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Todos en la primaria conocían su rivalidad. SeungMin era distante, frío y muy grosero con Jisung a los 8 años, y éste respondía tímidamente con comportamientos infantiles. Se odiaban, nadie tenía dudas sobre ello.
En los recesos peleaban. Las profesoras tenían que correr a retenerlos porque de otra forma alguno terminaría sin cabeza.
Ni siquiera ellos sabían el motivo para odiarse tanto.
— Ahí viene Han — le decía con disgusto SeungMin a HyunJin, su amigo y cómplice.
— Pero... ¿quién es él? — le preguntaba el, en ese entonces, peli negro por el chico que acompañaba a Jisung.
— Lee Felix, estudiante de intercambio.
— Oh... y... ¿no podríamos sentarnos con ellos hoy en el almuerzo?
— ¿Qué? ¿Tú estás loco? ¡Son el enemigo!
— Pero Minnie...
— Sin “peros”, Hyunie, ¿eres mi amigo o no?
El mayor agachaba la cabeza resignado y seguía a su amigo.
Nada cambió al menos hasta que cumplieron 15 años, cuando HyunJin le reveló que estaba en una relación sentimental con el cómplice de su enemigo y, además, que era secreto.
Y SeungMin recuerda lo mucho que HyunJin lloró al decirle, lo triste que se veía al pensar que, como sus padres, no lo apoyaría. Porque HyunJin había sido echado de casa cuando su familia se enteró de su sexualidad, y terminó en el departamento de una tía de Felix que vivía en la ciudad: la dueña del café que le cobraba con trabajo.
Claro que SeungMin no podía hacer más que apoyarlo y abrazarlo, no iba a rechazarlo después de todo eso.
Tuvo que aguantar las repentinas salidas en grupo, aguantar a Jisung y darse cuenta de que no habían motivos para odiarlo, pero seguía haciéndolo por pura costumbre.
Todo cambió una semana de invierno, cuando nevaba en Seúl y decidieron reunirse para jugar en la nieve. Jisung moría de frío esa mañana y SeungMin, sin pensarlo ni por un segundo, caminó hasta él y lo capturó en su enorme suéter para compartirle calor.
Eran inseparables desde entonces, no había una cosa que no se contaran o compartieran. Y ahora que Jisung necesita más que nunca de su calor, tiene miedo de perderlo.
— Tengo algo que decirte, Minnie — le susurra intranquilo, ansioso, con ganas de correr y no terminar de exponer eso que ha aplazado tantos meses. Porque no, Jisung no le ha contado todo aún.
Chan se encarga de mantener a HyunJin y Felix lejos de la escena antes de correr cerca; no es difícil: esos chicos se aman demasiado y si algo puede apartarlos de la realidad es su mutua compañia.
Le toma la mano a Jisung unos pasos más atrás para apoyarlo, para hacerle saber que saldrá bien, que no debe preocuparse. Pero Jisung tiene miedo. Tiene miedo y llora sin quererlo porque puede perder demasiado si las cosas salen mal.
— ¿Jisung...? — lo llama confundido SeungMin, poniéndose de pie para acercarse. Con ambas manos aparta las lágrimas de sus mejillas y luego lo abraza con cuidado, por si acaso se rompe. — ¿Qué pasa?
— Tú... Sabes que te amo, ¿verdad?
El menor no contesta. No entiende el sentido de la pregunta, en realidad. ¿Cómo sabría? ¿Cómo lo ama? ¿Lo ama como a un amigo o como algo más? No tiene idea.
— Creo que sí, lo sé.
— Seungmin, pues... Enfermé. Hace varios meses enfermé y... Pensé que curaría con el tiempo, pero cada vez se sentía peor. Y fui al doctor, me hicieron exámenes y en uno de ellos... Resulta que... Soy seropositivo.
— ¿“Seropositivo”?
— Significa que dio positivo a la prueba de una investigación serológica — le explica Chan.
— Pero... ¿Qué...? ¿Qué quiere decir?
— Quiere decir que mi pareja sexual de ese entonces no me dijo que tenía VIH antes de acostarnos. Quiere decir que tengo VIH, SeungMin.
Seungmin se queda callado, congelado. ¿Qué debe decir...? ¿Qué es lo que Jisung necesita escuchar...? Ni siquiera entiende cómo debe sentirse al respecto, ¿le importa...? Claro que sí, se trata de Han, quiere su bien, su salud, su felicidad... pero no le interesa más allá de eso, no hay algo que cambie. Jisung es Jisung, sin importar su signo positivo. Jisung es Jisung, no su sangre, y SeungMin lo sabe, lo entiende y lo respeta. SeungMin lo quiere y lo seguirá queriendo, quizá ahora un poquito más.
Suspira pesada y brevemente, un gesto del que probablemente nadie se percata. Siente las manos de Jisung tirando de su suéter y se pone a temblar. ¿Acaso Jisung ha estado pasando tan mal rato por eso? Le duele pensar que es así y que no lo supo a tiempo. Que no lo supo desde un principio, que no pudo apoyarlo como cree que debería.
Aparta a Jisung con sus manos, haciendo presión en el pecho del mayor. Claro que Han se asusta, siente que SeungMin lo rechaza, pero en lugar de eso SeungMin levanta su suéter y, como la costumbre más dulce de la que se han vuelto adictos los dos, lo atrapa en él.
— Yo siempre te voy a querer — le aclara, tomando su pequeño rostro entre las manos y mirándolo a los ojos con completa decisión. — Siempre, Han Jisung, que eso no se te olvide.
Y lo besa. Lo besa como solo alguien que ama tanto como para dejar en ridículo a la palabra “amor” puede besar. Le come la boca a Jisung con tanta delicadeza que en lugar de mordidas se sienten caricias y en lugar de sangre seropositiva solo hay paz chocando entre sus bocas.
Porque Jisung ha roto su único miedo, su único impedimento para estar con SeungMin, y SeungMin entiende entonces que algo como lo suyo no va a romperse, no va a perderse ni destruirse. Porque son amigos que se aman, son algo más y ya no hay nada que lo impida.
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