CAPÍTULO 10: JASPER
Oscuridad. Todo era oscuridad.
Lo último que Jasper recordaba era la voz de Cassian, a unos cuantos pasos del patio principal del Instituto Drulany. Se estaban despidiendo luego de una larga charla sobre el capitán Gillian; pero, aunque a Jasper le hubiera gustado quedarse más tiempo quejándose sobre su injusto exilio, lo cierto era que tenía prisa.
Entonces sintió un dolor agudo en su cabeza, y sucumbió en imágenes distorsionadas de su mente. Cuando recobró la consciencia, tuvo que parpadear varias veces para visualizar donde se encontraba. Sintió impotencia al darse cuenta de que estaba tirado en el suelo, tanto con sus manos como pies atados, y en una sala sin ninguna salida cercana. Sin embargo, poco a poco las luces de la habitación fueron alumbrando el lugar, y reconocía la elegancia de las largas telas y el tapizado que cubrían las paredes de la que antes era su antigua casa.
—Oh, Jasper. —una voz gruesa apareció de la parte de atrás del salón. Su tono era casi jocoso. — Por fin despiertas.
El odio era un sentimiento muy fuerte. Jasper lo sabía, y nunca había considerado que ser capaz de odiar tanto a alguien en su corta vida.
Pero su padre estaba empezando a ser la excepción.
Fréderic Harlóv no había cambiado nada en el lapso de un año. Era un hombre robusto, casi tan alto como su hijo. Su parecido no acababa ahí, pues el tono negro del cabello de Jasper era heredado por su padre, al igual que el azul claro de sus ojos. Además de todas aquellas similitudes, la conocida nariz estrecha y recta de los Harlóv también hacía más fácil para todos en Osvelt reconocerlos como familia.
Pero Jasper detestaba compartir su sangre más que nada en el mundo.
—¿Estás incómodo, hijo? —le preguntó su padre, dando pasos lentos hacia él. Jasper maldijo por lo bajo.
No, estoy perfectamente cómodo en el sucio piso, padre, gracias.
—¿Qué quieres? —Jasper no estaba de humor para esto. Sabía que tarde o temprano su estadía en Osvelt involucraría enfrentarlo. De hecho, eventualmente planeaba tener una seria conversación con él, por más que la idea era lejos de ser llamativa. Pero jamás se le cruzó por su mente que los impulsos caóticos de su padre adelantaran su encuentro de esa forma. Justo ese día.
Su padre se arrodilló hacia él, y Jasper se obligó a mirarlo directamente a sus ojos redondos y almendrados. Todavía tenían sombras oscuras a su alrededor. Aparecieron por primera vez años atrás, cuando Noora falleció, y desde entonces fueron aumentando. Ya eran parte de él.
—Jasper, Jasper, Jasper...—le dijo, ladeando la cabeza, e hizo un click con su lengua. Su respiración era pesada, y ahí comprendió la situación. Estaba enojado. —¿Sabes lo vergonzoso que es escuchar de tu retorno por medio de Gillian? Y para peor...de tu expulsión del Ejército. —Un sonido sordo, como una especie de risa, escapó de sus labios. —Supongo que debí esperarlo. Siempre has sido un malcriado irrespetuoso.
Jasper intentó mover sus manos libres de la soga que las atrapaba. Era áspera, y un ardor invadió sus muñecas de inmediato. Pero no soportaba más en esa posición de inferioridad, y menos ante él. Su padre no hizo nada para impedir que él se librara; más solo lo miraba con curiosidad. Pronto, Jasper pudo zafarse exitosamente, y con mejor equilibrio, ponerse de pie.
—Honestamente —empezó Jasper, mirando sus muñecas rojas y con algunas marcas. No le molestaba tanto. O quizá se había acostumbrado a tener marcas por parte de su padre. —No puedo entender por qué querrías que te saludara. Has dejado muy claro que soy una abominación.
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The Wintering Realm
FantasyBienvenido al mundo de Nahlas, donde lo sagrado y lo oculto se enfrentan eternamente... Y solo uno podrá vencer.