Capítulo 2°

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...Sólo recuerdo que de repente empezaron a pitarme los oídos. Todavía no conseguía abrir los ojos pero notaba como mi mareo aumentaba. Poco a poco, iba subiendo los párpados, era curioso lo pesados que me resultaban. La luz me cegó por un instante y cuando al fin conseguí acostumbrarme pude ver que me encontraba en una amplia habitación de paredes sucias y llenas de humedades. En el centro de la estancia había una gran cama en la cual vislumbré la figura de un hombre de unos treinta y pocos años que me miraba de arriba-abajo mientras fumaba un cigarrillo.

-Vaya, vaya… ya te has despertado- dijo mientras apagaba su cigarro y se recolocaba un poco su oscuro cabello.

Yo intenté salir huyendo pero, en ese momento, me di cuenta de que estaba encadenado a la pared. Intenté liberarme de mis ataduras pero solo conseguí que el mareo me hiciera perder el equilibrio. Sólo las cadenas de mis muñecas, impidieron que me desplomara.

-Tranquilo, pequeño.

Él se acercó a mí y me tomó de la barbilla, haciendo que alzara mi cabeza para mirarlo. Sus ojos negros y profundos me dieron escalofríos.

-Veamos que tenemos aquí…Eres muy lindo. -dijo mientras posaba la mano que le quedaba libre en mi cadera- Tienes unos bonitos ojos verdes y estoy seguro que…- su mano empezó a moverse hacia mi trasero y lo rozó de una manera muy extraña, todo mi cuerpo se convulsionó y mis ojos se cerraron en un intento de huir del mareo que hacía que toda la habitación me diera vueltas- Sí que eres virgen por aquí…

-¿Qué mierdas dices?- casi grité mientras me revolvía y luchaba contra mis ataduras.

Ese hombre se rió un poco, me tomó fuertemente de las caderas y me atrajo hacía él.

-Seguro que podría sacar una buena suma por ti pero, la verdad, es que me gustas…

Mis ojos se abrieron como platos y esta vez sí que me revolví con todas mis fuerzas sin importarme lo mucho que mi cabeza fuera a estallar o sintiera arder mis muñecas donde estaban los grilletes. Pero ese tipo era más fuerte que yo y en un segundo consiguió llegar hasta mis labios. Podía sentir como su lengua ansiosa recorría toda mi cavidad. Yo intentaba separarme pero mi cabeza ya pegaba contra la pared y el calor era tan insoportable que me ahogaba. Él se separó apenas un segundo para tomar aire y volvió a juntar sus labios con los míos. Esta vez fue diferente, parecía que esta vez quería recrearse en el beso. Su lengua jugaba lentamente en mi interior acariciando mi lengua y despertando mis sentidos. Mi cuerpo empezó a traicionar a mi mente correspondiendo ese beso de forma apasionada. Noté como un hilillo de saliva se escapaba por la comisura de mis labios. Nuestras bocas se separaban mientras nuestras leguas seguían bailando la una con la otra en un frenesí incontrolable. Cuando nos separamos noté como mi respiración estaba alterada…

Joder esto era malo… Nunca había besado así, todo mi cuerpo estaba caliente y mis latidos resonaban con fuerza en mis oídos. Abrí los ojos y me encontré con la sonrisa burlona de ese tipo. Mi cara se puso roja por la rabia y mis manos se cerraron en puños.

-Eso ha estado muy bien… Parece que ni siquiera voy a tener que usar drogas, eres una pequeña zorrita.

-¿A quién le estas diciendo “zorrita” maldito bastardo?

Él rió divertido mientras empezaba a desabrochar mi camisa. Mi pecho y mi abdomen quedaron expuestos y parece que al maldito bastardo le agradaban las vistas porque no apartaba su mirada de mí.

-Saca una foto te durará más tiempo- dije con rabia.

El tipo me miró de forma picaresca y empezó a besar y a lamer mi cuello hasta llegar al lóbulo de mi oreja, lo succionó con delicadeza para luego decirme en susurros:

-Dejaremos la sesión de fotos para otro día.

El imbécil se agachó un poco y empezó a examinar mis pectorales.

