
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Fantasy Color Eyes (Editando)
FantasyLos sentimientos de ella eran demasiado fuertes para las palabras y muy tímidos para el mundo, era fácil confundir su timidez con la frialdad y su silencio con la indiferencia. Los sentimientos del él eran tan fríos que quemaban y tan rotos que cort...