Capítulo 1

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—Kyōjurō, tú... —La voz del demonio se corta a media oración. Dando paso a que el cazador pueda hablar.

— ¡Yo! ¡Cumpliere con mi deber, no permitiré que nadie muera! —El demonio jadea, su cuerpo completo tiembla. Cada una de las células de su ser trepida, se estremece ante la imagen que el cazador le presenta. Sus ojos, dorados como el ámbar destellan al igual que una hoguera. Ardiente. Akaza está seguro de que puede oír el trepidar de las llamas consumiéndolo, alzándose omnipotentes sobre Rengoku.

— ¡Qué maravilloso espíritu de pelea! ¡Tienes tantas heridas y sin embargo tu empuje, tu fortaleza! ¡Qué determinación! ¡Tu postura no tiene aberturas! —Las pupilas amarillas se agrandan. En todos esos años, en todos esos siglos. En todo el tiempo que lleva viviendo. Nunca ha visto nada igual, ni siquiera el otro pilar había sido como él. Él era simplemente espectacular, maravilloso, grandioso y debía ser suyo—. ¡Realmente deberías de convertirte en un demonio, Kyōjurō! ¡Entonces podrías luchar conmigo para siempre!

—Prende tu corazón en llamas, ve más allá de tus propios límites. ¡Yo soy el pilar de la llama, Rengoku Kyōjurō! —La sensación burbujeante arde en el estómago de Akaza, han pasado siglos desde la última vez que sintió algo como eso. Es como si la sangre volviera a fluir por sus venas, su piel pica, arde y hormiguea. Es como si volviera a estar vivo de nuevo. El sitio donde su espada corta, donde su carne se abre y es desgarrada. El dolor, puede volver a sentirlo. Es tan emocionante, es como si un líquido de vida entrara por sus heridas. Pintando una sonrisa sobre su rostro siempre apacible, es como una droga.

De nuevo, de nuevo, otra vez. Quiere sentirse así para siempre, es ese humano. Kyōjurō, es su espíritu desbordante el que lo alcanza. Es ser empapado en su maravillosa determinación. Cuando la espada lo atraviesa lo vive de nuevo, el dolor, el calor y el hormigueo de las herias. Es una lástima que durara tan poco, pero si él fuera suyo. Si pudieran estar juntos durante la eternidad. Podría sentirse vivo cada día de esa tortuosa vida. Si tan solo no fuera tan necio, si tan solo pudiera pensar con la cabeza fría. Oh, si lo hubiera a bordo de otra manera. ¿Habría aceptado su propuesta? ¿Tal vez un duelo a muerte no fue la mejor opción?

La risa escapa de sus labios cuando la espada pasa por su pecho, viéndose en vuelto en un montón de llamas abrasadoras. No queman, pero es cálido, es como entrara a las aguas termales en invierno. Le hace sentir su carne muerta cálida de nuevo, hace que su sangre brote de las heridas como si fuera humano. Pero él es necio, ha visto la diferencia de poder, es una batalla que tiene perdida. Aun así, sigue peleando. Es por eso por lo que lo quiere. Por esa voluntad férrea, es por eso por lo que debe de ser suyo. Quizá, quizá si lo empuja un poco más. Quizá si lo lleva al límite finalmente se rompa.

Ahí está, la abertura. Era de esperarse, Kyōjurō es un humano y está malherido, no podría seguir forzándose mucho tiempo. Akaza no lleva espadas, no lleva más que sus puños. Es un solo golpe, un puñetazo preciso que le atraviesa el tórax. Cubriendo su brazo con su carne viva. Es maravilloso.

— ¡Muere! ¡Esto es todo, Kyōjurō! ¡Cede! ¡Di que te convertirás en un demonio! ¡Eres de los pocos elegidos! —El demonio es consciente de la desesperación en su propia voz. Pero es inevitable, la determinación del pilar parece intacta. Aun con el brazo del demonio en sus entrañas no flaquea. Akaza puede sentir la carne palpitando alrededor de su extremidad, la sangre cálida envolviendo su piel. Mira el líquido carmesí salir de los labios de Rengoku. Ese olor, es delicioso. Pero él no está ahí para comerlo, ese no es su plan. Quiere que Kyōjurō viva, que es te vivo, pero con él. Debe aceptar su propuesta o va a asesinar. Él se lo dijo.

Él levanta su brillante espada rojiza, golpeando el cuello del demonio. Sus huesos son fuertes y su piel endurecida. Ese golpe no servirá para acabar con Akaza. El demonio aún quería alargarlo, aún deseaba hablar con él. Insistir por milésima vez esa noche. No, no quiere realmente matarlo, sería un desperdicio, las personas talentosas son las que deben de sobrevivir. Akaza aprieta su puño, lanzándolo contra el rostro de Rengoku. El pilar lo detiene, cierra sus manos sobre la muñeca del demonio.

Litio |RenKaza|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora