Capítulo 3

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Maddison

-Que asco, recuérdame ¿por qué hacemos esto? -gruñó Sarah a mi lado dejando a manchas (el pequeño zorrillo) en su jaula.

-Porque queremos ser mujeres independientes que no le piden dinero a sus padres cuando quieren comer helado.

Sarah me miró e hizo un puchero.

-Prometo que de ahora en adelante no gastaré tanto dinero en helado.

Enarqué una ceja en su dirección
Sabía muy bien que ella no seria capaz de cumplir esa promesa.

-Bueno bueno -suspiró fingiendo tristeza- mi debilidad es el helado y le seguiré pidiendo dinero a mi papá sin importar que gane el mío.

-Amiga no tienes remedio -negué con una sonrisa- además esto no está tan mal, es divertido estar con animales -me acerqué a una jaula y acaricié la cabeza peluda de un San Bernardo.

-Claro, porque es divertidísimo limpiar la jaula de un zorrillo -soltó sarcástica.

-Bueno por lo general no, pero con ustedes aquí si parece divertido -interrumpió alguien detrás de Sarah.

Nos tensamos al pensar que podría ser el dueño de la tienda, pero al voltearnos y comprobar que era su hijo respiramos con tranquilidad.

-¿Quieres matarnos de un susto? -mi amiga se llevó la mano al pecho, y fulminó con la mirada a Peter.

Peter era un chico bajito con el cabello rizado y usaba unos lentes al estilo de Harry Potter, era simpático pero muy tímido.

-Perdón no-no fue e-esa mi intención -Peter lució apenado y eso me pareció adorable.

-Tranquilo pequeño P, no fue para tanto solo que a mi amiga aquí presente -la señalé con el trapo que cargaba para limpiar- le gusta hacer dramas.

Sarah se hizo la ofendida y se dio media vuelta dirigiéndose al área de las peceras.
Estábamos limpiando la pequeña tienda de mascotas.
Resulta que apenas llegamos, el dueño (el señor Pedro) nos contrató sin hacernos ninguna entrevista porque necesitaba ayuda con la tienda con urgencia.
La tienda no era muy grande, pero si había animales muy variados, hasta me atrevería a decir...exóticos.
Habían perros, gatos, peces, loros, y tortugas por un lado. Por el otro habían conejos, zorrillos, guacamayas, hurones, serpientes y arañas. Personalmente yo prefiero evitar acercarme al área de las serpientes, la verdad siento que no podría estar en la misma habitación que una sin que me desmaye.
El trabajo no era tan pesado, y cualquier duda que teníamos podíamos aclararla con Peter. La paga de hecho si era bastante buena para nosotras, según la filosofía del señor Pedro él tenia que procurar que sus trabajadores ganaran bien y estuvieran contentos para que continuaran haciendo el trabajo.
Una filosofía acertada en mi opinión pero que lamentablemente muchos no entienden. En mi país por lo general los dueños de empresas o negocios quieren pagarle a sus trabajadores salarios mínimo (y eso que actualmente no alcanza para prácticamente nada), mientras que ellos se llenan los bolsillos a posta del trabajo de otros.

-La verdad agradezco que vinieran a trabajar aquí -soltó Peter de repente- necesitábamos ayuda si planeamos expandirnos.

-¿Tendrán otras franquicias? -pregunté curiosa puesto que la tienda no es que tuviera mucha fama.

-No nada que ver -se rió divertido - mi papá quiere meter en la tienda más animales, tiene esa loca idea de que si le ofrecemos más variedad a las personas, pues los clientes vendrán .

-¿Tu no crees eso? -pregunté al ver su semblante cansado cuando habló del señor Pedro.

-Solo creo que deberíamos buscar otra estrategia, no añadir más carga al saco -suspiró triste- bueno Maddi  mejor te dejo trabajar -trató de disimular con una sonrisa que salió más como una mueca.

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