Sora_pinku y tú ~ FanFic

Una amiga.

Diario virtual de Ray

11 de junio de 20...

Por la mañana me interrogó la policía, no sé quién les habrá dado mis datos para encontrarme... Pero creo que no he servido de mucha ayuda. No sé qué le habrá pasado a esa chica, en internet dicen de todo: un suicidio por la presión de los exámenes, asesinato por celos... Yo la verdad es que no sé qué creer. No les he hablado de «ella» a los agentes. Tampoco sé por qué... Pero he pensado que así era mejor. De todas formas, ella simplemente estaba allí, conmigo. No tiene ningún tipo de importancia. Luego «ella» me mandó un mensaje y quedamos con su amiga. Siempre había soñado con ir a un sitio como ese. <3

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30 minutos. No daba tiempo de nada en 30 minutos. Pero ya había dicho que estaría y no podía llegar tarde y hacerla esperar. Se plantó delante de su armario para comprobar que no tenía nada adecuado que ponerse. La ropa que tenía en mente usar esa semana era demasiado sencilla, camisetas anchas y cómodas para ir a la biblioteca... No para una cita, porque aquello era una cita, ¿no? ¡No! Cómo iba a ser una cita... Pero sin duda debía llevar algo... Ni que fuera bonito.

A sus espaldas escucha a Jungkook distorsionado por el elio gritando: «Rrrrrap Monster»1, lo que se traducía en una notificación de su móvil que no tuviera silenciada. Eso reducía el espectro a muy pocas personas. «El imbécil de Sam», pero por si acaso, revisó el teléfono. El corazón se le puso en la garganta al leer el nombre de Sora en las notificaciones. No podía ser, ¿cancelaba la quedada?

«¿Qué te vas a poner, novata?»

Esta vez no pudo evitar el grito, agudo y ansioso, dejando el móvil sobre la cama, sin atreverse a entrar a la conversación. Se tapó la cara con ambas manos y comenzó a jadear. ¡No tenía nada que ponerse! No. Definitivamente no iba a contestar a ese mensaje. Se haría la loca. Sí. Eso haría, como si nunca lo hubiera visto. «Ay, no me di cuenta... Salí con tanta prisa» Sí, eso diría.

«No me gusta que tardes en contestar. Te he hecho una pregunta.»

Otro grito. Se encoge en sí misma y se vuelve a tapar la cara, como si aquella depredadora pudiera verla a través de la pantalla.

Ahora tenía que contestar.

«No lo sé... Estoy decidiendo aún... uwu»

«Date prisa. No me gusta esperar.»

Como una exhalación, Ray se giró hacia el armario y buscó entre todos los cajones. Sacó toda su ropa de verano y parte también de la de entretiempo. Tenía una imagen en la cabeza de cómo quería vestirse, pero no encontraba nada que le encajara. Esto era muy apretado, lo otro demasiado ancho, esto no le quedaba bien en las caderas, aquello la hacía sentir gorda, lo otro mostraba esa parte que tanto le desagradaba... ¿Y por qué compraría aquello? Al final se decantó por unos jeans claros sueltos y unas panchas blancas en la parte inferior. Por suerte consiguió encontrar la remera negra que andaba buscando. Era una de sus preferidas, de las pocas prendas que le hacían sentir atractiva. Era negra, holgada, pero ajustada en la cintura y con algo de escote —por eso rara vez se la ponía—. Sin embargo, tras mirarse en el espejo un poco, decide ponerse por encima una camisa cuadrille gris, para taparse un poco.2

Por fin salió de casa, apretando las llaves dentro del bolsillo para asegurarse de que las llevaba encima. Mientras bajaba las escaleras su cabeza ya estaba muchos pasos por delante. ¿Dónde irían? ¿Por qué habrá insistido en quedar con ella? Lo más probable era que sintiera pena, pena por una chica joven a la que le ha tocado presenciar cosas horribles. Por eso la abrazó en la biblioteca.