Desayuno

109 9 8
                                    




—Lo bonitas que son... ¿No lo ves así, Fubuki? 

Prefirieron esa vez desayunar bajo la sombra del gran olmo. El sol de las nueve quemaba su piel tan pálida en motas finas. Los ojos del señor Kurenai se habían ensombrecido en totalidad, pero para él aún conservaban ese encanto como el de las amapolas recién abiertas, quizá, la naturalidad de un padre. 

—Sí, son... muy lindas. —Miró hacia el jardín del parque. Finalmente el verano florecía en la ciudad, y el niño de ocho años mantuvo la presencia con calma y no alboroto, como muchos de sus compañeros de clase. Shu notó su mirada perdida. Entre los dos estaba la mesa con panqueques que no habían sido tocados en media hora. 

Respiró el aroma nuevo de la brisa y tomó entre sus labios el jugo cítrico de la naranja.

—No me has dicho la razón de ese... desvarío, que tuviste en la noche —reprochó con serenidad. Fubuki no lo miró—. Ya sabes que me preocupa tu bienestar. Te traje comida, porque vi que no te era suficiente la que te daban. Y me parece que hoy has estado más callado que ayer, ¿puedo saber porqué?

Dos arrendajos azules conversaron mientras ellos prosiguieron callados. El pie del pequeño convulsionaba de un lado a otro, esperanzado de que dejara de mirarlo. Ambas cabezas eran mundos ajenos a la otra. Entre los cabellos rubios del niño se asomaba una primavera seca, distinta, de contornos extraños y ventiscas misteriosas. Mientras que el invierno tan denso que cubría las curiosidades adultas, extrañas al amarillo y de inquietantes preguntas, se mantenía interesado en conocer lo escondido bajo el trigo tierno.

Fubuki... —aseveró Kurenai con voz ronca. Esta vez el pequeño sí le miró. 

Fubuki tragó en seco. Varias gotas perladas bajaban por su frentecilla. De pronto y silenciosamente, una de sus manos hurgó dentro del bolsillo de sus shorts. Ya había llegado el momento.

Le iba a enseñar el anzuelo.

—¡Señor Kurenai! ¡Qué sorpresa tan maravillosa! —O quizá no podría. La hermana Kobayashi les saludó con su voz de seda. Él retiró su mano del bolsillo; el metal seguiría esperando allá adentro—, no esperábamos su visita a esta hora.

—Ayer Fubuki me dejó preocupado —admitió—. Vine a ver si hoy se encontraba mejor...

Muy a pesar de que la conversación trataba sobre él, el niño no oyó nada. En cambio, paseó sus manos una encima de la otra, trazando un camino por las marcas grotescas y sanguinarias que habían brotado sobre su piel suave de niño. Creación de filos extraños que nadie conocía. Así quedó sentado, pensando que unos redondos ojos de pez lo observaban desde lejos.



...................


Esto es parte de un AU bastante corta, pero que me gustó al tiempo que se me ocurrió. Trata de Shu adulto queriendo adoptar a Fubuki, quien, como imaginarán, es un niño pequeño.

Antes de que esto ocurra pasan varias cosas que dejaré a su imaginación. A los que se acostumbraron a mi gusto por historias raras no les costará darse una idea.

Loviu ❤

Cosos ; bbb (Finalizado).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora