Pequeño Shoto | Shoto Todoroki

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—Creo que iré a dormir, ya tengo sueño.

—Dulces sueños, Uraraka-san.

—Yo también iré a dormir, kero.

—Está bien, Tsuyu-chan, buenas noches.

—Otomoe-san ¿Me ayudas a lavar las cosas?.

—Claro, Jiro.

Ambas fueron a la cocina y lavaron todo lo que habían usado mientras Hagakure y Yaoyorozu acomodaban la sala.

—Chicas, nosotras ya terminamos, iremos a dormir.

—Entendido, duerman bien.

—Gracias, ustedes también.

—Otomoe-san.

—¿Si?

—¿Tienes algo con Todoroki-kun?

—¿Qué? —la chica había quedado confundida ante la pregunta de su compañera.

—Es que él es muy apegado a ti, y los bebés son más tranquilos y afectivos con las personas que tienen un buen vínculo afectuoso.

—Oh, no lo sabía, talvez es porque somos buenos amigos, pero Todoroki-kun y yo no tenemos nada —respondió tranquila.

—Supongo que puede ser eso, bueno, ése fue el último vaso, buenas noches, Otomoe-san.

—Buenas noches, Jiro.

Jessica seco sus manos y fue a la sala.

—Es hora de dormir Shoto-kun, vamos, te dejaré en tú habitación —cargo al pequeño en brazos y subió en el ascensor hasta el quinto piso, caminando hasta la habitación de el bicolor.

—¿Por qué dije que guardarán el futon? —con una mano desplegó el fino colchón sobre el tatami y antes de acostarlo lo mecio cantándole una nana, dejándolo dormido en poco tiempo, para dejarlo con cuidado en el futon y cubrirlo con la manta.

—Hasta mañana Shoto-kun —apagó la luz y salió de la habitación cerrando la puerta detrás de si.

Regresó a su habitación en el segundo piso, al final del pasillo, su habitación estaba decorada de una manera un poco particular, había un gran puff de Snorlax que cumplía la función de cama, el piso estaba cubierto por una gran alfombra, las paredes no eran del común blanco grisáceo de las demás habitaciones, sino de un tono beige, un escritorio al lado de la ventana hacia el balcón con unas cortinas marrones, una gran biblioteca con todo tipos de libros, y una estantería con diversas cosas.

—No estoy en mí casa de Tokyo, pero hogar, dulce hogar —se tiró en el gran puff y se tapó con una manta que allí arriba estába y quedó dormida.

—Nunca creí que necesitaría tanto dormir —se estiró en su cama y agarró su teléfono que había dejado cargando.

—¿9:40? Es sábado, todavía es muy temprano como para levantarse —desconectó el celular y se volvió a cubrir con las sábanas, desbloqueo el teléfono, tenía algunas notificaciones y mensajes.

Papá águila <3

Buenos días
pichoncita.
9:27 a.m.