[HC] ¿Así que quieres tener una batalla?

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Ocho años antes de Evolution

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Ocho años antes de Evolution.

Por primera vez en mucho tiempo, Theodore experimentaba una carga de ansiedad pero también de una extraña felicidad

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Por primera vez en mucho tiempo, Theodore experimentaba una carga de ansiedad pero también de una extraña felicidad. Finalmente, el proyecto, la piedra angular de su motivación estaba tomando sus frutos.

Había tenido que esperar, quizás más de la cuenta, pero, ¿qué importaban esos detalles? El producto final de su ambición valía cada maldito segundo por el esfuerzo impuesto.

Incluso podría esperar más para la llegada de ese blader perfecto.

Alguien golpeó la puerta de la oficina. Theodore respondió desde su escritorio—: Adelante.

Uno de los integrantes de los Raging Bulls se asomó: —¿Señor Glass...?, ¿está ocupado?

—No realmente. —Theodore ignoró el hecho de que aún no estaba acostumbrado a que se refieran a él como «señor»—. ¿Por qué la pregunta?

—Pasa que... Alguien quiere verlo. 

Glass frunció el entrecejo—¿Alguien? ¿Quién?

El blader sonrió discretamente.

—Es mejor que lo venga a ver usted mismo.

Theodore salió junto a este. ¿Quién sería? En su agenda no tenía previsto ningún encuentro con nadie a esa hora, ni siquiera para recibir a un nuevo integrante. El elevador los condujo hasta la planta baja, donde se hallaba la entrada del edificio. Varios bladers estaban observando de lejos la escena tan curiosa.

Ahí, justo en las puertas y siendo bloqueado por los guardias de seguridad, había un niño pequeño.

«¿Pero qué...?». Glass se dirigió hasta este mismo, los guardias quitándose para dejarlo llegar en frente de él. El menor tuvo que subir bien la cabeza para poder verlo a la cara.

Su cabello era puntiagudo y verde. Los ojos que lo observaban con impresión eran dorados y grandes.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó dirigiéndose a los de seguridad.

El primero respondió de inmediato. —El niño quería entrar al edificio para hablar con usted. —Ese definitivamente no era un enviado; no recordaba en lo absoluto haberlo solicitado y mucho menos visto por algún sitio.

El pequeño, de tal vez nueve años, balbuceó: —U-usted es Theodore Glass...

—En efecto, lo soy —respondió con seriedad. Luego, preguntó suavemente—: ¿y tú quién eres?

Este comenzó a hurgar rápidamente en su bolsillo, hasta sacar de él un bey color morado para enseñárselo: —¡S-soy Norman Tarver! ¡Y este es mi bey, Spike Noctemis!

Theodore lo observó en silencio. Seguía sin entender qué hacía ese niño ahí. El hombre respiró hondo, hablando con tranquilidad:

—Veamos, Norman, ¿Sabes que para venir aquí debes ser aceptado previamente, verdad?

—Y...yo lo sé, ¡p...pero...!

—Entonces sí lo sabes. —Theodore curvó sus labios en una sonrisa que aparentaba ser amable—. Ahora que estoy aquí, ¿de qué querías hablarme?, porque hasta el momento he entendido que viniste para conversar conmigo.

Norman bajó la mirada y las mejillas se le ruborizaron. —Yo... Yo quería... Yo quería saber si podía tener una batalla, uh, dentro de los Raging Bulls.

«Así que no vino a unirse... Esto será más fácil de lo que pensé». Theodore observó con detenimiento al infante. Era sólo un simple niño como todos los demás bladers que apenas van iniciando. Tal vez hasta con un mayor nivel de atrevimiento como para haber hecho todo aquello, pero alguien debía encargarse de darle cara a su posición y ese sería él.

—Ah... ¿Por eso? —Glass se arrodilló hasta una altura donde ambos estuviesen cara a cara. Viéndolo directamente a los ojos, sin dejar de lucir sereno, le explicó—: Norman, déjame decirte algo; los Raging Bulls está integrado por bladers excelentes. La mayoría son parte de los mejores. Con beys capaces de provocar un final explosivo de un solo impacto. Tu bey y tú tal vez sean buenos, pero ¿son capaces de enfrentar contrincantes con tanto poder? En mi opinión, todavía te falta bastante camino para llegar a ese nivel. —Al ver que el chico no respondía, continuó—. Así que, regresa aquí cuando seas más grande y... más fuerte. ¿De acuerdo?

Norman había quedado anonadado. Lentamente asintió, apretando a Noctemis en su mano.

Theodore sonrió otra vez. —¡Bien!, me alegra ver que has comprendido. —Se puso otra vez de pie—. Qué tengas una buena tarde, Norman.

El adulto se esfumó, dejando al pequeño parado en frente del edificio, cabizbajo.

Pero, quién sabe, tal vez se lo agradecería más adelante.

Amo este headcanon y escribirlo es de las mejores cosas que he hecho esta semana

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Amo este headcanon y escribirlo es de las mejores cosas que he hecho esta semana.

Cosos ; bbb (Finalizado).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora