Cosos ; bbb (Finalizado).

El por qué Shu Kurenai reprobó un año.

Un año antes de los acontecimientos en Burst.

Estrujó el papel entre sus manos, volviéndolo una pelota maltrecha que desechó en la basura del pasillo. Sus puños dolían de tanto ser apretados mientras soltó una maldición entre dientes. Increíble... la misma letra de todos los días, los papelitos sarcásticos que encontraba en su casillero esperándole a la salida, una vez más irritándolo a propósito.

Una vez que sería la última.

Encogido de hombros, se encaminó de un portazo a las manadas por los pasillos. El rumor entre estudiantes haciéndose un ruidito bajo el pitido incesante dentro de su cabeza, difícil de ignorar. Seguía sin soltar los puños, mirando férreamente hacia adelante.

Ni siquiera notó cuándo Valt lo alcanzó por atrás, saludándolo. En otra ocasión habría escuchado a su mejor amigo. Lo habría saludado y se dejaría abrazar. Probablemente luego esperarían a que la señora Aoi fuera a recogerlo para irse solo a su propio hogar. Pero esa vez era distinto. Valt no era más que un reflejo de luces detrás de un cristal nublado; un matiz de colores sin forma, así como los otros estudiantes.

No, Shu sabía a qué prestarle atención. Apretando la mandíbula y con un dolor en los incisivos. Valt lo miraba extrañado, sin embargo, con una terrible sensación familiar en el estómago. «¿Shu?» «¡Shu!» «¡Tierra llamando a Shu!, ¿me escuchas?». Aoi no tenía idea de lo que pasaba por la mente de su buen amigo. Pero sin duda algo malo debía ser, ¿no era así?

Finalmente abrió las puertas de la escuela, las cuales llevaban al patio central, donde se acumulaban todos los menores nipones después de las clases. El claro e ilustre Sol de la tarde bañándolos a todos en calor. Shu miró de lado a lado, parándose en medio de todo el caos estudiantil para mejor vista. Valt se detuvo en seco también, cortando su respiración cuando los ojos rojos se agrandaron en un denso ceño fruncido.

Él no lo sabía, pero la mente de Kurenai se quedó en blanco, como el papel con las letras de todos los días.

«En verdad que eres un cara de piedra. Pareces un maniqui, ¿acaso te puedes reir? con razon solo tienes un amigo, perdedor.»

—¿S...Shu? —balbuceó acercándose—. ¿Qué te pasa?, ¿por qué no...?

No pudo decir más, pues Shu ya se había marchado de su lado.

Ahora este, inexpresivo pero con palmas rojas, iba derechamente a la sombra bajo un álamo, donde se sentaban dos chicos probablemente de su edad. El más bajo se puso pálido al verlo allí, mientras que el segundo, con expresión aburrida, lo observó como si ya lo estuviera esperando desde hacía mucho tiempo.

—Oh... eres tú. ¿Qué quieres, cara de piedra? —musitó con una sonrisilla. De pronto algo sí pasó por la cabeza de el muy joven blader. No era bueno.

«Idiota.»

El otro alumno ni siquiera alcanzó a gritar cuando Shu ya se había abalanzado encima de él, dándole un puñetazo certero contra el asfalto, siguiéndole dos, tres, cuatro más. Fue como si toda la escuela hubiese olvidado cómo pronunciar palabra por un momento, antes de amotinarse hacia el lugar de la paliza.

Las colegialas más sensibles gritaron ante la escena, alarmando a los profesores que ya estaban por irse de la institución. El chico que hacía tan sólo un minuto había estado charlando con su compañero salió disparado lejos del lugar. Y Valt, quien tuvo que hacerse paso entre el gentío, contempló con horror el suceso haciéndose sobre la marcha.

—¡¡Shu!! ¡Amigo, para! ¡¡Para, Shu!! —gritaba conmosionado mientras hacía lo posible por halar al otro de la cadera—. ¡Ya déjalo! ¡Déjalo, lo estás lastimando! —Mas, sin embargo, esto no era escuchado por Shu. Todo lo que él escuchaba era el pitido. No importaba qué o cómo, pero iba a destrozarle la cara.

Y, desafortunadamente, lo estaba consiguiendo.

—¡Kurenai! —El profesor de educación física se hizo oír en el sitio. Valt se apartó aún más atemorizado cuando este se acercó, agarrando de la cintura al estudiante y sujetándolo con fuerza lejos del otro. No obtuvo resistencia.

El pecho de Shu subía y bajaba exageradamente, viendo la nariz y boca ensangrentadas de Ichisagi Kamura. No lo había matado; no obstante, por un momento parecía que lo había logrado.

Rápidamente apareció la profesora de biología seguida por la enfermera escolar, quienes se llevaron al muchacho de seguro a la enfermería, dejando a la escuela desesperada por lo ocurrido.

Entre tanto silencio que de pronto se formó, la voz débil de Aoi hizo presencia.

—¿E-Estás... Bien?

No consiguió respuesta. Apenas iban llegando los sentidos a Kurenai. Y cuando recobró finalmente el oído, lo primero que oyó fue al profesor de educación física mascullar.

—Vamos, a la dirección. Ahora.

Esto es un headcanon.

Shu repitió quinto grado debido a este enorme pleito por el cual fue expulsado un largo tiempo, casualmente en la época de exámenes finales. También lo reprobaron gracias a las demandas de los padres de Ichisagi y ese peo.

Verán, Shu desarrolló desde pequeño un fuerte sentido de impotencia, además de una facilidad para ceder a las provocaciones. Esto no fue incentivado por Spryzen, sino que ya existía en Shu, en el beyblade podía dejar salir la ira acumulada durante el día. Claro que, con el tiempo, tuvo que aprender a serenarse para bien. Valt sabía sobre esto desde hacía mucho, y Shu se sentía bastante incómodo por cómo afectaría su amistad, siendo esta la primera gran explosión que le marcó temporalmente. Le prometió a Aoi de que no volvería a tener que presenciar un arranque de rabia como ese.

... Hasta que Spryzen Requiem pasó, por supuesto. Por esta razón (junto con otras muchas cosas) quedó perturbado a largo plazo luego de volver a su yo normal. Quisiera hablar más de lo que pasó aquí pero será en otro momento.

Ah, y como ya se imaginarán, en mi Headcanon (por abajo de Kensuke) él es el mayor en cuanto a años se refiere en el primer equipo Beigoma.

Fuuaaaa tremendo blabla me mandé SJKSSJ

Gracias por leer ❤️❤️