- ¿¡Qué dijiste!?
El menor se encontraba impactado luego de escuchar aquello. Claramente, le habló cuando se recuperó de su casi visita al cielo con su tatarabuelo.
- Dije, que no podré vivir contigo si comes esa porquería.
BeomGyu tosió nuevamente, ahora ahogándose con su saliva. Sus mejillas rojas a más no poder y su sangre hirviendo por el descaro del contrario.
- ¿¡Estás loco o qué te pasa!?
SooBin sonrió mientras finalmente quitaba la vista de su plato y la dirigía a BeomGyu.
- A ver, ¿crees que voy a dormir en la calle? Me vas a rentar una habitación.
- ¿¡Qué Diablos contigo SooBin!?
"Todos" pensó el mayor mientras veía el semblante enfadado del castaño.
- Ya te lo dije. Me vas a rentar una habitación. Yo invité la comida, tú me invitas a tu casa. Además no es como si fuera a hacer algo malo.
- ¡Ni siquiera te conozco!
- Tú aceptaste el trato.
- ¡El trato no incluía algo así!
- Por eso, aprende a leer las letras pequeñas.
- ¿¡Qué tonterías dices!? ¡Ni siquiera estaba escrito en papel!
- Que no lo hayas visto, no quiere decir que no exista.
BeomGyu se rindió, mirando con furia la rebanada de pizza con piña que tenía en su plato. Realmente no pensaba hacer aquello. No, claro que no. Estaba ideando un plan, un perfecto plan que conllevaba un favor de su querido hermano.
- Hmm, veo que aceptaste. Por cierto, ¿Pensaste que estaba coquetéandote?
SooBin miró con picardía al avergonzado BeomGyu, quién le devolvía la mirada junto con un ceño fruncido y puchero de labios.
- ¿¡Q-qué!? ¡No! Jamás, ni s-siquiera pasó por mi cab-beza.
- Entonces, ¿por qué tartamudeas? Admítelo, creías que estaba coquetéandote.
SooBin rió burlón mientras que el menor se levantaba para ir a pagar su cuenta y envolver su querida pizza con piña para llevar. El pelirrojo sólo vió la escena con gracia y se dispuso a comer su riquísima porción en completa tranquilidad y con mucha emoción. Estaba seguro de que BeomGyu no se iba a ir tan fácil, podía sentirlo.
Cuando el menor terminó de pagar su cuenta, se fue sin decir nada más. SooBin reía internamente mientras terminaba la última rebanada de pizza napolitana -exquisitamente deliciosa- que le quedaba y bebía de su jugo de naranja tomándose todo su tiempo en hacerlo.
Vio cómo BeomGyu cruzaba la calle y se iba por la plaza junto con su guitarra, en casi una maratón de gimnasia para jubilados, la cual consistía en caminar rápido y con voluntad. Esta vez no pudo contenerse y soltó una carcajada, mientras le devolvía una mala mirada a las personas que volteaban a verlo con enfado.
Lentamente, se levantó de su silla y junto todo lo que usó, para luego devolverlo al personal y tirar la basura que había dejado en la mesa. Por último, pagó la cuenta y salió tranquilamente del local no sin antes darle las buenas tardes a quienes trabajaban allí.
- Bien, comienza lo divertido.
SooBin tomó aire y se dirigió hacia el mismo lugar en el que BeomGyu se había ido, tratando de recordar y seguir sus mismos pasos. Podía jurar que lo encontraría de nuevo, después de todo, no pudo haber ido tan lejos en tan poco tiempo.
- Bien, vamos SooBin, no puede ser más rápido que tú.
Comenzó a correr de manera lenta, mientras buscaba alguna cabellera castaña que encajara con los ideales de BeomGyu. Tardó un poco -mucho- en encontrar al pequeño sabandija que se atrevía a desafiarlo.
Finalmente, llegó hasta donde se encontraba. Con mucha cautela, para que no lo escuchara ni lo sintiera detrás de él, SooBin lo siguió. Caminaba despacio a sus espaldas un poco agachado, las personas lo miraban extrañados porque su altura no ayudaba y sus piernas torpes tampoco.
Iba bien con su plan, BeomGyu era tan distraído que ni siquiera lo notaba. Además, llevaba sus audífonos puestos y quién sabe si con el volumen al tope en su máxima capacidad.
Sonrió orgulloso, a pesar de tropezarse un sin fin de veces, no sé había caído. O al menos hasta que al castaño se le ocurrió cruzar la calle y doblar en una pequeña rotonda que incluía un espacio verde, en el cual pisó una piedra y tiró al menor mientras caía al suelo asfaltado.
- ¡AHH! ¿¡Qué te pasa, idiota!?
SooBin vio el semblante enojado de BeomGyu aún recostado en el suelo, con un dolor de espalda tremendo y un ardor de ojos que lo mataba pues el sol era terrible ese día y daba justo en sus preciosos y adorables ojitos.
Sintió un poco de miedo. Ahora, él parecía ser un indefenso conejito que no tenía noción del mundo que lo rodeaba. Y BeomGyu... bueno, él parecía un malvado oso pardo que quería aprovechar de su condición para eliminarlo de la faz de la Tierra.
Y no, no estaba exagerando respecto a ello.
- Yo... ¡Lo siento! Es que en serio necesito ayuda. Vamos, apiádate de esta terrible alma en desgracia.
- No.
BeomGyu lo agarró bruscamente del brazo y lo levantó, para tirarlo con brusquedad encima de un césped mojado y con algunos hoyos del que salían hormigas.
- Eso es por degenerado y acosador.
- ¿¡Qué!?
SooBin gritó escandalosamente. ¡Él no era un degenerado ni un acosador! Sólo estaba jugando porque le gustaba ver al pequeño sabandija enojado. Era muy tierno verlo así.
SooBin se levantó como pudo -por el terrible dolor de espalda- y luego de sentarse en una mejor posición para sus ojos, comenzó a buscar nuevamente al menor, quién al parecer se había ido corriendo.
- Ah, este chico es tan difícil... Me tomará mucho tiempo encontrarlo de nuevo.
Hola, disculpen la tardanza, la escuela me tiene muy ocupada D:
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𖠌 Ángel And Devil 𖠌 » SooGyu
FantasíaSooBin era un demonio, hijo del mismísimo diablo. Pero, cuando estaba con BeomGyu era completamente un Ángel. Porque en el fondo no era malvado, solo estaba obligado a serlo.