Tan pronto como la suelta, Callie sale despavorida en dirección a aquella habitación privada que guarda todos los secretos de su intimidad y un poco más.
Calum ladea la cabeza mientras la observa huir, apreciando como su figura casi rebota con cada trote ligero de pies descalzos y pantorrillas firmes, viendo como su pelo vuela aun en la escasez de una brisa impertinente, pero gracias al aire acondicionado que en ningún instante ha dejado de cumplir con su función, mirando como el vestido se le sacude en las orillas con tanta gracia y tanto encanto que llega a ser cautivador.
La pierde de vista justo cuando gira por el inicio del pasillo cruzando la enorme sala de estar, y una respiración honda invade sus pulmones mientras deja caer la cabeza hacia atrás, con cansancio domado, con los restos de aquel antiguo estrés que ha sufrido disipándose en la consciencia de que desde el inicio ha tenido la razón y que no había motivo alguno por el cual preocuparse en absoluto.
Callie sigue siendo su esposa, continúa siendo la misma mujer que se alegra cada vez que regresa a casa, esa que siempre está buscando su mirada en los lugares públicos y que se sienta a su lado en los eventos sociales en los que coinciden para poder tomar su mano por debajo de la mesa o rozar sus rodillas como si fueran un par de adolescentes a escondidas. Es la misma a la que ha amado con toda su alma y lo seguirá haciendo por el resto de su vida, y un sentimiento de alegría se expande por su pecho al tener la certeza de que ella se siente de esa misma forma.
Las mitades de sus corazones encajan hasta el punto en el que parecen haber sido hechas para ello, y Calum ni siquiera se esfuerza en pensar en la posibilidad de que ella no esté, porque es inviable, algo que definitivamente no podría suceder a menos de que el mundo esté por dar su último aliento y sea el fin de todos los tiempos. Lo sabe, y Callie también, y el tenerlo presente le da las fuerzas suficientes para mantener la cabeza fría y motivarse a querer ir tras ella.
Se mira el reloj de oro que descansa en su muñeca, han pasado exactamente dos minutos desde que le ha pedido que se marchara, por lo que deduce que todavía debe encontrarse tratando de colocarse en su posición o probablemente desnudándose para recibirlo. Se muerde el labio inferior evitando imaginarla debajo de sus párpados, sin ganas de arruinarse la vista que está por recibir tan pronto como cruce aquella madera blanca y cara que posee toda la casa.
Una relamida de labios es suficiente para que empiece a caminar, se deshace de la chaqueta que sólo ahora comienza a agobiarlo y pasa por la sala escuchando el tumulto en la cocina debido al eco que se produce por la altitud del lugar. No se pregunta por qué el ama de llaves no ha ido a recibirlo como tiene la costumbre de hacer cada vez que llega, porque sabe de primera mano que solo lo hace cuando Callie no se encuentra en casa y que la rubia tiene cierta afición con darle la bienvenida con devoción natural.
Es bastante tierno de ver si se lo preguntan, y adora con sinceridad el apreciar el brillo que reluce en sus ojos claros cada vez que va a la puerta del ascensor al llegar. Le derrite el corazón, y lo hace quererla un poco más, imposiblemente, con todas sus fuerzas.
Deja escapar un suspiro suave cuando se despoja de aquella prenda, la suelta para apoyarla en uno de los reposabrazos del mueble decorativo que rellenan el espacio en la sala y se desabotona las orillas de las mangas para poder subírselas y dejarse los antebrazos libres mientras repasa todo el camino en dirección al mismo pasillo por el que Callie se ha dirigido para poder cumplir con la orden que le ha dado.
El silencio reina entre la enormidad del techo, el candelabro que hay en el centro del corredor se encarga de alumbrar todo a su alrededor, y Calum va contando en su mente la cantidad de segundos que le da de gracia para que no haya ningún inconveniente tan pronto como entre. Le toma veinte segundos el llegar hacia la puerta, se relame los labios deshaciéndose del nudo que mantiene en su corbata y finalmente, y con el corazón en la garganta cuando la anticipación le late con agobio y éxtasis prematuro, consigue envolver la cerradura con la mano y abrir.
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Corduroy dreams ✶ bdsm! [cth] | ✓
FanfictionEn donde la mentira de Callie crece como una bola de nieve hasta quebrarse en miles de pedazos, y aunque las consecuencias no son demasiado graves, Calum está lo suficientemente decepcionado con ella como para castigarla como cree que lo merece. *・゜...