-Ves cómo eres una zorrita. Ni siquiera te he tocado aquí y tus pezones ya están duros…

Iba a contestarle cuando, de repente, empezó a lamer uno de mis pezones. Lamía demasiado lentamente uno mientras tocaba el otro con su mano, dándome pequeños pellizquitos en la zona. Intentaba impedir que mis gemidos se escaparan de mi boca mordiéndome fuertemente los labios pero, si con esa práctica me resultaba difícil, cuando empezó a morder en ese lugar no pude contenerme. De mis labios se escapó un pequeño grito de placer que resonó por toda la habitación. Ese hombre se detuvo y con una pequeña sonrisa en los labios, se puso de rodillas y de un tirón se deshizo de mi pantalón y de mi ropa interior.

-Veamos cuan fuerte eres capaz de gemir…

Él tomó mi miembro algo duro en su mano y empezó a masturbarme rápidamente mientras jugueteaba con su lengua en mi uretra. En la habitación solo se escuchaban mis fuertes gemidos. Maldecía con todas mis fuerzas que las paredes estuvieran tan vacías pues, cada vez que llegaba a mis oídos el eco de mi voz extasiada algo de mí se partía por dentro. Ya estaba muy mojado cuando el tipo introdujo todo mi pene en su boca, podía sentir su lengua recorriendo toda su longitud y su campanilla rozando mi glande.

-Y-ya… aah… n-no pue-puedo… Me… aah!

No me dio tiempo a terminar la frase cuando solté todo ese líquido en su boca. El imbécil se lo tragó todo e incluso diría que cerró los ojos para concentrarse aún más en paladear su sabor. Se puso de pie y me giró bruscamente. Las cadenas de mis muñecas se enroscaron y pude sentir como el metal levantaba mi piel. En ese momento noté cómo uno de sus dedos se introducía en mi interior. Miré por encima de mi hombro y me di cuenta de que él ya se había desabrochado los pantalones, se había sacado el pene y se lo acariciaba mientras introducía un segundo dedo en mi interior. Suponiendo lo que vendría a continuación forcejeé de nuevo, aún a sabiendas de que era inútil. Por uno de mis antebrazos se veía un rastro de sangre que bajaba de mi muñeca y, de mis ojos, empezaron a brotar lágrimas de desesperación. Un tercer dedo invadió mi estrechez y no pude evitar que un pequeño grito se escapara de mis labios. No sé, si pensó que ya estaba preparado o fue mi grito lo que le provocó, el hecho es que en ese mismo instante, sacó sus dedos y empezó a meter su miembro en mi interior con lentitud.

Sentía como si me estuvieran desgarrando entero. El dolor era insoportable.

A los pocos segundos ya estaba tan dentro como largo era (y era bastante largo), creía que ni de coña lo iba a aguantar, que digo, sabía que ni de coña lo iba a aguantar.

-V-voy a matar-rte hi-hijo de puta…- dije mientras intentaba controlar el dolor.

Sentía que su pene iba creciendo dentro de mí, esto era tan extraño…

-Tranquila zorrita dentro de poco me estarás pidiendo más.

Entonces empezó a moverse, primero con lentitud, para luego, ir haciéndolo más fuertemente. Sus embestidas me dejaban sin respiración. Las oleadas de calor que inundaban mi cuerpo me hacían temblar. Podía oír los húmedos sonidos que provenían de mi entrada, mis gemidos incontrolables, su respiración acelerada…

Parecía imposible, pero...estaba a punto de venirme. Mi cara ardía y sentía que estaba rojo hasta las orejas. Él tomó mi pene con una de sus manos mientras me lamía la columna.

Tuve que morderme la lengua para impedir que las palabras de súplica salieran de mi boca. Fue entonces cuando lo sentí. El movimiento había cesado pero su miembro palpitaba con furia mientras notaba como un líquido espeso y caliente se derramaba en mi interior. Todo mi cuerpo se convulsionó y así llegué al orgasmo. El orgasmo más placentero que había tenido en mi puñetera vida. El tipo salió de mi interior y se colocó la ropa interior y los pantalones. Me desencadenó y me dejó sentado en el suelo, que por cierto estaba pegajoso. Yo aún seguía en estado de shock cuando me agarró de la barbilla para hacer que lo mirara a esos profundos ojos negros.

-No me has dicho cómo te llamas zorrita.

-Alex- contesté con una voz vacía.

Él sonrió y me dio un fugaz beso en los labios.

-Creo que vas a ser un juguete interesante Alex.

Esclavo en su cárcel del placer. (Yaoi/Gay) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora