capitulo 8

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Michael

El día transcurrió normal luego de lo que sucedió, miro a Lia desde el balcón, acariciando a mi gata negra Lili, estaban en el jardín juntas

Me preocupaba Lía,

El señor Amón a sido invocado

Recorde aquellas tenebrosas palabras que salieron de los labios finos de aquel ángel

Acaricie mi cabeza acomodando mi cabello azabache, suspire, mire al cielo parecía que llovería pronto,

Una pequeña gota de agua callo en mi mejilla y bajo con rapidez hasta mi mandíbula, más gotas de agua caían por todo el lugar entre a la casa cuando Lía se percató de la lluvia y corrió hacia dentro de la casa con Lili en brazos

Baje las escaleras, escuchando a Lia que tarareaba una canción con la gata en sus brazos meciendola, yo la mire por las espaldas

Su cintura era demasiado pequeña, su cabello largo tomado en una coleta de cabello

Porque me seduce sin hacer nada, porque me gusta? Es imposible que yo le atraiga pero
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Aunque fuera un poco quiero seducirte de la misma manera que tú lo haces conmigo
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Me acerque lentamente por detrás de ella y la tome por la cintura, baje lentamente mis manos hasta sus caderas, me acerque a su oído, solté un pequeño suspiro haciéndola que se estremeciera, lamí el lóbulo de su oreja izquierda, baje mi lengua hasta su cuello, acariciando su cintura y sus caderas, su aroma tan dulce como la miel, acaricie su abdomen bajo, mis manos bajaron hasta llegar a sus muslos y meter mis manos de demonio por debajo de su vestido, ella soltó un pequeño gemido agudo, me detuve antes de llegar a su entre pierna y solo seguí acariciando sus muslos y besando su cuello seduciendo la haciendo que cayera en mi telaraña de amor, baje lentamente el cierre del vestido, yo solo podía escuchar jadear a Lia su respiración agitada solo me hacía desearla más, cuando apenas me dispongo a morder y chupar su cuello alguien toca la puerta, y sin más que hacer subo el cierre de su vestido

-disculpame un momento- con voz ronca susurro en su oído, me encamino hasta la puerta y abro está, y al ver quién está en la puerta frunzo el ceño molesto y agobiado por aquella precensia

-Claudia qué haces aquí- gruño entre dientes

†EL HIJO DEL DIABLO†Donde viven las historias. Descúbrelo ahora