Capítulo 12°

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Javi, estuvo muy extraño durante toda aquella semana.

Desde que le había negado el beso, actuaba con una gran frialdad pero, debo reconocer, que lo prefería a su natural simpatía que me hacía suspirar por él a cada segundo. Descansé todo lo que pude e intenté comer toda la mierda que me ponían en el plato.

El miércoles, al salir de la ducha, empecé a llorar sin ningún motivo. De vez en cuando me pasaba...

Javi entró sin llamar en cuanto escuchó mis sollozos.

-¿Estas bien? -preguntó preocupado mientras apartaba la cara intentando no mirar hacia mi cuerpo desnudo.

-Sí, lo siento, no quería preocuparte. En realidad no se porque...- suspiré mientras secaba mis lágrimas.

Sequé rápidamente mi cuerpo para ponerme los boxers azul marino ajustados. Me quedaban bien pero me gustaban más cuando era mi compañero el que los usaba.

-Ya puedes mirar. -dije sonriente.

La mirada del chico se dirigió a mi ropa interior y pude ver como se ruborizaba.

-Esta claro que a ti te quedan mejor...- susurró mientras rodaba sus ojos en otra dirección.

Una sonrisa torcida se dibujó en mi cara y me acerqué para darle un dulce beso en la mejilla.

-De eso nada.

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El viernes llegó mucho antes de lo deseado. Cuando el despertador sonó Javi se levantó y se encargó de apagarlo mientras yo me tapaba con la manta hasta la cabeza deseando que nada ni nadie me sacara del camastro aquel día.

La cálida mano de mi compañero me acarició el hombro sobre la colcha como dándome ánimos pero, aún así, no me moví en todo el rato.

Mi corazón se aceleró cuando la cerradura hizo su tan familiar sonido metálico.

Me acurruqué todo lo que pude contra la pared y recé por primera vez después de años.

-Es Lucas. -me informó Javi con alivio y me di cuenta de que estaba sentado a los pies de mi jergón.

-¿Esta bien?- distinguí la voz del hombre del pelo rizado.

-Sí, solo... bueno- dijo con un hilo de voz para luego volver a dirigirse a Lucas con severidad.

-¿Le has dicho a Ricardo que quiero verle?

-¡Ah! Sí, ha dicho que ahora mismo viene, primero tenía que pasar por la planta.

Mi columna vertebral se convulsionó y noté la mano de Javi acariciando suavemente mi pierna.

-Tú, tranquilo. Yo hablaré con él y verás como todo se va a solucionar.

Una pequeña sonrisa, se dibujó en mi rostro sin querer. Ese era el chico optimista que yo conocía, el que siempre sacaba una sonrisa por muy mal que estuvieran las cosas pero, había que reconocer, que esa afirmación era totalmente estúpida.

¿Cómo iba a solucionar algo?

¿Acaso iba a conseguir que el Amo nos dejara en libertad o que no volviera a tocarnos a ninguno de los dos?

La idea de que nuestra situación podía llegar a cambiar se me antojaba totalmente impensable en aquel momento. Me sentía tan pequeño.

Era como un niño encerrado y asustado y solo mi Amo tenía las llaves para liberar a la persona adulta y luchadora que se encerró hacía ya más de quince días en un rincón oscuro de mi interior.

Esclavo en su cárcel del placer. (Yaoi/Gay) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora