En esta historia encontrarán a Ray (representante de todos los Yorobums) en su aventura conociendo a @sora_pinku. Todo el mundo puede ser co-autor de esta historia y tomar decisiones sobre el futuro y los personajes de la misma. En la cuenta de inst...
Querido diario, aún me tiemblan las piernas. No termino de entender qué ha pasado. Tengo mil cosas en la cabeza que se amontonan y me gritan. Ya no sé ni cómo sentirme. Querido diario, hoy han estado a punto de cazarme.
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No había querido consultar su horóscopo aquella mañana. Ya sabía que iba a ser una semana de mierda y no requería que nada ni nadie lo confirmara. Solo en los próximos 4 días tenía por delante 3 parciales, 2 globales y 4 fechas límite para entregar unos trabajos de los que no se sentía segura. Levantarse de la cama sabiendo que debería enfrentarse a todo ello había sido menos complicado que otras veces. Había asumido que la vida era así, que a veces se fracasaba y ella ya tendría que estar acostumbrada a ese tipo de fracasos.
Un café con leche y a la calle. Sus dos compañeros de piso estaban fuera de combate y posiblemente lo estarían hasta pasado el medio día. Habían tratado de convencerla para que bebiera con ellos la noche anterior «estudias demasiado», «vas a acabar volviéndote loca». Ray tenía una conciencio mucho más desarrollada que ellos. Mucho más desarrollada que la mayoría de la gente de su edad. Era consciente de que todo acto trae consecuencias, por pequeño que fuera.
Su cabeza iba entre estos pensamientos, el sueño y sus ganas de abandonarlo todo para meterse a striper. Sus pies, como un par de autómatas, supieron llevarla sin su supervisión hasta el campos de la universidad, que no era ni tan verde, ni tan alegre, ni tan lleno de posibilidades como había visto en las películas americanas. El césped del campus de Unizar era más bien tirando a amarillo y plagado de calvas. Sifilítico y sarnoso. Un sitio encantador que terminaba de adornarse con un gran contenedor de escombros en el centro, una fuente que no funcionaba y el polvo de las ruinas de la facultad de filosofía.
Las oposiciones a striper se le antojaban cada vez más apetecibles.
-Ya pensaba que no venías. -Samuel se puso en pie para ir a dar un abrazo a Ray. Su pelo morado necesitaba que le retocaran las raíces con urgencia. «Los exámenes» pensó Ray.
-Qué dramático eres. -Respondió la joven a su amigo, no permitiendo que se acercara demasiado en su abrazo. Hacía demasiado calor para eso.
-Y tú qué agradable, para variar. Por cierto, estás muy coqueta hoy. -Repuso él sin prestar atención a su rechazo. Ray no lo consideró ni cierto, ni algo especial. Para él todo era «coqueto».
-Uy sí. Bellísima. Anda, tira para dentro. ¿Hay sitio?
Conseguir un asiento para estudiar en época de exámenes era toda una odisea. Sin embargo aquel día, quizás por el calor, quizás porque ya había algunos cursos que hubieran terminado sus exámenes, consiguieron un hueco en la biblioteca María Moliner.
Prendió la luz y clavó los codos sobre la mesa. Si tan solo pudiera hacer volar el tiempo hasta el día de su último examen. La vista de aquellos papeles se le atragantaba, creando un nudo en la boca del estómago que le impedía estarse quieta. Se pasaba las manos por el pelo, se mordía el labio, el bolígrafo, negaba con la cabeza de forma mecánica...
Cuando Ray levantó la cabeza habían pasado 40 minutos que se habían sentido como meses. La biblioteca se había llenado por completo para ese punto, hasta el punto en que el aire se sentía pesado.
La persona sentada justo frente a ella mantenía, como el resto, la cabeza echada hacia delante sobre los apuntes. En consecuencia su cara quedaba oculta tras un flequillo castaño oscuro muy brillante. Una mano huesuda y de uñas largas le sostenía la cabeza con pesadez. Ray pasó un rato observando aquella mano. La piel era pálida, dejando ver a través de ella unas venas azuladas; los dedos estaban repletos de anillos y le parecieron extraordinariamente largos. «La mano de un vampiro» se dijo Ray.
Iba a regresar a sus apuntes cuando descubrió que su sujeto de observación había levantado la cabeza y ahora le devolvía la mirada. Sus ojos eran felinos, de un marrón rojizo bajo la luz del flexo. Tenía el rostro pequeño, con facciones muy marcadas, pero suaves, dejando en duda si se trataba de un hombre o una mujer. Fuera lo que fuera, resultaba imponente y la estaba mirando. A ella.
La mente de Ray hizo «clic» de golpe. Claro que la miraba, ¿cuánto rato se había pasado ella haciendo precisamente lo mismo? Sintió como la cara comenzaba a hormiguearle, como si se hubiera desatado un incendio en sus mejillas. De poder se hubiera metido dentro de su mochila para desaparecer, pero no podía. Ni siquiera era capaz de bajar la mirada de nuevo hacia sus apuntes, se había quedado enganchada a aquellos ojos feroces. Tenían la fuerza de un depredador, mientras que ella era un conejito perdido en el bosque.
No podía resistirse.
Puede que fuera su sonrojo, o sus manos nerviosas apretando el subrayador rosa -como si agarrarse a él le diera algún tipo de seguridad-, o puede que simplemente fuera su obstinación por mantenerle la mirada... Fuera lo que fuera, pareció hacerle gracia a aquella bestia que estudiaba frente a ella. Una lenta sonrisa se empezó a formar en sus labios, desafiante. Ray sintió que la silla se hundía bajo ella. Cada vez era más pequeña, más insignificante frente a aquella ferocidad. Sabía que con su osadía de no apartar la mirada tan solo la estaba retando, agravando el peligro. Pero no podía dejar de mirar.
La persona frente a ella se inclinó hacia delante, fijando con mayor intensidad sus ojos en los suyos. Ahora que se acercaba, Ray pudo ver que los anillos no eran sus únicas joyas. Tenía las orejas repletas de pendientes, además de un aro adornando su nariz . Y lo que era aún más llamativo, tenía una gran mariposa tatuada en el cuello.
El depredador se relamió los labios observando a su presa y Ray sintió que se moría, pero no podía apartar la mirada. Buscando ayuda pisó con fuerza el pie de Samuel, que estudiaba a su lado.
-¡Ay! Joder... -Todos los de la mesa se giraron hacia ellos, en especial hacia Samuel. -Tu p**a madre... -Susurró agachándose a manosear su pie dolorido.
La fiera frente a Ray se rio ante la escena. Por fin bajó la mirada y la estudiante sintió que se había salvado. Cerró los ojos y sintió que respiraba por primera vez desde hace minutos. Tenía la cara completamente roja, sentía un calor abrasador... Tardaría en concentrarse en volver a estudiar, porque esa era su intención.
Sin embargo, sus planes no llegarían a ningún puerto, pues cuando abrió los ojos tenía pegado en sus apuntes un pósit amarillo.
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