Capítulo 11

415 50 9
                                    


Ella se tensó por completo, por primera vez le aterraba darse la vuelta y afrontar a la persona que tenía detrás. Tragó saliva con dificultad y retiró la mano de Christopher de su rostro, quien había fruncido su ceño al escucharlo y no despegaba sus ojos de él.

—¿Y tú quien cojones eres?— preguntó desafiante.

—Bájame el tonito, niño.— murmuró con burla.

—El tonito que te lo baje tu puta madre, yo no.— escupió en su dirección.

—¿Acaso no te enseñaron que a los mayores no se les sube el tono?

—A los mayores no pero a los hijos de puta si.— contraatacó.

Rodrigo rió al escucharlo, no era el primer chico que se enfrentaba a él, lo que le sorprendía era que este no parecía tener ni idea de contra quien iba.

—Christopher, basta... Podemos hablar en otro momento, no importa.— dijo Mimi con un tono neutral—. No importa.— repitió, tal vez para convencerse a sí misma.

—A mi me importa.— dijo él mirándola, por no decir "a mi me importas"—. No sé quién es pero si sigues mirándome así juro por mi vida que le partiré la cara porque algo ha tenido que hacer en un pasado para que tu reacción haya sido esa...

—¿No sabes quien soy?— preguntó él cruzándose de brazos—. Déjame que te lo diga, soy Roi Merino, el puto líder de la calle. Estuve ausente durante unos cuantos años porque me habían dado por muerto, la culpable fue ni más ni menos que la chica que tienes al lado.

Christopher no reaccionó a sus palabras, no hubo ningún gesto ni expresión que denotara sorpresa o cualquiera otra expresión.

Una historia siempre tenía dos versiones y con solo oír una no iba a juzgar. Además, confiaba mucho más en ella que en él, ¿por qué debería de creerlo?

—Anda, Miriam, dile al muñequito de turno la verdad.— siseó—. Confiésale lo que pasó hace años entre nosotros... Cuéntale la hermosa relación que teníamos, como prometías amarme eternamente por las noches... Para que después en la primera oportunidad que tuviste te libraste de mi. Vamos, ¿a qué esperas para contárselo?

—No, Mimi.— fue rápido en decir Christopher—. No quiero que me lo cuentes, no cuando te están presionando para ello... Ya lo harás cuando quieras hacerlo.

—Christopher, lo que él dice es cierto... Al menos una parte.— murmuró por lo bajo.

—Pues ten la decencia de decírmelo a la cara, hija de puta.

La palabra que usó fue la gota que colmó el vaso para el joven, sin poder evitarlo lo empujó con fuerza. Roi no se esperaba para nada el ataque y, para su mala suerte, perdió el equilibrio cayendo al suelo. Christopher aprovechó la situación para subirse encima con el fin de inmovilizarlo y golpear con su puño en su nariz.

El sonido que hizo este ante el golpe alertó a la rubia, quien se llevó las manos a la boca sorprendida. Tranquilamente podría haberle roto el tabique nasal.

—¡Christopher, para! Le estás dando lo que él quiere... ¿Es que acaso no ves que solo quiere provocarte?

—Te estaba faltando el respeto y yo eso no puedo permitirlo.— gruñó levantándose y mirando con desprecio al hombre que seguía tumbado en el suelo y con una mueca de dolor en el rostro.

—Puedo defenderme sola.— aseguró poniendo sus manos en sus hombros—. Pero gracias...

Él sonrió de lado, hasta ese entonces lo habían provocado a él, ahora era su momento de provocar.

Llevó sus manos al rostro de la chica y lo acunó, mirándola a los ojos en todo momento. Sabía que Mimi era muy impulsiva y si hacía lo que tenía en mente debía de atenerse a las consecuencias.

—¿Sigues amándolo?— preguntó lo suficientemente alto para que él lo escuchase.

—Christopher...— advirtió.

—Es una pregunta sencilla, solo hay dos respuestas posibles: si o no.— insistió un poco más.

Ella estaba segura de la respuesta, de lo que no estaba segura era de si debía decirla en voz alta. Conocía a Roi o al menos creía conocerlo, no sabía si seguía siendo el mismo que ella había conocido años atrás.

—Con el tiempo los sentimientos se van y... Yo creí que estaba muerto, no podía aferrarme a alguien que no estaba.

—En definitiva, no, no lo amas... Es mucho más simple así.— dijo Christopher sonriente.

—Eso no quiere decir que...— antes de que pudiera terminar la oración sus labios se posaron sobre los suyos. Christopher no la besaba con prisas sino todo lo contrario, quería disfrutar de su boca lo máximo posible porque no sabía si podría volver a besarla después de esa ocasión.

Roi estaba enfurecido, el niño se estaba riendo en su propia cara y el medio para hacerlo era la mujer a la que amaba pero que le guardaba rencor.

¿No había sido suficiente como advertirle?

Tenía poca calle aunque quisiera aparentar lo contrario y alguien como Mimi no se fijaría en él más que para pasar un rato. Empezando porque se notaba que era unos cuantos años más joven y a ella siempre le habían gustado mayores. Y siguiendo porque Mimi era más de lo que aparentaba ser, tenía muchas cosas del pasado que nadie conocía mejor que Roi y estaba seguro de que alguien como Christopher no podría con el peso de todo.

Calle Donde viven las historias. Descúbrelo ahora